domingo, 6 de diciembre de 2020

Ruido de sables en el día de la Constitución

Éramos pocos y parió la abuela (el abuelo cebolleta, en este caso, en forma de militares retirados); no tenemos bastante con la pandemia que entre unos y otros estamos convirtiendo la cosa pública en un pademonium.

Un grupo de Whatsapp de militares salvapatrias retirados hablan de pronunciamiento y se proponen fusilar a veintiséis millones de españoles (entre los que me siento incluido) que son -somos- unos hijos de puta porque no piensan -pensamos- como ellos, a la vez que mandan una carta al rey para comunicarle su descontento. Y dicen que ya van por 400, y subiendo.

Hoy celebramos el día de la Constitución (a la que, por cierto, los guasaperos del grupo juraron defender) que consagra la Democracia en España. Una de las cosas buenas de la Democracia es la garantía de la libertad de opinión y pensamiento. Otra de sus bondades es que no ampara la libertad de fusilamiento. Miren usías, vuecencias y mandos de variados tratamientos: uno puede estar más o menos conforme con el gobierno de turno democráticamente elegido (yo no lo estuve con los gobiernos de Aznar o Rajoy y les participo que al actual lo aguanto más que por convencimiento, por oposición a algaradas como las protagonizadas por su tropa y tropas afines a la suya tipo vox o los fruncimientos de ceño de Casado cuando miente) y es libre de criticar y manifestarse contra ese gobierno al que no traga. Pero lo malo (lo bueno, en realidad) es que a ese gobierno y a sus apoyos lo han puesto ahí las urnas, y por ende, la Democracia y la Constitución y nadie, ni usías-vuecencias-y-mandos-varios ni yo ni vox ni Abascal ni su caballo ni el PP de Casado, tenemos el derecho de dudar de su legitimidad porque, afortunadamente, las urnas y sus resultados están por encima de las opiniones personales. Y esa es la palabra clave: L-E-G-I-T-I-M-I-D-A-D.

Existe en España una cierta tradición de militares perjuros que traicionan sus votos de lealtad, su admirado dictador Franco sin ir más lejos. Entre las loables virtudes de las que los militares hacen gala (y que muchos demuestran en misiones arriesgadas), además del honor está el valor, pero es que a estas cosas, además de proclamarlas hay que ponerles hechos y cuando alguno de los insensatos chateadores se ha manifestado en los medios diciendo que bueno, que eran conversaciones de casino propias de abueletes (armados, eso sí), no han demostrado valor precisamente (les dejo que pongan la palabra, que es una que les mola mucho aplicar a los demás).

Para acabarla de joder, va Martínez Almeida, en su oficio de portavoz popular, y dice que a los españoles nos preocupan más los presupuestos pactados con separatistas que el chat de los golpistas. Igual no soy español, al menos tan español como Almeida, pero a mí no me preocupa en absoluto que los presupuestos vayan a salir adelante con apoyos de once partidos, entre ellos algunos tan poco sospechosos de sediciosos como Nueva Canarias, Teruel Existe o el Partido Regionalista de Cantabria (ojo, once partidos son diez más que los que apoyaron los presupuestos de Montoro desde 2018 hasta la fecha y que han impedido tantas iniciativas municipales, autonómicas y sociales), y sí me preocupa mucho el ruido de sables, porque lo primero está amparado por la legitimidad democrática y lo segundo es la imposición de la fuerza sobre esa legitimidad. No sé qué ha podido pasar, igual no estaba en casa el día que este muchacho me llamó para preguntarme sobre el particular o, a lo peor es que Almeida no ha escuchado nunca a Harry el sucio decir aquello de que “Las opiniones son como el agujero del culo, todos tenemos una y pensamos que el de los demás apesta.” como apesta el chat de los militares redentores a base de tiros de gracia.

sábado, 21 de noviembre de 2020

Que me voy a otro sitio

 El señor Facebook dice que las entradas de este blog van contra no sé qué principios de su red, para que no me bloquee hasta la próxima, he cambiado la dirección de mi blog.


Redirigir al navegador a otra URL Nos vemos allí

sábado, 17 de octubre de 2020

Vaciada, vacía, despoblada, deprimida u orgullosa

A veces, las palabras son como las banderas, y la semántica se utiliza como apoyo la discrepancia cuando ni siquiera existe conflicto ni en el objetivo ni siquiera en el concepto mismo.

El quince y el dieciséis de octubre se ha celebrado en Daroca y Paracuellos de Jiloca el foro «Aragón, por la España vaciada» y ese concepto (vaciada) ha sido objeto, si no esencial sí recurrente, de no pocas intervenciones.


Y es que, para bautizar al fenómeno de la despoblación se han utilizado vocablos como vaciada, vacía, despoblada, deprimida (demográficamente) e, incluso, se utiliza la feliz idea de orgullo rural para poner en positivo el problema del éxodo rural.

