Si en otra entrada de este
Bocavolario definía el
novismo minifestación, es necesario hacer lo propio con
minifestante y sus múltiples derivados.
Minifestante.- Si fuera tan rácano como nuestros académicos me despacharía con algo así como: persona que participa en una
minifestación. Sin embargo el afán divulgativo que rige los pasos de esta serie me obliga a explicar no pocos matices del término.
Los
minifestantes son las moléculas que integran las minifestaciones, capaces de expandirse hasta multiplicar por diez o más la superficie que ocuparían en circunstancias normales, de forma que, según conteo gubernativo 35.000 minifestantes son capaces, en su expansión, de rellenar hasta cuarenta hectáreas. Su escaso tamaño (cada diez -mil según la Intereconomía- parecen uno) hace más inverosímil, si cabe, esta propiedad.
Los
minifestantes se caracterizan por jalear consignas varias (en función del objeto de la
minifestación), portar pancartas alusivas a dicho objetivo, tocar silbatos y bocinas; pero, sobre todo, hay un rasgo común que los identifica sea cual sea el sesgo movilizador, se trata de la frase profética:
luego dirán que somos cinco o seis, que, a la sazón, se cumple siempre y porque habrá alguien que lo diga (medios de comunicación no afectos al objetivo y delegaciones del Gobierno siempre que no medien el Papa o la selección española de fútbol).
A decir del ¿actor? Arturo Fernández,
experpento en el tema, (el Arturo Fernández de la patronal no se ha pronunciado, pero no tardará en hacerlo) en la cadena intereconomía, a las
minifestaciones indignadas no va gente guapa, y los
minifestantes son
feos y parecen salidos de un campo de concentración, afirmación esta con la que parecen estar de acuerdo los
conterturbios del
gato al agua, programa de esa cadena (guapos e inteligentes donde los haya), a juzgar por el coro de risas que jaleaba al ¿actor?
Según convenga a la autoridad gubernativa, los
minifestantes son peligrosos extremistas antisistema (si se trata de padres y madres de familia que, junto con sus peligrosos retoños, reclaman una enseñanza decente, o amenazadoras abuelitas yayoflautas contrarias a los recortes sanitarios...) o ejemplares ciudadanos si ocupan la calle apoyando, por ejemplo, la separación de sexos en las aulas; en ese caso, además de su ejemplaridad, adquieren una categoría nueva: la de
maxifestantes, grupos caracterizados por computar más cuantos menos son.
Pero además de los
maxifestantes, existen otros derivados de
minifestante que merecen consideración.
Los más conocidos son los
minifestontos (si el recuento coincide con la realidad
manifestontos), que son, según la Razón, Intereconomía y otros medios (por parciales) afines al régimen, la mayoría de los
minifestantes, los que se dejan llevar por cantos de sirena antipatriotas, manipulaciones extremistas y sentimientos radicales.
Los
minifiestantes, que suelen acudir a los actos con chiflainas, gaitas y tambores de toda índole (los
manifiestantes llevan guitarras para el
cumbayá) para animar el cotarro.
Los
manigestantes, asistentes desde el vientre materno a convocatorias antiaborto o, si son
minigestantes, a algaradas revolucionarias que vergüenza les tendría que dar a sus futuras progenitoras.
Si hay un rasgo que distingue a los
minifestantes de los manifestantes es que los primeros acaban encontrando siempre la horma de su zapato, al entender de la autoridad, en forma de golpes policiales provocados por el maestro armero, que pasaba por allí, por lo que se sospecha, aunque no está plenamente confirmado, un cierto sesgo masoquista. Y es que su carácter radical les hace desoír las prohibiciones a cualquier minifestante: prohibido llevar capucha, pasamontañas, careta, casco, pañuelo o cualquier prenda que permita ocultar la cara; prohibido tomar fotos o cualquier otro documento gráfico; prohibido llevar pancartas con palo, caramelos con palo y palos a secas; prohibido consumir líquidos alcohólicos, prozac o cualquier otro estupefaciente; prohibido gritar consignas anti-patrióticas; prohibido concentrarse, manifestarse, viajar a una mani, pensar en ir a una mani...
En toda
minifestación que se precie, los
minifestantes acaban escuchando un
minifiesto, pero eso será harina de otro costal.