La jetocracia es una forma de ejercer el poder y, por derivación, la economía o el control social que, partiendo de los principios de la democracia representativa, obtiene el mandato popular mediante un sistema electoral que no es proporcional a los votos emitidos y haciendo públicas, para el convencimiento del electorado, promesas que serán incumplidas de inmediato sin que ni la justicia ni ninguna asociación de consumidores que se precien demanden al anunciante por publicidad engañosa ni los votantes puedan reclamar la devolución del pago (en este caso el voto) por haber elegido un producto defectuoso o embustero.
Sus actos se fundamentan en una supuesta legitimidad que dan los votos (contabilizados aplicando el sistema llamado d'hondt, más conocido como el modelo aritmético cascala, que cumple el mismo principio que la propia jetocracia: más para el que más tiene) que son utilizados como si fueran hipotecas a cuatro años, vínculos indisolubles entre electores y elegidos. Los habituales incumplimientos electorales confieren a la mencionada legitimidad el carácter no ya de cesión de soberanía popular, que sería preocupante, sino de apropiación indebida de la misma que es, a todas luces, contraria a derecho: si el poder reside en el pueblo, se desahucia al pueblo y ya está, es el lema a seguir.
Como ejemplos de jetocracia, adjuntos algunas imágenes recopiladas (sólo) durante unos días del mes de noviembre
Al amparo de su poder, los jetócratas toman el poder de los ciudadanos para cederlo a los mercados; recaudan impuestos al pueblo para donarlos a los bancos (que a su vez lo utilizan para devolver a otros bancos, los alemanes, lo que les deben); destruyen el tejido productivo para controlar el tejido social; empobrecen a las personas para enriquecerse a sí mismos; reducen los derechos ciudadanos cuando les place, y recortan los beneficios sociales a cambio de los cuales los contribuyentes abonan sus impuestos, de forma que los recortes en la educación, la sanidad, los servicios sociales en general, las infraestructuras, la creación de empleo o la ayuda a los desempleados pasan a engordar los bolsillos de los jetócratas, los bolsillos de sus amigos banqueros, oligarcas de la economía o simples chupóptros (a todos ellos conceden prerrogativas sobre el pueblo a quien pueden timar, estafar, desahuciar, esquilmar, robar, vapulear, agredir, insultar o, simplemente joder en cualquiera de sus acepciones...); también pueden pasar a engordar sus egos en forma de grandes obras inútiles que inauguran a bombo y platillo.
Como último ejemplo, a saber: todos los que han regularizado su dinero negro en la incomprensible amnistía de hacienda (menos de la mitad de los previstos) podrán seguir teniendo su dinero en Suiza. Los demás no, ni siquiera nos queda dinero para tenerlo en ningún lado.
Dicen que quedan dos parejas de jetócratas honrados en la sierra de la Virgen, pero sólo se han podido encontrar sus huellas y no ha sido posible visualizar a los individuos, por lo que esta teoría queda pendiente de demostración fehaciente.
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