Dedicar parte del debate a la semántica no deja de ser una artimaña para ocupar el discurso en lo accesorio en vez de centrarlo en lo esencial, y lo esencial puede verse en la infografía que la SER utilizó para publicitar el encuentro: ¡Construyamos un futuro rural! y son esas dos palabras: construir, por lo que tiene de esfuerzo colectivo y solidario, y futuro por lo que tiene de compromiso y esperanza, lo que debería (y espero que así fuera) unir a los discrepantes allí presentes.

España vaciada

Lo que está claro es que ninguno de los términos refleja por completo la realidad, aunque vaciada parece ser el que concita más filias y fobias. La crítica al atributo se fundamenta en la inexistencia de una "mano negra" (expresión que se repitió como si fuera una consigna por algunos intervinientes en el foro) dedicada a vaciar al medio rural. 

Manos negras no las habrá habido, pero políticas coadyuvantes, sí. Los planes de desarrollo (1964-1975) se articularon fundamentalmente alrededor de ciudades como Sevilla, La Coruña, Vigo (Citröen), Valladolid (FASA-Renault), la petroquímica de Huelva o Zaragoza y fruto de aquellos polos surgieron concentraciones industriales como las de Malpica o el corredor del Ebro, por citar los más próximos, cuyo efecto llamada sustituyó a las, hasta entonces tradicionales, Madrid, Bilbao o Barcelona, como ciudades destino de la emigración rural.

Los planes de regadíos, que pretendían beneficiar a la productividad agraria concentraron y reconvirtieron la fisionomía de algunos territorios, como ocurrió con el plan Badajoz (1952-1975), que duplicó la población de la comarca de las Vegas Altas del Guadiana despoblando otras áreas deprimidas. O, a otra escala, como sucedió con la construcción de pantanos que obligó a la emigración desde las zonas inundadas (el entorno del pantano de la Tranquera, por citar otro caso cercano), hacia las ciudades o hacia pueblos de colonización (no pocos habitantes de las vegas del Piedra y del Mesa se trasladaron con sus familias a los pueblos de colonización habilitados en las Cinco Villas).

En estos casos de éxodo más o menos voluntario emigra la gente joven a la búsqueda de mejores expectativas laborales y económicas, y en su maleta se llevan su potencial de fecundidad tanto demográfica (de forma que la capacidad de tener hijos y rejuvenecer la pirámide de edades se muda a las ciudades), como emprendedora y de cambio social o de pensamiento que se le supone a la juventud, dejando en el pueblo mentalidades más conservadoras y conformistas.

Si nos remontamos un poco más allá en el tiempo, el decreto de expulsión de los moriscos, constituyó un varapalo para la agricultura de regadío de las huertas aragonesas, valencianas o murcianas que perdieron la tercera parte de una población que no solo era experta en la hortofruticultura sino cuyo índice de fecundidad era muy alto. No fue una mano negra sino un decreto real de 1609 promulgado por Felipe III.

Si nos acercamos al último cuarto del siglo pasado, por poner otro ejemplo cercano, los cierres de los ejes ferroviarios Valladolid-Ariza, Caminreal-Calatayud o Calatayud-Soria (1985) fueron decisión del entonces ministro de transportes, Enrique Barón, que clausuró todas las líneas deficitarias de España que vertebraban territorios rurales y los comunicaban con sus capitales de provincia o de comarca potenciando sus áreas de influencia económica. Una sangría ferroviaria que ha mantenido los criterios económicos sobre el servicio público y que sigue produciéndose con la merma de servicios en una red de cercanías muy deficiente fuera de las grandes capitales.

Son solo unos ejemplos, amén de otras políticas y decisiones agrícolas, económicas o sociales que ya sean europeas, nacionales o regionales y hasta locales que han contribuido a la despoblación y que van desde la PAC por la que «entre derechos históricos y agricultores de sofá, dos de cada tres perceptores lo hacen sin trabajar la tierra», hasta el papel mojado en el que han quedado todos los planes para dotar de autopistas de la información a la zona rural por el escaso compromiso de las operadoras, pasando por el goteo de cierres de oficinas bancarias rurales o alguna decisión caciquil que cerró una escuela con seis niños (cuando ese era el mínimo necesario y suficiente) al trasladar el propio alcalde a sus tres criaturas a otro colegio para perjudicar a un vecino que tenía a sus tres hijos escolarizados en el pueblo (y ese caso lo conozco de cerca).


