lunes, 31 de diciembre de 2018
Con mis mejores deseos y de buen rollito
domingo, 30 de diciembre de 2018
El árbol de los deseos para 2019
domingo, 30 de septiembre de 2018
Ser tecnológicas o no ser tecnológicos, esa no es la cuestión
Cada cierto tiempo reaparece este debate cuando debería estar superado hace años. Es un melón permanentemente abierto que se empezó con la llegada de los primeros ordenadores a las aulas y que, dependiendo no sé si de los astros o de los intereses, llamémosles, socioculturales, sociopolíticos, mediáticos... sigue ahí.
En los últimos tiempos me ha extrañado la omnipresencia mediática de Catherine L'Ecuyer: RTVE, la SER, El País... Que no es sino una punta de lanza de un negacionismo tecnológico más extendido, natural o artificialmente, interesadamente a veces (como diré luego) y que acompaña a otros negacionismos (las vacunas, el evolucionismo..., que parece que la involución está de moda en esta supuesta modernidad de pacotilla) y a los que tenemos que enfrentarnos desde la razón práctica. El reinicio de este debate pedagógico-ideológico ha coincidido en el tiempo con el reinicio del debate político en términos parecidos, en las Cortes aragonesas, la diputada popular Ferrando propuso también esta polémica (en una puntada cuyo hilo ni es pedagógico ni de preocupación sincera, me temo) y a ese trapo entró nuestra institución autonómica creando una comisión que, espero sea coherente en contenidos y participantes. Y no es el único sitio donde se ha levantado la misma liebre, también en el gobierno de España.
Comenzaré diciendo que estoy de acuerdo con Mme. Lecuyer en muchas de sus tesis, no tanto por sesudas como por razonables (es cierto que la vida es interesante y emocionantemente asombrosa, no en vano a eso me dedico con desigual suerte: a que la vida sea un aliciente en la educación); pero continuaré diciendo que en el caso de los dispositivos (no los llamaré móviles porque son múltiples y variados) discrepo de ella y calificaría su postura parafraseando el refrán como de: "estudios vendo que para mí no tengo" (y es que siempre se ampara en estudios científicos para negar la mayor cuando lo razonable sería, como hacemos quienes educamos desde la experiencia, estar en una duda permanente que nos reconstruye cada día). Y si bien es cierto que estudios hay, y son serios y rigurosos, irreprochablemente bien construidos por método, por cada uno que demuestra los problemas que provocan los dispositivos, hay otro, igual de serio y riguroso e irreprochablemente metódico que demuestra lo contrario. Y también igual de interesado, porque todos los estudios científicos lo son, desde el momento en el que pretenden demostrar una tesis previa, no se trata de descubrimientos, recuerdo, sino de estudios amparados en datos serios, rigurosos e interesados y métodos irreprochables.
En el debate que daba paso a las conclusiones del II Congreso de Innovación Educativa en Aragón, hubo quien se escandalizó cuando Rosa Liarte respondió a Catherine L'Ecuyer que estaba harta de estudios científicos (más o menos textual). Los escandalizados se avergonzaban de que un auditorio de docentes apoyase semejante afirmación tan poco rigurosa: confrontar la impresión con la estadística ¡Qué barbaridad! (Una vez más algún árbol les impidió ver el bosque). El caso es que estoy con Rosa Liarte supongo que por es escepticismo que que enseñan las humanidades. Por poner un supuesto ejemplo basado en reseñas reales: Marcial, fallecido recientemente de cirrosis era, además, fan de los estudios científicos y siguió al pie de la letra algunos de ellos, que pueden encontrarse en la prensa, rigurosamente serios, según la universidad de tal o de cual:
- La cerveza reduce el colesterol y retrasa el envejecimiento, cantidad recomendada 1 ó 2 al día.
- El vino tinto está asociado con la longevidad, contiene hierro, sales minerales, ataca a los virus de la poliomielitis y el herpes, es antiséptico, antialérgico, reduce el riesgo de cáncer... Cantidad recomendada: 1 ó 2 copas al día.
- El vino blanco y los cavas son ricos en tartratos y en sulfatos de potasio que actúan sobre los riñones, asegurando así una mejor eliminación de toxinas. Cantidad recomendada 1 ó 2 copas al día.
- Según el profesor de inmunología Eduardo Muñoz, de la Universidad de Córdoba, el consumo moderado y continuado de bebidas blancas de alta graduación también tiene efectos positivos sobre el organismo.
- Se puede afirmar que beber medio vaso de whisky al día, por ejemplo, es positivo para el organismo.
Por poner un ejemplo, cuando Montserrat Gomendio Kindelan, secretaria de estado de educación con el Ministro Wert, degolló el proyecto Escuela 2.0 afirmando que "llenar de ordenadores las aulas no ha demostrado ser académicamente rentable" (lo de la rentabilidad académica tiene mucho de PISA y poco de Freire) y alegando que "hay estudios que confirman mejores resultados entre los alumnos que no trabajan con ordenador en clase que los que sí lo hacen", se hizo escoltar, en los días previos, por una campaña "periodística" en ABC que, día sí, día también, se hacía eco de un estudio de la CECE(1) (patronal de la enseñanza privada) en el que se negaban las bondades de la tecnología mientras sus centros, muchos de ellos elitistas, aparecían en los periódicos diciendo que sus alumnos de bachillerato iban a llevar el iPad a clase. Era obvio que ese estudio y la campaña de ABC no tenían otro objeto que dar razones al ministerio para desarticular el programa Escuela 2.0 que afectaba única y exclusivamente a la educación pública.
Un poco antes, cuando Aragón fue pionero en el programa "Pizarra digital", precursor del Escuela 2.0, el Departamento de Educación, y tras 3 años de su implantación, encargó a la Universidad Autónoma de Barcelona un estudio exhaustivo y, obviamente, igual de interesado en su encargo aunque sin consignas en los resultados (lo certifico porque lo viví como currante) en el que aparecían resultados como éstos (aclaro que mi selección es interesada, pero que ningún ítem del estudio es significativamente negativo):
ACUERDO CON EL PROGRAMA
(Sobre 5)
(Sobre 5)
El alumnado, pensaba que...
Al finalizar el primer año de Pizarra digital (modelo 1 a 1), yo hice mi propio estudio interesado, muy de andar por casa, pero muy revelador: reuní a una docena de maestros y maestras del medio rural, con más de 20 años de experiencia docente en lo que entonces se llamaba el ciclo superior y les planteé una sola pregunta: ¿el uso de las tablets en el aula, mejora el aprendizaje de nuestro alumnado?. Y 12 de 12 me dieron una respuesta taxativa: Sí. Tanto consenso en educación es raro y por eso doy a mi estudio de andar por casa un gran valor. Después hicimos otras matizaciones, muchas, porque nada en el proceso educativos es blanco o negro ni siquiera es gris permanentemente, sino de muchos colores.
