miércoles, 3 de julio de 2019

Inclusión

Hace un tiempo, una madre con razones, pero no todas, me discutía en las redes acerca de quién enseña y quién educa y me respondía con una frase no exenta de razón que puede conducir a alguna sinrazón: la familia educa, la escuela enseña.

Ahora, que ha saltado a los medios la noticia del la expulsión de Inés, una niña con necesidades especiales, en un campamento de inglés, me vuelve la idea de esta madre a la cabeza y me reafirmo en mi tesis: la familia tiene la obligación de educar y la escuela tiene la obligación de educar..



Pero la obligación de educar en la escuela es ineludible cuando la educación que proporciona la familia es moralmente reprobable y en éste, y en otros muchos casos, lo es. En esta sociedad que tiende más hacia la distopía egoísta que propugna el capitalismo en vez de hacia la utopía igualitaria y fraternal que nos legó la Revolución Francesa, la escuela intenta hacer bandera de la inclusión porque la sociedad no es inclusiva, porque muchas de las familias que la componen desconfían del diferente, marginan a quien tiene capacidades diferentes e inculcan valores éticamente despreciables y democráticamente reprobables.

Cuando las familias son moralmente discapacitadas (y es la discapacidad moral la única discapacidad rechazable) y proporcionan a sus hijos e hijas una educación éticamente inaceptable, la única referencia moralmente justa e inclusiva que tienen el alumnado es la que puede proporcionarles la escuela, aunque su capacidad para imponerse sobre la mala educación familiar es escasa.

Diverbo (que, por cierto, ha cerrado su página web temporalmente, incapaz de asumir su propia vergüenza), la empresa promotora del campamento, debería perder su licencia educativa de inmediato y la familias que han provocado la expulsión con sus mensajes cruzados (cosa, por otra parte, tan común como venenosa en el ámbito educativo), llamadas a testificar en la denuncia que CERNI ha presentado ante la fiscalía para que, también allí, hagan gala de su bajeza moral más propia de nazis que de ciudadanos supestamente normales.