España vacía

Los opositores al concepto de la España vacía arguyen, no sin razón, que el territorio aludido, aunque poco densamente, está poblado y que sus habitantes merecen no solo el reconocimiento de su existencia sino, y sobre todo, la atención que conlleva el hecho de existir, persistir y resistir en condiciones precarias, aunque algún prócer insistió en que tienen que abandonar su victimismo porque no proyecta imagen de progreso y futuro, como si el personal rural no tuviera derecho al pataleo por creer que otra forma de hacer las cosas es posible; el emprendimiento que la administración les reclama y que muchos practican con un empecinamiento digno de admiración ha de ser, necesariamente reivindicativo, sobre todo porque el empeño de los que hacen está muy por encima de la credibilidad de los que hablan y la reivindicación la practican las víctimas de la mala praxis político-administrativa. Sin embargo, la España vacía es tan realidad como la vaciada y, si citar a Sergio del Molino (autor del libro del mismo título), supone haberlo leído e interiorizado, bienvenido sea.

La España despoblada

Despoblada o deprimida demográficamente son dos conceptos que nacen de esa zona de intersección que tienen la Geografía Humana y la Sociología y que tanto me interesan por formación y por investigaciones propias. Su significado se explica por sí solo con seis datos objetivos: la densidad de Madrid es de 833 habitantes por Km², la de Cataluña es de 240,7 h/Km², la media de España es de 94 h/Km², la de Aragón 28 h/Km², la de la Comunidad de Calatayud 14,71 h/Km² y la del Campo de Daroca 4,97 h/Km². Además de todo lo antedicho, son muchos los factores sociológicos que han contribuido a la depresión demográfica interior, para entender algunos de ellos, que he vivido personalmente, recomiendo la lectura de «El pueblo en la cara», un cuentecito de Miguel Delibes publicado en «Viejas historias de Castilla la Vieja" allá por 1964. Y es que la consideración de pueblerino que debería enorgullecernos (y nos enorgullece) se ha utilizado como arma arrojadiza con la que afear los usos y valores culturales y personales derivados de la procedencia rural en lo que constituye más que una muestra de la mentalidad capitalina, lo que se me ocurre denominar como una cazurrez charnega, fruto del desprecio al diferente del que hacemos bandera. 

La desconsideración hacia lo rural tiene muchas ramificaciones, no en vano, hasta la edición de 2014, el Diccionario de la Real Academia Española, a la acepción actual de rural «Perteneciente o relativo a la vida en el campo y a sus labores», añadía la poco presentable de «Inculto, tosco, apegado a cosas lugareñas», y miren ustedes, apegado, sí, pero la incultura que se le suponía al aldeano escondía, entre otras, la inteligencia natural y el arraigo patrimonial y territorial valores que si no estuviéramos perdiendo, igual nos estarían cantando otros gallos y otras gallinas. A esto contribuyeron maestros y maestras que, con mejor intención que acierto, pretendían desterrar de nuestro habla palabras como choceta o nublo, por citar dos, en vez de explicarnos que una cosa es el habla y otra la lengua y que ninguna de las dos nos han de ser ajenas.

Como tan bienintencionada y digna de agradecimiento como equivocada era la mentalidad de mi padre, que quería que su hijo fuese más que él, que estudiara fuera y que, a ser posible, se hiciera un hueco en la capital y por esa meta mis padres lucharon a brazo partido y me llevaron interno con diez años, un viaje hacia el desarraigo contra el que algunos hemos luchado (al año ya estaba otra vez en el pueblo) y otros han asumido (volví a salir al internado con 15 años) de mejor o peor grado.

El orgullo rural

Aunque fuera de la artificiosa polémica semántica, el orgullo rural emerge como un paliativo ante la despoblación que tiene tanto de amor propio como de reivindicación pues pese a que nos quieran sumisos (que la sociedad civil organizada aterroriza al poder), como cantaba Carbonell, aunque «los viejos y barrancos solo quedan, nacerán de las arcillas nuevos frutos que abrirán con sus raíces nuevas senda».


Así que dejaré que sea el propio orgullo rural quien se defina:

«¿Cómo vamos a revertir la despoblación si nadie quiere ni de lejos vivir en un pueblo? ¿Si ignoran que aquí somos felices? ¿Si no saben de sus ventajas, de sus posibilidades? A través del orgullo vamos a gritar a los cuatro vientos que estamos aquí. Mostrar nuestra actividad, nuestra vitalidad, nuestra diversidad, nuestra alegría. Juntarnos los orgullosos y retroalimentar nuestro orgullo. Pegarle el orgullo al que lo tiene herido. Dar mucha envidia. Y quizá así generemos el caldo de cultivo necesario para poder reconstruir el mundo rural que necesitamos todos. Vivo, diverso y cuidado».