Mi propia experiencia, me dice lo mismo: el uso adecuado de los dispositivos (y añado lo de adecuado muy intencionadamente), es beneficioso para el aprendizaje en todas sus facetas. Podréis pensar: "claro, es que jR2.0 es un tecnófilo" y os equivocaréis. Soy tan partidario de integrar las TAC en el aula como convencido de que las humanidades en el sistema educativo han de tener un papel predominante, de que es más importante ejercitarse en la gramática parda que en la meramente lingüística, de que la palabra es la máquina más potente y de que son necesarios gigas y gigas de inclusión, por no hablar de la imprescindible fuerza del pensamiento compartido.
Y por eso mismo soy un convencido de la introducción de los dispositivos (múltiples, que no están los tiempos para rechazar lo que maneja cada niño o lo que está a disposición de cada niña) en las aulas; a mí me han dado buenos resultados y como he tenido la suerte de tocar muchos pitos en educación, doy un repaso nivelar: han sido útiles en primaria, como profe de lengua nunca he conocido una herramienta más potente de producción de textos, como profe de plástica, la pantalla es una fuente de creatividad que todavía no está suficientemente explorada en la escuela (hablo de estas dos áreas y no de otras porque de las dos tengo publicados recopilaciones competenciales para trabajar con alumnado). Me han sido muy útiles en secundaria y han sido mi mejor aliado como profe de sociales, pues la mejor manera de conocer el medio geográfico e histórico es estudiarlo sobre el terreno (que no en un libro de texto) y los dispositivos son las mejores herramientas para la investigación, la toma de información, la gestión y el análisis de lo investigado y la publicación de conclusiones (y también tengo trabajos competenciales publicados). Los dispositivos me han resultado imprescindibles en la motivación del alumnado de formación profesional inicial y en el proceso de educación permanente de las personas adultas. Es lo que yo conozco y de eso hablo.
Mi experiencia me dice que los dispositivos han sido, están siendo, unos acompañantes eficaces de la innovación educativa. Que sirven para cooperar mucho más de lo que se cooperaría con las fichas, las hojas de actividades de los libros de texto y con los cuadernos Rubio; que, en este sentido, están ayudando a volver a cambiar la fisionomía de las aulas porque cada vez veo más agrupaciones alrededor de una pantalla que sustituyen a las mesas en fila india y bien separadas por pasillos.
Los dispositivos son una vía de inclusión: ayudan a equilibrar la diversidad, la funcional, la cultural, la de género y son un medio de compensación social. Decía Myriam Nemirowsky, una de las grandes formadoras en materia de lectura y escritura desde una perspectiva constructivista (y la cito más o menos de memoria) que los dispositivos son un medio de compensación social, que si están en las casas (o en la vida) deben estar en las aulas, pero que si no están en las casas, con más razón, tienen que estar en las aulas, para evitar esa brecha digital que se produce por razones socio-económicas y que, tal vez, sólo tal vez, sea la intención oculta de los negacionistas tecnófobos que predican su negación apoyados en la presentación que se proyecta desde un MAC. Otra pionera de la lecto-escritura constructivista, Emilia Ferreirro hablabla de la misse en page de un texto, y uno hay mejor forma de hacerla que desde una pantalla, porque un texto comprendido es un texto bien estructurado en la página, con sus negritas, subrayados y cursivas, su listas numeradas y con viñetas, sus ilustraciones y pies, sus notas...
Y es cierto, todo lo que está en la vida tiene que estar en el aula y, en el caso de las TAC, no sólo como herramienta, sino como materia de estudio, porque si queremos mantener la democracia, la democracia tiene que estar en las aulas y la futura ciudadanía democrática va a ser una ciudadanía digital a la que hay que educar en lo digital porque va a estar más expuesta a la postverdad y al engaño que cualquiera de sus antepasados y porque en tiempos de postverdad y engaño, no hay nada mejor para combatirlas que lo que yo denomino el humanismo tecnológico. Difícilmente se podrán tomar medidas de convivencia en una sociedad virtual donde las redes sociales son el mecanismo preponderante de opinión sin iniciativas pedagógicas que eduquen en el buen uso de los dispositivos, sin ellas no serían posibles buenas prácticas como los ciberayudantes o el MIGO-TIGO, del IES Martínez Vargas de Barbastro, por citar sólo la última que he conocido. No nos engañemos, el mal uso de los dispositivos se dará estén o no estén en el aula, pero sólo desde el aula son capaces de surgir estas y otras medidas educativas y protectoras que son las que, realmente, pueden proporcionar la adecuada protección al alumnado, desde la reflexión y la implicación del propio alumnado.
Para ir acabando, diré que la tecnología en las aulas es necesaria y que el uso adecuado de los dispositivos es imprescindible, y matizaré que es necesaria cuando es necesaria e imprescindible cuando es imprescindible. Y lo que parece una perogrullada no lo es tanto: en la escuela hay que escribir (en la pantalla y en el cuaderno) porque la escritura es la manifestación del pensamiento, no porque haya que trabajar la caligrafía; en la escuela hay que leer (en la pantalla y en el libro) porque la lectura es una herramienta de conocimiento y porque comprender los mensajes de forma reflexiva es una manera de enfrentarse a la falsedad y de crear criterio propio. Y hay que leer en pantalla porque es el medio a través del cual recibimos más información en la sociedad actual y porque leer en pantalla tiene un mecanismo distinto a la lectura textual en papel. Lo que algunos expertos llaman dispersión tiene otro nombre que complementa a la lectura textual y consecutiva en papel (una página tras otra): la hipertextualidad, el multimedia y la multidireccionalidad, que no es dispersión sino un mecanismo cerebral, porque nuestro cerebro es multidireccional, hipertextual y multimedia, igual que los dispositivos.
Y también digo que es preciso aplicar el sentido común pedagógico y que habrá que utilizar el papel cuando sea necesario, el juego cuando sea necesario, la reflexión cuando sea necesaria... y los dispositivos cuando sean necesarios, entendiendo por necesidad esa valoración del docente y del grupo de que eso va a aportar un valor añadido a lo que hacemos, que el aprendizaje va a ser más rico y la experiencia más motivadora y, por lo tanto, más integradora. Y la tecnología nos sirve también para respetar los estilos de aprendizaje y la maduración de cada miembro del grupo porque proporciona múltiples herramientas diferentes para crear productos finales diferentes y adaptados a la inteligencia predominante en cada caso o a la que más nos interese desarrollar.
Es, en fin, una multiherramienta para un trabajo que respeta las cien maneras (o miles) de ponerse un sombrero que supone el hecho educativo, ese proceso endiabladamente sencillo donde cada grupo está constituido por individuos diversos que lo son incluso en si mismos y en distintos momentos; la pedagogía del sentido común va por todos esos caminos.
martes, 7 de agosto de 2018
Los nuevos inquisidores
Leo asombrado que hay gente que se mete con esta mujer por la ropa que lleva, otra gente (o la misma o parecida) se mete con no sé qué cantante de OT (ni idea de quién es) por poner una foto en Instagram con bikini.
Soy de una generación en la que las chicas se quitaban el sostén como forma de rebeldía y, a base de recibir leches (de padres, parejas, hermanos y hasta policías y curas) e insultos, consiguieron generalizar el "visto como quiero", tomar el sol en la playa como les saliera de las tetas y hasta volver a ponerse, con el paso de los años, el sostén porque dicen que es mejor y porque les da la gana.
