Hoy toca arrancar la portada del almanaque, ese calendario diario de taco que ya habita en el seno del olvido. Algún día del mes de diciembre, más cerca que lejos de las navidades, me asomaba a la calle cuando escuchaba la cantinela anual: "¿Quién me compra el calendario o taco para el año que vieneeeeeeee?" Garrampas era uno de aquellos buhoneros que recorrían los pueblos para ofrecer su género; no recuerdo nada más de su aspecto que las convulsiones que le sacudían de vez en cuando (de ahí el sobrenombre de garrampas) y la voz aguda con la que pregonaba por las calles de Villafranca su cantinela mil veces repetida "¿Quién me compra el calendario o taco para el año que vieneeeeeeee?". Y es que Garrampas, cuando yo era un zagal, era vendedor ambulante y callejero de almanaques. No sé si mi madre le compró alguna vez, en casa ya teníamos el de San Antonio que llegaba con la suscripción al mensajero, pero los finales de año los relaciono con la presencia de Garrampas voceando su mercancía por el barrio bajo, el mío.
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