Epílogo

En fin, que como no me gusta dejar ideas en el tintero, las escribo para afirmar que, siendo importantes, las palabras no pueden enmascarar el objetivo y éste no es otro que el futuro de un medio rural vaciado, vacío, despoblado o deprimido (demográficamente) pero, por encima de todo, orgulloso y que cansado de ser sumiso quiere ser pujante.


jueves, 3 de septiembre de 2020

Cumpleaños

Gracias a todos y a todas por vuestras felicitaciones. He procurado agradecerlo personalmente a cada cual, pero me apetece escribir algo y como facebook me tiene vetado mi blog empandullo, os lo cuento aquí:



En tiempo de redes sociales es una gozada cumplir años. Cuando yo empecé a cumplir años, era muy pequeño y no me acuerdo, aunque supongo que les haría mucha ilusión a mis mayores. Empecé a ser consciente del aniversario cuando recibí la primera postal de felicitación, eran otros tiempos y el correo era correo a secas, sin el apellido de electrónico. Años más tarde, y después de muchas postales de cumpleaños, llegó el teléfono (fijo, aclaro) y recibías llamadas de los tíos de Zaragoza y de algún amigo, pocos, que era conferencia. Con el móvil y la bajada de tarifas el flujo fue creciendo y ahora, con las redes, es el disloque, que Facebook es un acusica y se chiva de todo.

Uno empieza a cumplir años el día anterior, y todos los años llega la felicitación del día 1 de septiembre para ponerte sobre aviso de que mañana será el primer día del resto de tu vida, este año le ha tocado a mi reciente amiga en redes y entrañable amiga de toda la vida Mariejo Charpentier (muaks).

A las 00:01 llega la felicitación de Manolo (no tiene face y me la manda por whatsapp) y, en el primer despertar de la micción obligada por razones de edad y de desvelo (6:24 h) encuentro la primera, de B, la segunda, de Paco (que siempre es el primero en el grupo de los trikitraca), preludio de todas las que vendrán después y que agradezco como no os lo podéis ni imaginar. Tantos reencuentros felices, tantos abrazos y besos que apunto en el haber, pero también en el debe, que lo habrá.

Este año ha habido sorpresas emocionantes (todas vuestras felicitaciones lo son, que conste, sean con postal virtual, en el muro, por Whatsapp, en el correo o por el tamtam), pero es que mi cumple ha salido en Cadena Ser Aragón, y eso es cosa de Esperanza Sánchez Molina, que me tiene más aprecio del que merezco (va y no se le ocurre otra cosa que felicitarme en antena y comprometerme, junto con su interlocutor Juanjo Hernández) a que pida, para mañana, una canción dedicada. Ya la he pedido, mañana la oiréis de 12:30 a 13.

Después llegan la interrupción de siesta, las llamadas de los vídeo-sobrinos, o las vídeo-llamadas de sobrinos, que ya no sé. El último que felicita a las 23:59...

Y, ya está... Pues no. que una fiesta no puede durar menos de tres días y mañana habrá quien volverá a hacerme feliz el día 3, porque las felicidades con retraso siempre son felicidades de recuerdo, esas golosinas que te guardas para mañana porque no puedes saborearlas todas hoy.

Tenía preparado un poema de Idea Vilariño para agradeceros vuestras felicitaciones, pero me ha salido este texto largo en el que también tiene cabida ella que siempre cabe en una alegría o en una pena.

Soy mi padre mi madre
soy mis hijos y soy
el mundo soy la vida
y no soy
nada nadie
un pedazo animado
una visita
que no estuvo que no estará después.
Estoy estando ahora
casi no sé más nada
como una vez estaban
otras cosas que fueron
como un ciclo lejano
un mes una semana
un día de verano
que otros días del mundo
disparo

viernes, 7 de agosto de 2020

Marivent o la historia de un expolio

Trabajé en Mallorca allá por el año 84 y me alojaba al pie del castillo de Bellver, en una pensión de la calle 2 de mayo. Para ir a mi colegio en Paguera o la playa más cercans, Cala Major, pasaba a diario por delante del famoso Palacio de Marivent, colgado sobre el acantilado de la cala y residencia vacacional de la monarquía española cuya presencia se notaba por el despliegue policial que lo acordonaba.

En unos días veremos en la prensa la tradicional foto familiar de los monarcas en sus jardines y daremos por hecho que se retratan en su casa, sin embargo, el edificio ni pertenece a la real casa ni cumple la función que previó su propietario y donante, el ingeniero de minas y pintor "Joan" Saridakis, sino que es el fruto de un expolio, de un abuso más de esta familia.

El palacio de Marivent o, mejor, can Saridakis, como lo conocen los isleños, lo mandó construir el artista enamorado del entorno y se instaló allí en 1925. El tiempo y su fortuna, extraída de las minas de Chile, llenaron la residencia de una extraordinaria colección de cerámicas, esculturas y pinturas que, según el catálogo que se hizo en 1978, llegaban a las 1.300 obras de Miró, Picasso, Rusiñol, Sorolla, Delacroix, además de una colección de 2.000 valiosos libros y muebles artesanales.