Y aquí estamos, cuarenta o cincuenta años después, insultando a quien viste como quiere, criticando a quien hace lo que le da la gana, dentro de la más estricta legalidad y menospreciando a quien hace con su cuerpo (esculpido en el gimnasio o trabajado a base de buena mesa, con o sin michelines, como quiera que sea que para eso es el suyo) lo que le da la gana.
Me da vergüenza esta gentuza que está dispuesta a crucificar a las mujeres por ir como quieren, son la cara popular de esos jueces que cuestionan la moralidad de una mujer agredida y condicionan su veredicto a la ropa que llevaba puesta. Ya sólo faltan los curas persiguiendo bañistas sin sostén en las playas y la vieja policía de la moral y la decencia.
Que se vayan al paleolítico de donde nunca tendrían que haber salido.
Estoy por ponerme transparencias.
Soy de una generación en la que las chicas se quitaban el sostén como forma de rebeldía y, a base de recibir leches (de padres, parejas, hermanos y hasta policías y curas) e insultos, consiguieron generalizar el "visto como quiero", tomar el sol en la playa como les saliera de las tetas y hasta volver a ponerse, con el paso de los años, el sostén porque dicen que es mejor y porque les da la gana.
Y aquí estamos, cuarenta o cincuenta años después, insultando a quien viste como quiere, criticando a quien hace lo que le da la gana, dentro de la más estricta legalidad y menospreciando a quien hace con su cuerpo (esculpido en el gimnasio o trabajado a base de buena mesa, con o sin michelines, como quiera que sea que para eso es el suyo) lo que le da la gana.
Me da vergüenza esta gentuza que está dispuesta a crucificar a las mujeres por ir como quieren, son la cara popular de esos jueces que cuestionan la moralidad de una mujer agredida y condicionan su veredicto a la ropa que llevaba puesta. Ya sólo faltan los curas persiguiendo bañistas sin sostén en las playas y la vieja policía de la moral y la decencia.
Que se vayan al paleolítico de donde nunca tendrían que haber salido.
Estoy por ponerme transparencias.
Analfabetismo funcional
Dice la UNESCO que se denomina analfabetismo funcional a la incapacidad de un individuo para utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida.
Estimado analfabeto funcional
Estimada analfabeta funcional
Leo en las redes sociales que compartes tu inquina hacia el migrante o la refugiada (pobre, eso sí), propagando infundios que otros personajes u organizaciones menos ignorantes y más interesadas que tú, pero igual de misántropos, crean para sembrar el odio y la xenofobia a partir de infundios, mentiras y calumnias.
Te he oído compartir muchos embustes que se ajustan a tus ideas pero no a la realidad y que difundes alegremente para intoxicar a otros incautos iletrados como tú envenenando la convivencia con el ratantu* de la aversión: desde una cabeza abierta que atribuías a un guardia civil en Ceuta agredido en el salto de la valla de concertinas (que resultó ser un policía australiano herido con una catana); hasta que unos refugiados sirios han rechazado un piso porque no tenía ascensor. Pasando por que cáritas rechaza ayudar a una mujer española por no ser inmigrante. Cualquier falacia mueve tu conciencia racista y te impulsa a compartirla.
Te he leído afirmaciones gratuitas con las monsergas de siempre diciendo que nos quitan el trabajo, que colapsan la sanidad, que reciben no sé qué prebendas, mientras que los españoles... A este respecto, te recomiendo leer este artículo y, sobre todo, sus informes vinculados para que constates, si te la pelan las razones humanitarias, que la presencia de migrantes es beneficiosa económicamente hablando.
Las sociedades y los individuos ignorantes son fácilmente manipulables y no hay peor ignorancia que la que desconoce su propia existencia y hace gala de su necedad.
Una sociedad informada es una sociedad libre; pero hay dos tipos de fuentes informativas: las fidelignas y las interesadas, amarillas o, directamente, embusteras. Beber de unas o de otras no garantiza ni la sabiduría o ni la estupidez, pero ayuda mucho.
Puedes seguir compartiendo falsedades, de forma consciente o inconsciente, pero siempre interesada, sólo quiero que sepas que te he calado. Con el testimonio de mi desprecio más distinguido, me despido de ti hasta nunca.
*Marca comercial de matarratas
Estimado analfabeto funcional
Estimada analfabeta funcional
Leo en las redes sociales que compartes tu inquina hacia el migrante o la refugiada (pobre, eso sí), propagando infundios que otros personajes u organizaciones menos ignorantes y más interesadas que tú, pero igual de misántropos, crean para sembrar el odio y la xenofobia a partir de infundios, mentiras y calumnias.
Te he oído compartir muchos embustes que se ajustan a tus ideas pero no a la realidad y que difundes alegremente para intoxicar a otros incautos iletrados como tú envenenando la convivencia con el ratantu* de la aversión: desde una cabeza abierta que atribuías a un guardia civil en Ceuta agredido en el salto de la valla de concertinas (que resultó ser un policía australiano herido con una catana); hasta que unos refugiados sirios han rechazado un piso porque no tenía ascensor. Pasando por que cáritas rechaza ayudar a una mujer española por no ser inmigrante. Cualquier falacia mueve tu conciencia racista y te impulsa a compartirla.
Te he leído afirmaciones gratuitas con las monsergas de siempre diciendo que nos quitan el trabajo, que colapsan la sanidad, que reciben no sé qué prebendas, mientras que los españoles... A este respecto, te recomiendo leer este artículo y, sobre todo, sus informes vinculados para que constates, si te la pelan las razones humanitarias, que la presencia de migrantes es beneficiosa económicamente hablando.
Las sociedades y los individuos ignorantes son fácilmente manipulables y no hay peor ignorancia que la que desconoce su propia existencia y hace gala de su necedad.
Una sociedad informada es una sociedad libre; pero hay dos tipos de fuentes informativas: las fidelignas y las interesadas, amarillas o, directamente, embusteras. Beber de unas o de otras no garantiza ni la sabiduría o ni la estupidez, pero ayuda mucho.
Puedes seguir compartiendo falsedades, de forma consciente o inconsciente, pero siempre interesada, sólo quiero que sepas que te he calado. Con el testimonio de mi desprecio más distinguido, me despido de ti hasta nunca.
*Marca comercial de matarratas
Gramática inclusiva
Digan lo que digan Arturo Pérez Reverte, la RAE o el lucero del alba, a nadie, repito, a nadie se le ocurrió nunca contradecir al maestro de ceremonias del circo, al mago del conejo o los conferenciantes Unamuno o León Felipe, por citar tres ejemplos facilitos, para reprocharles el señoras y señores con el que iniciaban su sesión.
Por eso diga lo que diga el francotirador Pérez Reverte (al que admiro), la RAE (a la que respeto) o el sursumcorda (a quien no tengo el gusto), si alguien que quiere recabar la atención del respetable puede hacerlo mediante un señoras y señores integrador sin incurrir en delito lingüístico (considero a Unamuno o León Felipe -de los que conservo testimonios documentales del flagrante hecho- poco proclives a atentar contra el idioma), yo seguiré diciendo alumnos y alumnas, maestros y maestras, compañeros y compañeras y hasta señoras y señores, cuando la ocasión lo requiera; utilizaré el femenino cuando la audiencia lo sea mayoritariamente y seguiré oponiéndome a cualquier intento de utilizar el lenguaje como instrumento de exclusión al amparo de un supuesto genérico que no existe.
