Aviso previo: el palabro es correcto y novedoso donde los haya.
Introducción/presentación
Vivimos tiempos revueltos y en el mismo vaso se mezclan la cazalla áspera de la crisis con sus recortes y sus agresiones, con el moscatel de la indignación, las movidas sociales y esa revolución siempre pendiente y siempre necesaria.
A diario vemos fenómenos nuevos en nuestra sociedad y encontramos personal rodeando el Congreso, construyendo mareas multicolores que ocupan las calles, participando (o no) en huelgas de alumnos o de padres, arrojándose por la ventana en los momentos previos al desahucio o ejerciendo de mayoría silenciosa a los pies de su patrona santa Teuve Digital Terrestre. La oligarquía financiera dice que esto se arregla construyendo más pisos y asegura que no se pone nada; la oligarquía política lo mismo ve brotes verdes que amenaza con que esto está muy mal, lo que me hace temer que los brotes sean de cannabis; la oligarquía sindical sigue a lo de siempre: ¿y de lo mío qué?; la oligarquía empresarial aplaude las medidas del desgobierno siempre y cuando sean las que ellos sugieren, que siempre son, y el desgobierno, pues eso, desgobernando a sus anchas a costa de una mayoría absoluta que no tienen si echamos las cuentas bien echadas (los votos a los demás + los no votos en cualquiera de sus variantes).
En este contexto, se hace necesario un nuevo lenguaje que nos ayude a entender lo que está pasando. Conceptos nuevos que permitan comprender de qué hablamos y de qué hablan dependiendo de quién hable. Por eso comenzamos aquí una serie que puede dar de sí o de no lo que sea y que se llama Bocavolario, nuestro primer concepto.
Bocavolario: Se entiende por Bocavolario el conjunto más o menos complejo de términos que componen el idioma o lenguaje imprescindible para comprender los tiempos que corren. El Bocavolario varía según la comunidad autónoma; el tipo de hablante, según pertenezca al pueblo, a la oligarquía social, económica o política; el empleo del hablante, pues no usa el mismo Bocavolario una delegada del gobierno que un oficial fresador, o el nuncio de la Santa Sede, por ejemplo, aunque utilicen las mismas palabras.
Etimológicamente proviene del latín bucca y del verbo, también latino, volo/velle (querer, desear), del que proviene voluntas (voluntad). Podría traducirse por de mi boca sale lo que quiero, aunque sería más acertado usar sus formas coloquiales: digo lo que me da la gana, lo que me sale de...
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