En 1965, dos años después de la muerte de Saridakis, su viuda cumplió la voluntad del difunto y donó la finca y su contenido al pueblo balear a través de la Diputación Provincial, estipulando en el contrato de donación, entre otras, las siguientes condiciones:

  • Que los bienes donados debían destinarse a perpetuidad a la instalación de un museo de arte provincial y servicios culturales y de enseñanza y adiestramiento artístico complementario.
  • Que si la residencia de Marivent no se destinaba al uso deseado por el fallecido pintor y su esposa durante un período superior a seis meses al año, el palacio debía ser devuelto a su donante o a sus herederos.
Pues bien, en el año 1973, el entonces príncipe Juan Carlos y su familia "okuparon" el palacio expoliando de facto el patrimonio al pueblo mallorquín. De hecho, Carlos Hermann Marconi, hijo de la segunda esposa de Sardakis, Anunciación Marconi Taffani, demandó a la institución por incumplimiento del contrato de cesión y, si bien hubo de renunciar (a buen precio, por cierto) a la propiedad del edificio, consiguió en 1988, y tras un largo litigio que se inició quince años antes, el reintegro de las obras de arte y mobiliario del palacio que, por descontado, Patrimonio Nacional se ocupó de redecorar.

Durante mi estancia en la isla, yo, como muchos mallorquines, solicité repetidas veces a la Diputación como usufructuaria del palacio, ejercer mi derecho a la visita del edificio, su colección artística y sus jardines y siempre obtuve la misma negativa por razones de seguridad. Unas razones de seguridad que no eran sino la constatación del expolio que el pueblo balear, yo entre ellos como residente, habíamos sufrido.

Toma el dinero y corre

 Con mis respetos (al Woody Allen de entonces)


sábado, 20 de junio de 2020

De esta no saldremos mejores

"De ésta saldremos mejores" ha sido una de las divisas del confinamiento, hubo quien redondeó la idea con otras afirmaciones: que si veríamos el mundo de otra manera, que si aprenderíamos mucho, que si nos querríamos más individual y colectivamente, hasta al planeta lo íbamos a cuidar más. Pero no, parece que no sólo no hemos salido mejores sino que hemos aprendido a odiar más y mejor o, al menos, que la pandemia ha sacado a la luz lo mejor de muchos y lo peor de otros.

Sólo son cuatro ejemplos de esta pandemia de odios que parece haberse desatado también por contagio y para la que no sirve más profilaxis que la denuncia y el repudio. El huevo de la serpiente está incubado por líderes cuyo único argumento es sembrar rencor mediante un discurso que no atiende a los datos objetivos sino a un andamiaje ideológico que se construye desde la negación de la verdad y, curiosamente desde el apoliticismo. 

Por lo visto, en España sólo estamos politizados en la izquierda, toda esta gente que hace del odio su argumento se declara apolítica, más o menos como lo hacía Franco. El pasado viernes, sin ir más lejos, a la hora del vermú, me senté en la terraza del bar de abajo, después de una mañana de trabajo. Dentro, y sin ninguna medida preventiva, como de costumbre, se desarrollaban dos tertulias a grito pelado de esa especie a la que podríamos denominar como los EAI (expertos apolíticos inmunes): Acodados en la barra, cuatro militares más jóvenes que yo, pero que llevan en la reserva más de una década, despotricaban contra Pedro Sánchez, "el coletas", Fernando Simón, los ministros podemitas y toda esa tribu, regando su discurso con cervezas e intercambio salivar dada su proximidad y su enfervorizada dialéctica. Alrededor de una mesa, media docena de jubilados hacían lo propio al amor de sus cortados o sus vinos. 

Y es que los partidarios de la política parlamentaria macarra y tabernaria son los mismos que la practican en los bares, las galerías de tiro, los tweets pasados de rosca o las amenazas anónimas y para que éstos sigan con sus diatribas sobreactúan sus (de ellos) señorías macarras.

miércoles, 17 de junio de 2020

Date al demonio

Mucho se esta hablando estos días de la presencia del diablo en la investigación contra el COVID19.
- Aunque el melón lo abrió el ex-ministro Jorge Fernández Díaz hablando de los planes del demonio para poseer España, cual si de niña del exorcista se tratara.
- Lo del cardenal Cañizares fue muy sonado, que las vacunas son cosas de Satanás y se hacen con fetos, según sermoneó el hombre de la capa de 5 metros en la homilía (¿arenga?) del Corpus.

- Como éramos pocos, parió la abuela en forma de presidente (léase dueño) de la Universidad Católica de Murcia diciendo que las vacunas las carga el diablo.
No sé si nos confinamos un 14 de marzo de 2020 y nos estamos desconfinando en la noche de los tiempos, si se nos ha ido la olla o es que ya éramos así antes y no nos habíamos enterado. ¡Cómo están las cabecicas!

domingo, 29 de marzo de 2020

A dónde van los besos


Victor Manuel se preguntaba en una canción de hace veintisiete años que "¿a dónde van los besos?, los que no damos y los abrazos que no llegamos a dar.

Estos son días de besos y abrazos pendientes y, por tratarse de una contabilidad de pago y cobro ineludible, me he abierto un libro de registro, uno de aquellos viejos libros de cuentas con columnas para el debe y el haber. En mi libro no hay restas, todo suma, los que he comprometido y los que me adeudan, porque todos los importes serán satisfechos cuando llegue el momento.