Ahora bien, mantendré que, pese a admitirlos por repetición (al fin y al cabo la lengua es obra del habla), no me gustan estupideces lingüísticas como jueza, concejala o albañila porque son sustantivos que admiten los dos artículos y una cosa es ponerse en plan talibán de la gramática y otra admitir pulpo como animal de compañía, aunque el lenguaje coloquial lo cobija todo y ahí nos encontraremos.
Por eso diga lo que diga el francotirador Pérez Reverte (al que admiro), la RAE (a la que respeto) o el sursumcorda (a quien no tengo el gusto), si alguien que quiere recabar la atención del respetable puede hacerlo mediante un señoras y señores integrador sin incurrir en delito lingüístico (considero a Unamuno o León Felipe -de los que conservo testimonios documentales del flagrante hecho- poco proclives a atentar contra el idioma), yo seguiré diciendo alumnos y alumnas, maestros y maestras, compañeros y compañeras y hasta señoras y señores, cuando la ocasión lo requiera; utilizaré el femenino cuando la audiencia lo sea mayoritariamente y seguiré oponiéndome a cualquier intento de utilizar el lenguaje como instrumento de exclusión al amparo de un supuesto genérico que no existe.
Ahora bien, mantendré que, pese a admitirlos por repetición (al fin y al cabo la lengua es obra del habla), no me gustan estupideces lingüísticas como jueza, concejala o albañila porque son sustantivos que admiten los dos artículos y una cosa es ponerse en plan talibán de la gramática y otra admitir pulpo como animal de compañía, aunque el lenguaje coloquial lo cobija todo y ahí nos encontraremos.
sábado, 16 de junio de 2018
Volver al Pignatelli
Esta mañana he estado en mi viejo instituto Pignatelli, no el actual sino el que ocupaba el decrépito edificio de la actual sede del gobierno de Aragón.
Nada más llegar a la sala de la Corona (la iglesia hospiciana, reconvertida en salón infrautilizado); alguien con el don de la oportunidad ha pillado el micrófono y para hacer sentar al personal ha tenido la feliz idea de decir: "¡Olalla, siéntate!", sin saber que las paredes de mi centro oyeron muchas veces el mismo mandato; Olalla, siéntate; Olalla, cállate; Olalla...
He recorrido el patio de recreo (ahora se llega allí desde la entrada nueva), dividido en dos, donde me fumé mis primeros celtas bajo los arcos (entonces se fumaba en los colegios) y antes de pasar al salón de actos me he ido al otro patio (también partido en dos en la actualidad), donde jugábamos, hacíamos gimnasia (que no educación física) y ensayaba la banda de la Diputación Provincial (en lo que ahora es salón Ordesa, en la esquina noroeste).
Por llegar justo de tiempo al inicio, como de costumbre entonces, me he cargado el ¡Olalla, siéntate!, como de costumbre entonces, tal vez porque, como también entonces, mi cabeza y mi corpachón sobresalían un poco más que las otras.
En algún que otro despiste, he ido hasta la Siberia, aquel aula enorme y heladora del sótano donde guardábamos el tocadiscos y las canciones subversivas. He subido hasta localizar mi clase de cuarto de bachiller, donde nos tutorizaba la Zaragozano, la única profesora del instituto capaz de horrorizarse cuando, presos del arrebatamiento anarquista (maoísta, comunista, leninista o troskista, que de todo había), abríamos las ventanas y tirábamos las mesas y sillas al corral por donde se entra hoy al edificio gubernativo y que entonces era una selva inhóspita donde dejábamos ir nuestra libertad vigilada. Les he contado las batallitas de abuelo cebolleta a las amables funcionarias que habitan el espacio y me han mirado entre incrédulas (sobre todo cuando les he dicho que había una estufa de leña justo aquí) y espantadas, temiendo acaso que me pusiera pesado o que comenzara a arrojar mobiliario por las ventanas ahora herméticamente cerradas; ha sido un rato majo.
He salido por la puerta principal, la de verdad, la que da a la calle Pignatelli, para volver a entrar el dintel de la puerta grande, la de siempre, tras cruzar aquellos jardines entonces desolados que hoy día tampoco es que hayan mejorado mucho, y he buscado infructuosamente el teatro desvencijado que había en el ala contraria al salón Ordesa, tan amenazante de ruina que ni los grises de la época se atrevían a seguirnos hasta allí cuando nos refugiábamos entre el polvo y las ratas que lo habitaban. Porque, como también les he contado a los polis (supongo que nacionales/autonómicos) de la puerta principal, la de siempre, los recreos de aquel instituto de mi adolescencia eran una habitual carrera delante o detrás de aquellos grises que entraban con las furgonetas cenicientas hasta el patio día sí y día también a incordiarnos nuestra física, nuestra química y nuestra ideología incipientemente izquierdosa. Hasta se han extrañado, como diciendo ¿nosotros?. No, eran ellos.
Todavía he hecho una cosa más: buscar la sala de profesores de la primera planta, aquel lugar indefinible donde nos mezclábamos los chiquillos con los catedráticos sin solución de continuidad (hoy resulta raro ver a un alumno que no esté castigado, malucho o peculiar en el sancta sanctorum del profesorado) y me he sentado un ratico, con el permiso de más funcionarias un poco alucinadas, a recordar a mi profesor de literatura, Luis Yrache, con su pipa y gesto masajeándose el pecho y su alma de poeta y su pasión por el 27 y por los clásicos. Él no me dijo nunca ¡Olalla, cállate! ¡Olalla, siéntate! Pero me recomendó al marqués de Bradomín y nunca se lo agradeceré bastante.
http://www.andalan.es/?p=11266
Era el año 74, tenía 14 años y no he encontrado ni rastro de aquella época sino dentro de mí. Ni siquiera fotos, las que ilustran esta entrada son una recopilación anacrónica de esas vivencias.
Gracias J.C. por tu ocurrencia de esta mañana, no sabes lo que me ha emocionado ese ¡Olalla, siéntate!
Nada más llegar a la sala de la Corona (la iglesia hospiciana, reconvertida en salón infrautilizado); alguien con el don de la oportunidad ha pillado el micrófono y para hacer sentar al personal ha tenido la feliz idea de decir: "¡Olalla, siéntate!", sin saber que las paredes de mi centro oyeron muchas veces el mismo mandato; Olalla, siéntate; Olalla, cállate; Olalla...
He recorrido el patio de recreo (ahora se llega allí desde la entrada nueva), dividido en dos, donde me fumé mis primeros celtas bajo los arcos (entonces se fumaba en los colegios) y antes de pasar al salón de actos me he ido al otro patio (también partido en dos en la actualidad), donde jugábamos, hacíamos gimnasia (que no educación física) y ensayaba la banda de la Diputación Provincial (en lo que ahora es salón Ordesa, en la esquina noroeste).