Sólo hay dos, muy dolorosos, que cuando esto acabe, si lo acabo con bien, quedarán sin entregar, en ese lugar al que van los besos que no damos, porque sus dos destinatarias ya no tienen señas adonde enviarlos y tuvieron que marcharse en soledad. Voy a probar a lanzarlos al viento desde aquí.

viernes, 17 de enero de 2020

Pin parental, menos mal que me voy

Jamás hubiese pensado escribir en un titular: "si lo sé no vengo" refiriéndome a la enseñanza de mis amores, pero es que esto del pin parental (Pin neandertal, veto parental, censura parental...) supera todas mis expectativas. Llevo rumiando hace tiempo aquello de que involucionamos a marchas forzadas, de que el coeficiente de gilipollez de esta nuestra sociedad va en aumento en la misma medida que crece la desafección social por la política y preferimos (el centro izquierda - izquierda sociológico o librepensante) preservar nuestras esencias personales que mojarnos en las batallas que nos molaban en los ochenta o antes, presos del desarme sociopolítico al que hemos estado sometidos desde que un tipo apellidado Guerra desarmó el tejido social de este país para que dejara de ser un tejodo gubernamental (empeño en el que han seguido todos sus subsiguientes).


El caso es que ahora los padres y las madres murcianos (marcianos diría yo sin ánimo de ofender, por la marcianada que supone el caso y que amenaza con extenderse a un Madrid que, al fin y al cabo, está gobernado por una marciana, esta vez, sí, con ánimo de ofender) pueden impedir que su vástago o vástaga asista a una actividad relacionada con la diversidad sexual, por ejemplo; con la diversidad cultural, por ejemplo; con la diversidad política o con cualquier tipo de diversidad sea de la clase que sea, que la diversidad es muy, pero que muy peligrosa (actividades, todas ellas, previstas en la programación general anual aprobada por quien corresponda administrativamente y coherentes con el currículo vigente de la etapa que cursen). Esto quiere decir que, a saber: si papá es homófobo su criatura no puede asistir a una charla sobre sexualidad tan diversa como real; si mamá es xenófoba puede vetar la participación de su infante en las jornadas multiculturales (esas en las que las familias llevan dulces marroquíes, salados rumanos y guisos dominicanos que, junto con los melocotones de la zona, se degustan con alborozo en el recreo); si la abuela fuma, sus nietos y nietas no van a poder ir a una actividad preventiva del tabaquismo en la adolescencia, ni si el abuelo wapea a la otra correpondiente; si al hermano mayor le molan más los chuletones que las acelgas, la hermana pequeña tendrá censurado participar en la campaña de frutas en el recreo, ni mirarlas, oiga; si tío Eddi (que Eduardo no vale para ese oficio) es croupier y, con los 6000€ mensuales de propinas en el casino subvenciona a Vox o a C's, por ejemplo (que al PP ya lo subvencionan los empresarios corruptos), el sobrinerío moralmente no puede acudir a una charleta sobre los riesgos del juego; si los progenitores son empresarios corruptos que proporcionan mordidas al PP, por ejemplo, su prole puede salirse de clase cuando se hable de ciudadanía responsable o de la currupción político-empresarial, que seguro que les toca por algún lado; si la familia consume sustancias psicotrópicas, pueden prohibir a la zagalería acudir a eventos de la asociación de ayuda contra la drogadicción, o si hay un ascendiente del barça, el alumnado tiene derecho, previa autorización paternal, a ausentarse cuando se hable de la victoria del Madid o viceversa. Sólo por poner algún caso.

A ver: la familia tiene el deber de educar y lo hace (o no y a la vista está) según su conciencia, sin más intromisiones gubernativas que las derivadas del mal uso de la patria potestad y siempre por orden judicial, pero la educación ciudadana corre a cargo de las administraciones y a ellas corresponde el marco curricular que la desarrolla, y a los centros educativos, como parte de esas administraciones y dentro de su autonomía docente, desarrollarlo de acuerdo a la normativa vigente. El deber del estado y de sus administraciones a formar ciudadanos y ciudadanas libres es insoslayable y no puede haber familia alguna que se oponga a ello porque en un Estado (sí, esta vez con mayúsculas) que asume las convenciones internacionales (derechos del niño de la ONU incluidas) y su propia Constitución no caben las decisiones, por muy familiares que sean, que las contradigan, al menos, de puertas afuera del domicilio familar (de los adentros ya se ocupará el tiempo y el principio de oposición adolescento-parental, espero). 

¡Me cansa tanta estupidez!