Por llegar justo de tiempo al inicio, como de costumbre entonces, me he cargado el ¡Olalla, siéntate!, como de costumbre entonces, tal vez porque, como también entonces, mi cabeza y mi corpachón sobresalían un poco más que las otras.
En algún que otro despiste, he ido hasta la Siberia, aquel aula enorme y heladora del sótano donde guardábamos el tocadiscos y las canciones subversivas. He subido hasta localizar mi clase de cuarto de bachiller, donde nos tutorizaba la Zaragozano, la única profesora del instituto capaz de horrorizarse cuando, presos del arrebatamiento anarquista (maoísta, comunista, leninista o troskista, que de todo había), abríamos las ventanas y tirábamos las mesas y sillas al corral por donde se entra hoy al edificio gubernativo y que entonces era una selva inhóspita donde dejábamos ir nuestra libertad vigilada. Les he contado las batallitas de abuelo cebolleta a las amables funcionarias que habitan el espacio y me han mirado entre incrédulas (sobre todo cuando les he dicho que había una estufa de leña justo aquí) y espantadas, temiendo acaso que me pusiera pesado o que comenzara a arrojar mobiliario por las ventanas ahora herméticamente cerradas; ha sido un rato majo.
He salido por la puerta principal, la de verdad, la que da a la calle Pignatelli, para volver a entrar el dintel de la puerta grande, la de siempre, tras cruzar aquellos jardines entonces desolados que hoy día tampoco es que hayan mejorado mucho, y he buscado infructuosamente el teatro desvencijado que había en el ala contraria al salón Ordesa, tan amenazante de ruina que ni los grises de la época se atrevían a seguirnos hasta allí cuando nos refugiábamos entre el polvo y las ratas que lo habitaban. Porque, como también les he contado a los polis (supongo que nacionales/autonómicos) de la puerta principal, la de siempre, los recreos de aquel instituto de mi adolescencia eran una habitual carrera delante o detrás de aquellos grises que entraban con las furgonetas cenicientas hasta el patio día sí y día también a incordiarnos nuestra física, nuestra química y nuestra ideología incipientemente izquierdosa. Hasta se han extrañado, como diciendo ¿nosotros?. No, eran ellos.
Todavía he hecho una cosa más: buscar la sala de profesores de la primera planta, aquel lugar indefinible donde nos mezclábamos los chiquillos con los catedráticos sin solución de continuidad (hoy resulta raro ver a un alumno que no esté castigado, malucho o peculiar en el sancta sanctorum del profesorado) y me he sentado un ratico, con el permiso de más funcionarias un poco alucinadas, a recordar a mi profesor de literatura, Luis Yrache, con su pipa y gesto masajeándose el pecho y su alma de poeta y su pasión por el 27 y por los clásicos. Él no me dijo nunca ¡Olalla, cállate! ¡Olalla, siéntate! Pero me recomendó al marqués de Bradomín y nunca se lo agradeceré bastante.
http://www.andalan.es/?p=11266
Era el año 74, tenía 14 años y no he encontrado ni rastro de aquella época sino dentro de mí. Ni siquiera fotos, las que ilustran esta entrada son una recopilación anacrónica de esas vivencias.
Gracias J.C. por tu ocurrencia de esta mañana, no sabes lo que me ha emocionado ese ¡Olalla, siéntate!
domingo, 15 de abril de 2018
Y vuelta con la empentada
Y vuelta con la empentada, era una frase típica de mi padre que reutilizo para recordar las riadas del 03, 07, 13, 15 y esta del 18.
Comparto casi todo lo que dice Roberto González, el alcalde de Villafranca de Ebro que, seguramente, no será de mi cuerda, pero dice verdades como puños, esas verdades que siempre han caracterizado a los de la ribera del Ebro.
http://www.aragonradio.es/radio?reproducir=170389 (hacia el final).
Como hijo de agricultores y como migrante por necesidad, hace ya 34 años que vivo justo encima de otro río (tengo al Jalón justo debajo de mi terraza), sé que una riada como esta o como las otras que menciona Roberto en el podcast que acompaño, es una ruina (que no saben lo que dicen quienes dicen que la cosa no preocupa porque no llega al casco urbano, que la economía de los pueblos depende del alfalce. La mentalidad urbanita entiende que como el agua no llega al sofá de casa la cosa no es de preocupar, pero para quien vive del alfalce (que no alfalfa) y el panizo (que no maíz), es un desastre que ni siquiera cubre el seguro en su injusta medida.
Comparto casi todo lo que dice Roberto González, el alcalde de Villafranca de Ebro que, seguramente, no será de mi cuerda, pero dice verdades como puños, esas verdades que siempre han caracterizado a los de la ribera del Ebro.
http://www.aragonradio.es/radio?reproducir=170389 (hacia el final).
Ahí voy:
Me reconozco como una persona preocupada por el medio ambiente, aunque no sé si los ecologistas de pedigrí, los que nunca han deshecho un tormo de tierra con sus manos, me aceptarían en su club (y menos después de esto).
Soy Villafranquero (que no villafranquino, como se.empeñan en decir la güiquipedia y la diputación) de crianza porque me nacieron en Zaragoza. He vivido buena parte de mi vida a orillas del Ebro, no en vano mi pueblo lleva su apellido y conozco sus brutales estiajes, sus inmensas riadas y sus caprichos capaces de trasladar hectáreas de tierra de una margen a otra porque un meandro ha tenido ese antojo, de hecho tengo un corro de tierra (así se dice) en Fuentes que conocí de niño en la margen izquierda (muy pocos saben que una parte del término municipal Villafranquero se pasó a la derecha).
La prueba de mi relación con el Ebro es que, con mi padre y a regañadientes, lloré cuando quitamos las dos nogueras (que no nogales) del Soto Lugar; he labrado (con burro y aladro) en el Tollo, he cosechado panizo a mano en el Sotico, y he respigado en la Mejana, como.cualquier chico (de entonces) de mi pueblo para sacar unas perras con las que pasar las fiestas de diciembre (las de Santa Barbara, así, sin acento, que hablamos así y eso es ecosistema lingüístico).
Y hablando de sotos y de mejanas (que somos tan bárbaros y tan iletrados naturales que hasta el corrector me lo marca como erróneo), recuerdo que casi nunca llegaba el Ebro hasta las Viudas, una o dos veces en los veintipocos años que viví en Villafranca (de Ebro), claro que entonces también llegó a Campillos (se veía desde nuestro barrio bajo) y hasta el puente de la Ordana (la acequia de Urdán para los ajenos, que en cosas de riegos y de aguas tenemos probada experiencia).
Como hijo de agricultores y como migrante por necesidad, hace ya 34 años que vivo justo encima de otro río (tengo al Jalón justo debajo de mi terraza), sé que una riada como esta o como las otras que menciona Roberto en el podcast que acompaño, es una ruina (que no saben lo que dicen quienes dicen que la cosa no preocupa porque no llega al casco urbano, que la economía de los pueblos depende del alfalce. La mentalidad urbanita entiende que como el agua no llega al sofá de casa la cosa no es de preocupar, pero para quien vive del alfalce (que no alfalfa) y el panizo (que no maíz), es un desastre que ni siquiera cubre el seguro en su injusta medida.
Si una mota (y he trabajado en reforzar varias por la noche y por el día, sin descanso) se rompe es porque está mal hecha, sobre todo si revienta antes de que llegue la cresta de la riada y da igual que vengan políticos e ingenieros, la UME o la madre que los parió; está mal hecha y punto, como está mal hecha esa autovía AR1 que puso un puente de juzgado de guardia sobre el río en contra de la opinión de los vecinos. Mala política es, como dice Roberto, la que se hace fotos cambiando la corbata por la camisa en el 03, 07, 13, 15 y en el 18. Habrá que buscar alguna solución y los lugareños sabemos cual es. Si el agua recrecida no cabe en el río es, en parte, porque el cauce ha perdido capacidad por los sedimentos acumulados y no limpiados durante el año.
La biodiversidad del Ebro se la cargó el desarrolismo: las papeleras, las químicas de los afluentes, las especies invasoras... La biodiversidad del Ebro se la cargaron las gentes que necesitaban enriquecer su patrimonio: empresarios y sus vertidos, obreros que trabajaban para ellos, criadas (algunas de mi pueblo y mi familia) que lavaban sus palominos... La Biodiversidad del Ebro se la cargaron, también, los ecologistas de salón olvidando que un pueblo es parte del ecosistema y se sostiene con su economía agrícola y no con adosados para que vivan los ecologistas de salón.
De niño, conocí carpas, tencas, barbos y hasta a alguien que dice que pescó una trucha. Conocí y conozco, los estoy oyendo ahora sobre el Jalón, mi río de ahora, los cantos de las calandrias y las cardelinas, sé lo que dicen, cómo se provocan encelándose, se requieren y se gustan. Y sé que a ellas no les importa que se limpie el río, como siempre se ha hecho, respetando sus chopos y sus álamos, me lo están cantando ahora mismo. Porque el río es un ser vivo, parte de un ecosistema solidario donde vivimos (donde hemos vivido hace miles de años) calandrias, cardelinas, chopos, álamos, carpas, percas y hasta truchas que alguien dice que pescó, jabalíes, agricultores Villafranqueros (y hasta villafranquinos) que saben (sabemos) que un pueblo es un ecosistema que hay que conservar y que todos formamos parte de ese ecosistema, hasta los que no saben que existe.
A ver, señores y señoras ecologistas (grupos a los que, creo, pertenezco) Pese a la dualidad que plantea Roberto, el ecosistema rural necesita medidas que mariden el respeto al medio y la supervivencia económica y nadie sabe más de eso que quienes construyen todos los días y generación tras generación los pueblos.
sábado, 7 de abril de 2018
Fin de (su) carrera
martes, 3 de abril de 2018
La cabra, la procesión y el fundador.
Ver a cuatro ministros cantando el himno de la legión en la procesión del Cristo de la buena muerte me dio grima: clero, gobierno y ejército son una combinación que transporta a aquellos tiempos en los que los obispos fascistas bendecían a un Franco bajo palio.
Para dar ejemplo a los escolares que tendrán que aprender estas bonitas canciones en próximos cursos, Méndez de Vigo, Catalá y Zoido, amén de Cospedal, entonaron aquello de que son los novios de la muerte durante la citada procesión mientras los legionarios desfilaban y portaban al Cristo (el mismo que dijo: Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado -Juan 15:12-13-). a brazo alzado y con escolta de armas, como corresponde a este estado aconfesional y pasado de rosca.
Dándole una vuelta al asunto, mi grima se convierte en un reír por no llorar al percatarme de que de todos los colectivos intervinientes: ministros, clero, ejército e, incluso, asistentes al espectáculo (si les movía la fe cristiana y no el sentido del espectáculo), la única coherente era la cabra.
En este estado de cosas, el 1 de abril toca que la fundación dictador Francisco Franco, haga apología del genocidio franquista y no pasa nada; mientras en Alemania, la susodicha organización fascista está bloqueada en las redes sociales. Aquí se juzga y se condena a cualquier gilipollas que publica una gilipollez en su red social, o a cualquier otro que, con peor baba pide la vuelta a tiempos de violencia extrema, o se censuran revistas satíricas por orden judicial, o por la misma vía se secuestran libros de investigación periodística sobre narcos... En este mismo país, digo, se permite y se subvenciona que una organización fascista loe el genocidio y al genocida. Esto sí que es para llorar y para rebelarse.
Y también es para llorar y, sobre todo, para rebelarse que el ministerio de defensa (el mismo que mangonea ese novio de la muerte llamado María Dolores de Cospedal) aparezca como patrocinador de un acto en honor a Millán Astray, en cuyo cartel aparece el novio de la muerte por antonomasia haciendo el saludo fascista.
De todos los personajes citados, me sigo quedando con la cabra, me identifico más con ella.
Para dar ejemplo a los escolares que tendrán que aprender estas bonitas canciones en próximos cursos, Méndez de Vigo, Catalá y Zoido, amén de Cospedal, entonaron aquello de que son los novios de la muerte durante la citada procesión mientras los legionarios desfilaban y portaban al Cristo (el mismo que dijo: Este es mi mandamiento: que os améis los unos a los otros, así como yo os he amado -Juan 15:12-13-). a brazo alzado y con escolta de armas, como corresponde a este estado aconfesional y pasado de rosca.
Dándole una vuelta al asunto, mi grima se convierte en un reír por no llorar al percatarme de que de todos los colectivos intervinientes: ministros, clero, ejército e, incluso, asistentes al espectáculo (si les movía la fe cristiana y no el sentido del espectáculo), la única coherente era la cabra.
En este estado de cosas, el 1 de abril toca que la fundación dictador Francisco Franco, haga apología del genocidio franquista y no pasa nada; mientras en Alemania, la susodicha organización fascista está bloqueada en las redes sociales. Aquí se juzga y se condena a cualquier gilipollas que publica una gilipollez en su red social, o a cualquier otro que, con peor baba pide la vuelta a tiempos de violencia extrema, o se censuran revistas satíricas por orden judicial, o por la misma vía se secuestran libros de investigación periodística sobre narcos... En este mismo país, digo, se permite y se subvenciona que una organización fascista loe el genocidio y al genocida. Esto sí que es para llorar y para rebelarse.
Y también es para llorar y, sobre todo, para rebelarse que el ministerio de defensa (el mismo que mangonea ese novio de la muerte llamado María Dolores de Cospedal) aparezca como patrocinador de un acto en honor a Millán Astray, en cuyo cartel aparece el novio de la muerte por antonomasia haciendo el saludo fascista.
De todos los personajes citados, me sigo quedando con la cabra, me identifico más con ella.
martes, 27 de marzo de 2018
Ferrando: 'coheficiente' de risibilidad + 'coheficiente' de desprecio
Cada vez que María José Ferrando, la portavoz educativa del PP aragonés, abre sus fauces en las Cortes para hablar o preguntar sobre educación ejerce su desprecio sobre la profesión docente a la que ella pertenecía antes de pasarse a la cosa política.