La violencia contra los docentes según el evangelio de ciudadanos

Acabada la semana abro el periódico y me encuentro con que el partido ciudadanos de Aragón ha presentasdo una pregunta al consejero de educación, Felipe Faci, para que (según Europa Press),  explique qué acciones está llevando a cabo el Departamento de Educación para disminuir los casos de acoso y de violencia contra el profesorado en los centros docentes de la Comunidad autónoma. Agradezco sinceramente a Ciudadanos su preocupación por los docentes y la calidad de la enseñanza que, según ellos, las amenazas, el acoso y la violencia sobre el profesorado son un síntoma de mala calidad educativa y necesitamos mantener el respeto adecuado sobre los docentes, lo que redundará también en una sociedad más justa y que demuestre que la convivencia es un pilar fundamental.
Y es cierto, la violencia contra los docentes es un problema, tan cierto como que es un problema residual en la Comunidad Autónoma de Aragón, al menos en lo que a casos graves se refiere.

Foto de 20 minutos
Como docente que ha trabajado con jóvenes procedentes del fracaso escolar (académico o comportamental), tanto en educación de las personas adultas con adolescentes desde los 16 años, como en enseñanza secundaria, en UIEE (unidad de intervención educativa específica) como en PCPI, programas ambos que amparaban a alumnado con problemas académicos y, muchas veces, conductuales; muchos de ellos no eran fáciles y los que no lo eran provenían de situaciones familiares o socio-económicas nada favorables; trabajando entre ellos me he encontrado con situaciones de violencia, verbal o física y ninguna de ellas ha conseguido sobrepasar mi capacitación docente, probablemente haya tenido suerte, la misma que tienen otros compañeros y compañeras que se dedican a este oficio con esos chicos y chicas y que suponen, no un problema, sino un reto permanente para intentar recuperarlos, a algunos para el sistema educativo (y he vivido casos en primera persona que hoy son graduadas universitarias) o, al menos para la sociedad (y ahí tengo más casos todavía).

Mire señor Trullén (portavoz de educación de C's en las Cortes de Aragón), si lo que quería era logar un titular en la prensa, lo ha conseguido, pero pequeñito, eso sí, que su loable preocupación no ha pasado de un breve en los medios; si su intención era hacerse un selfie con algunos sindicatos corporativistas y sus afiliados que andan siempre a vueltas con ese tema y que, es cierto, les atrae más afiliados que la mejora de la calidad de la enseñanza, seguramente también lo habrá logrado, siempre y cuando les avise, que no suele ser gente de leer mucho las noticias educativas. Pero si lo que pretende es sembrar una alarma social y magnificar un problema que apenas existe, al menos en casos graves y que, en la mayoría de las ocasiones se gestiona desde la propia competencia docente de enseñantes sobradamente preparados, está usted haciendo un flaco favor a la dignidad de la enseñanza e, incluso, a sí mismo, por intentar hacer una montaña de lo que es un grano de arena. Por cierto, si quiere mejorar la calidad de la enseñanza, hable con sus colegas de Murcia sobre el tema del  llamado pin parental o, si lo prefiere, retírese  del oficio político que andamos sobrados de tremendistas, alarmistas y manipuladores.


domingo, 5 de enero de 2020

Presiones ¿democráticas y constitucionales?

Mientras en esa especie de gallinero en la que hoolligans electos están convirtiendo el Parlamento español se dirime la investidura o no de Pedro Sánchez, los diputados y diputadas partidarios del sí al supuestamente futuro o de la abstención que la facilitaría, reciben presiones, supuestamente de esos que reclaman democracia y Constitución porque, según ellos, dialogar y llegar a acuerdos no es ni democrático ni constitucional.

Ayer me desayuné con el asombroso anuncio de un boicot a Teruel por la postura de Teruel Existe en ese acto de investidura. Menos mal que la reacción del personal (turolenses en particular o aragoneses en general, vecinos valencianos o de otras comunidades del territorio patrio, especialmente de esos territorios vaciados) no se hizo esperar y Teruel se puso, por una vez, en el mapa de las redes sociales y los trendig topic y el boicot se ha saldado, de momento, con un aplastante apoyo a la provincia y a sus encantos. Al hilo de esto escribía ayer en mis redes que:

¡Hay que joderse! antes de #BoicotTeruel Yo pensaba que los españoles muy españoles y mucho españoles iban contra los españoles poco españoles y nada españoles y ahora resulta que van contra los otros españoles, muy españoles y mucho españoles que no son españoles, muy españoles y mucho españoles como quieren ellos.

De eso se trata, precisamente, para los supuestos demócratas patritoeros y pseudoconstitucionalistas: mi pensamiento es el frasco que alberga todas las esencias y tú eres una mierda si no piensas como yo.