Hoy mismo, en la comparecencia del Director General de Innovación, Toni Martínez, ha vuelto a escupir una de sus lindezas al calificar como "de risa" algunos de los proyectos de innovación que presentan los centros educativos aragoneses, así, en general, para expandir su mierda verbal a diestro y siniestro.
No contenta con cuestionar la profesionalidad del personal docente hace unos días, por lo que recibió la reprobación del sindicato CSIF, nada sospechoso de ir haciendo la revolución sindical ni ninguna otra, hoy pone en cuestión la competencia pedagógica de los equipos de centro a la hora de diseñar propuestas innovadoras.
Desconozco la capacidad innovadora de la señora Ferrando en sus tiempos de profesora de instituto, pero puedo asegurarle que ningún centro hace proyectos "de risa" porque todo lo que supone un cambio supone un esfuerzo, una reflexión sobre la práctica, una elección de alternativas y un diseño de un plan considerando todos los aspectos a desarrollar, desde el punto de partida del alumnado, los objetivos, las competencias, el proceso, el producto, la evaluacion... Y vuelta a empezar para revisar, reajustar, adaptar...
Y cada centro lo plantea desde su punto de partida. Si uno carece de tradición innovadora, dará sus primeros pasos (tal vez de risa a los ojos de Ferrando), pero fundamentales para poder dar los segundos y que, como los dubitativos pasos de los bebés que comienzan a dejar de serlo, constituyen la base de un desarrollo motriz posterior mucho más seguro. Y esos proyectos "de risa" están avalados por la comunidad educativa, esa misma a la que su partido pretende deslegitimar en el ecosistema democrático de los centros.
Nada es de risa en esta profesión, señora Ferrando, ni siquiera las propias risas del alumnado que consigue aprender divirtiéndose; todo es fruto del trabajo, de la planificación, a veces también de la improvisación con fundamentos (esa que pilla al profesorado trabajando cuando es efectiva), y de la implicación docente que hasta fue capaz de salvar con esas herramientas inmateriales la ruinosa situación en la que el gobierno de su partido PP-PAR, avalada por el ministro Wert y sus secuaces, sumió a la escuela pública de esta comunidad y que todavía estamos reconstruyendo desde los escombros.
Desconozco las razones de su visceral y documentado desprecio por sus colegas docentes. Deduzco de su licenciatura en filología hispánica que sus exabruptos no nacen de su incontinencia verbal, pues está supuestamente cualificada para el buen uso de la semåtica. Mi experiencia variada y multicentros me dice que, salvo excepciones con nombre y apellidos y en absoluto generalizables (tanto en lo que se refiere a docentes como a centros) la profesión educativa es la que le ha venido salvando los muebles al sistema educativo de este país por encima de ministros nefastos, leyes irracionales, curricula anacrónicos y atentados presupuestarios, amén de portavoces interesadas y ofensivas.
miércoles, 21 de marzo de 2018
La verdad sólo tiene ¿dos? caminos
Después de escuchar las explicaciones de unos y otros (mañana habrá más, seguro) sobre el supuesto caso Cifuentes, me reafirmo en lo antedicho (ver el máster por montera).
Dicen que la verdad sólo tiene un camino, pero lo que está claro es que la postverdad abre a la verdad caminos ignotos y variados.
Resulta que la Universidad Juancar un palito da una explicación muy razonable y creíble sobre el supuesto affaire Cifuentes: nada más y nada menos que el rector explica que fue un fallo administrativo y que Cifu aprobó el máster en 2012; lo que se hizo en 2014 fue subsanar el error cuando la interesada (parece que muy interesada, supuestamente), solicitó el título al que se había hecho supuestamente acreedora. Perfecto, un fallo lo tiene cualquiera, es lo que pasa con la emoción de poner las notas de toda una delegada del Gobierno en Madrid, que con la emoción del momento se pierde el norte y, en vez de poner más cuidado, se desatan las turbaciones.
Resulta que su profe dice lo mismo y ha de ser creíble porque el hombre tiene un currículo intachable como asesor de Aznar y FAES.
Pero, mira tú por dónde, el equipo de Cifuentes ha dicho por la mañana a eldiario.es que esas dos materias se las dejó pendientes y las aprobó en 2014.
Pues eso, que la verdad tiene tantos caminos como los que llevan a Roma cuando se trata de esta supuesta gentuza que, supuestamente, se ríe de nosotros en los morros.
Dicen que la verdad sólo tiene un camino, pero lo que está claro es que la postverdad abre a la verdad caminos ignotos y variados.
Resulta que la Universidad Juancar un palito da una explicación muy razonable y creíble sobre el supuesto affaire Cifuentes: nada más y nada menos que el rector explica que fue un fallo administrativo y que Cifu aprobó el máster en 2012; lo que se hizo en 2014 fue subsanar el error cuando la interesada (parece que muy interesada, supuestamente), solicitó el título al que se había hecho supuestamente acreedora. Perfecto, un fallo lo tiene cualquiera, es lo que pasa con la emoción de poner las notas de toda una delegada del Gobierno en Madrid, que con la emoción del momento se pierde el norte y, en vez de poner más cuidado, se desatan las turbaciones.
Resulta que su profe dice lo mismo y ha de ser creíble porque el hombre tiene un currículo intachable como asesor de Aznar y FAES.
Pero, mira tú por dónde, el equipo de Cifuentes ha dicho por la mañana a eldiario.es que esas dos materias se las dejó pendientes y las aprobó en 2014.
Pues eso, que la verdad tiene tantos caminos como los que llevan a Roma cuando se trata de esta supuesta gentuza que, supuestamente, se ríe de nosotros en los morros.
El máster por montera
Me desayuno una la noticia de el diario.es; resulta que la presidenta Cifuentes tiene un máster aunque, supuestamente, es un regalito de la Universidad Juancar I.
Resulta que la supuesta impostora cursó un máster allá por 2011 y no se presentó a dos asignaturas, por lo que en su expediente figuraba el habitual no presentado. Resulta también que un par de años después la supuesta farsante recibió una calificación de notable en ambas asignaturas sin que mediara nueva matrícula para poder cursarlas. Y resulta que un minuto después. según figura en los antecedentes académicos, la supuesta embaucadora entregó y obtuvo el apto en su trabajo fin de máster. Resulta también que la (a lo peor también supuesta) universidad JC I (financiada por la comunidad de Madrid) estaba regida por Fernando Suárez (el rector del copia-pega), supuesto catedrático de historia del derecho y supuesto investigador medievalista que, supuestamente, contrató a "a dedo" y sin, supuestamente, cumplir los requisitos a María Cifuentes, hermana de la supuesta mentirosa para ejercer de profesora de Historia Contemporánea en la Juancar un palito.
Muy bien tendrán que aclarar las partes presuntamente implicadas este embrollo en el que hay más sombras que luces la propia supuestamente falaz Cifuentes, la administrativa que se fotografió con ella cuando le dio el título supuestamente amañado, el profesor que supuestamente ordenó a la administrativa que cambiara las notas y de cuyo nombre no quiere (supuestamente) acordarse, el equipo docente del máster, la comisión que valorara (si lo hizo) el trabajo fin de máster, el profesorado de esas dos asignaturas supuestamente mutantes, sus compañeros y compañeras de maestría...