La investidura no va a estar exenta de sorpresas y el recuerdo del Tamayazo resuena en mi memoria como si fuera hoy: entonces dos diputados madrileños del PSOE se vendieron a los intereses económicos e inmobiliarios y permitieron la investidura de Esperanza Aguirre (es curioso que siempre sean los mismos protagonistas); ayer Ana Oramas anunció el cambio en el sentido de su voto de una forma sospechosamente inesperada y contra la decisión de Coalición Canaria a quien representa (algún día se sabrá la razón del cambio de esta mujer). Desde el inicio del pleno, han numerosos parlamentarios y parlamentarias han denunciado presiones similares a lo ocurrido con  el boicot a Teruel. Así, y sólo por poner un ejemplo, a la socialista Beatriz Corredor, la llamaron puta por apoyar la investidura.


Otros muchos han sido tachados de traidores, como le ha pasado al diputado de Teruel Existe, Tomás Guitarte quien, además de soportar el odio de Santiago Abascal, se ha encontrado con que los muros de Cutanda y Navarrete, su pueblo, han aparecido con pintadas en las que se le acusa de traidor y separatista.



La democracia es diálogo y la Constitución es la semántica de ese diálogo, a partir de ahí, la legitimidad la dan las urnas y cualquier consenso nacido de las elecciones está legitimado por la representatividad. Me asquean los salvapatrias que se ponen la piel de cordero democrática para salvar el trasero con el que se cagan en la democracia y la Costitución.

miércoles, 1 de enero de 2020

Las banderas del siglo XXI

Empezaré el año con mala leche, que se me da muy bien: hace días que se me viene a la memoria un acontecimiento protagonizado por Jorge Azcón, actual alcalde de Zaragoza (la ciudad donde nací) creo que por la gracia de Dios, porque otro mérito no se le conoce. Miento, para ponerme a su altura, sí se le conoce uno: ser embustero y mucho. Resulta que se juntaron en el pabellón Siglo XXI de Zaragoza gentes de diversa procedencia (de izquierdas, aclaro, que los otros no se juntan para esas cosas), para hablar sobre los derechos a decidir y todo eso, y se juntaron allí. El entonces líder (o lo que fuera) de la oposición, Jorge Azcón, empezó a malmeter (malmentir, diría yo) en las rede sociales diciendo que habían quitado las banderas del pabellón que albergaba el encuentro porque había personal independentista que no se sentía bien con la bandera española en la puerta del evento. Y, al hilo de sus embustes, allá que se fueron los mejores de cada casa, patriotillas ellos a reclamar la reposición de las enseñas y, por ende, a espetar sus proclamas franquistas, que no patrióticas; al final, los allí reunidos tuvieron que salir bajo protección policial sin que, dicho sea de paso, la policía identificara a ninguno de los energúmenos convocados, ni siquiera cuando Violeta Barba (ojo, la segunda máxima autoridad de Aragón, como presidenta de las Cortes) recibió un botellazo; en realidad, los únicos identificados fueron los acosados, a los que un juez llamó a declarar. Al engaño contribuyó esa especie de hoja parroquial reaccionaria que tenemos por periódico dominante en la región y que se llama Heraldo de Aragón (hay una revisión llamada errado de Aragón que le cuadra más por aquello de contrastar las informaciones), cuyas páginas se ocuparon de llamar al orden de manera tan interesada como mendaz.



Con el paso del tiempo (concretamente desde el 26 de mayo, fecha en la que Azcón con esta y otras trolas se hizo con la alcaldía zaragozana) he comprobado que jamás, y digo jamás, están izadas las banderas en los mástiles del edificio, como se ocupó de aclarar el, entonces, alcalde Santisteve (el mismo que dilapidó su renta electoral con tontadas varias), y mira que paso veces cuando salgo de Zaragoza, con lo que compruebo que el actual alcalde Azcón, el mismo que hurta derechos sociales a los desfavorecidos para poner bombillas de navidad, está en la alcaldía gracias a esos votos amantes de la mentira que quieren creerse. Y mientras, el titular de "el diario.es" decía una dolorosa verdad: "la democracia rodeada en el Siglo XXI", Así estamos, en una democracia rodeada y lo cuento porque todavía tengo memoria.

Feliz 2020

Hoy toca arrancar la portada del almanaque, ese calendario diario de taco que ya habita en el seno del olvido. Algún día del mes de diciembre, más cerca que lejos de las navidades, me asomaba a la calle cuando escuchaba la cantinela anual: "¿Quién me compra el calendario o taco para el año que vieneeeeeeee?" Garrampas era uno de aquellos buhoneros que recorrían los pueblos para ofrecer su género; no recuerdo nada más de su aspecto que las convulsiones que le sacudían de vez en cuando (de ahí el sobrenombre de garrampas) y la voz aguda con la que pregonaba por las calles de Villafranca su cantinela mil veces repetida "¿Quién me compra el calendario o taco para el año que vieneeeeeeee?". Y es que Garrampas, cuando yo era un zagal, era vendedor ambulante y callejero de almanaques. No sé si mi madre le compró alguna vez, en casa ya teníamos el de San Antonio que llegaba con la suscripción al mensajero, pero los finales de año los relaciono con la presencia de Garrampas voceando su mercancía por el barrio bajo, el mío.