No suelo pregonarlo por ahí, pero tengo un máster y dos cursos de especialista universitario y sé lo que cuesta obtenerlos y no precisamente en favores sino en esfuerzo. Esfuerzo personal para superar las asignaturas y construir un trabajo fin de máster coherente, original y útil; esfuerzo económico pues si bien, en mi caso, obtuve sendas becas, tuve que viajar a Madrid durante varios años.
Conozco alumnos y alumnas de máster, en su mayoría jóvenes recién graduados, también profesionales cualificados que persiguen mejorar sus cualificaciones y sé el esfuerzo personal y económico que supone para ellos y para sus familias. Y conozco a muchas familias que no pueden pagar el máster a sus hijos y a muchos profesionales que tampoco pueden hacerlo para su promoción laboral.
Por todo eso, por el esfuerzo de tantos y tantos alumnos alumnas de máster, por el sacrificio de sus familias y por el prestigio del sistema universitario español (ya sólo nos falta que también la Universidad entre en el ventilador de la corrupción generalizada), se debe aclarar este turbio asunto antes de que se pudra más y exigir las responsabilidades personales, profesionales y políticas necesarias e ineludibles.
¿A que la que cae es la administrativa del selfie?
Resulta que la supuesta impostora cursó un máster allá por 2011 y no se presentó a dos asignaturas, por lo que en su expediente figuraba el habitual no presentado. Resulta también que un par de años después la supuesta farsante recibió una calificación de notable en ambas asignaturas sin que mediara nueva matrícula para poder cursarlas. Y resulta que un minuto después. según figura en los antecedentes académicos, la supuesta embaucadora entregó y obtuvo el apto en su trabajo fin de máster. Resulta también que la (a lo peor también supuesta) universidad JC I (financiada por la comunidad de Madrid) estaba regida por Fernando Suárez (el rector del copia-pega), supuesto catedrático de historia del derecho y supuesto investigador medievalista que, supuestamente, contrató a "a dedo" y sin, supuestamente, cumplir los requisitos a María Cifuentes, hermana de la supuesta mentirosa para ejercer de profesora de Historia Contemporánea en la Juancar un palito.
Muy bien tendrán que aclarar las partes presuntamente implicadas este embrollo en el que hay más sombras que luces la propia supuestamente falaz Cifuentes, la administrativa que se fotografió con ella cuando le dio el título supuestamente amañado, el profesor que supuestamente ordenó a la administrativa que cambiara las notas y de cuyo nombre no quiere (supuestamente) acordarse, el equipo docente del máster, la comisión que valorara (si lo hizo) el trabajo fin de máster, el profesorado de esas dos asignaturas supuestamente mutantes, sus compañeros y compañeras de maestría...
No suelo pregonarlo por ahí, pero tengo un máster y dos cursos de especialista universitario y sé lo que cuesta obtenerlos y no precisamente en favores sino en esfuerzo. Esfuerzo personal para superar las asignaturas y construir un trabajo fin de máster coherente, original y útil; esfuerzo económico pues si bien, en mi caso, obtuve sendas becas, tuve que viajar a Madrid durante varios años.
Conozco alumnos y alumnas de máster, en su mayoría jóvenes recién graduados, también profesionales cualificados que persiguen mejorar sus cualificaciones y sé el esfuerzo personal y económico que supone para ellos y para sus familias. Y conozco a muchas familias que no pueden pagar el máster a sus hijos y a muchos profesionales que tampoco pueden hacerlo para su promoción laboral.
Por todo eso, por el esfuerzo de tantos y tantos alumnos alumnas de máster, por el sacrificio de sus familias y por el prestigio del sistema universitario español (ya sólo nos falta que también la Universidad entre en el ventilador de la corrupción generalizada), se debe aclarar este turbio asunto antes de que se pudra más y exigir las responsabilidades personales, profesionales y políticas necesarias e ineludibles.
¿A que la que cae es la administrativa del selfie?
jueves, 8 de marzo de 2018
Mis queridas maestras
Cumplo este año los 34 de dedicación a la docencia y, desde el principio, he estado aprendiendo de maestras con las que he tenido la suerte de trabajar. Ellas me han enseñando todo lo que sé de esta profesión y todo lo que ahora soy en ella que es, ni más ni menos, que maestro, ahora que casi puedo considerarme como tal.
Mi primer destino fue en Mallorca y no tenía ni idea de cómo desenvolverme en clase; fueron Diana y Teresa, dos estupendas maestras, las que me fueron enseñando a volar y a sobrevivir en un medio que, entonces, como lo ha sido otras muchas veces, era hostil. Con ellas aprendí, sobre todo, la solidaridad entre docentes y di mis primeros pasos en equipos de trabajo.
Mi segundo destino fue la educación de personas adultas (EPA) y, a medida que fue consolidándose el programa (y que la P de permanente fue reivindicándose como P de personas), fueron incorporándose al equipo de trabajo mujeres maestras que me aportaron mucho; la mayoría eran mujeres porque los contratos municipales eran parciales y mal remunerados, pero ellas eran creativas y comprometidas y supieron poner todo de su parte, y todo quiere decir mucho más de lo que estaban obligadas por su sueldo y por el reconocimiento institucional de sus contratantes. Primero fueron Rosa, que el primer año me enseñó a trabajar con adultos y, sobre todo, con adultas (mayoritarias ellas), y Merche, que se trasladó pronto, pero todavía conservamos un vínculo casi familiar. A la vez, Ana y su talento natural para enseñar sin ser maestra, y Lucía, la luchadora, que todavía sigue en el oficio y en la vida contra viento y marea; ellas me enseñaron a bregar con las instituciones locales. Llegamos a juntarnos un equipo de veintitantas mujeres maestras en la comarca de Calatayud, y nunca he trabajado tan a gusto. Quiero nombrar a algunas, a las que más me aportaron (algunas me aportan todavía) y a las que guardo un cariño muy especial porque me enseñaron dedicación, esfuerzo y compromiso: Reyes, que se fue con su alegría a la muerte; Lucrecia, que sigue haciendo grandes cosas en otros ámbitos educativos; Marisol, que trajo aires diferentes; Mercedes, que recibió incomprensión a cambio de entrega; una Jose, entonces y ahora lectora; otra Jose, implicada con el desarrollo rural y ahí sigue, lo mismo que Consuelo; Nati, entonces más radical que ahora; Conchita, todo para el pueblo pero con el pueblo y en eso continua, jubilada y entusiasta; Begoña, valiente entonces y siempre... Cuánto aprendí esos años en aquel equipo donde me consideraba una más (y espero que ellas también lo pensasen, pese a que me tocó coordinarlo) y en el que crecí como maestro y como persona, porque, no es que hubiera buen rollo, es que conseguimos construir un lazo afectivo muy fuerte a partir de una relación meramente laboral y nos seguimos queriendo aunque la precariedad de sus contratos hizo que todas, menos dos que siguen en el oficio de las personas adultas, se dispersaran buscando mejores oportunidades.
En mi primera época dentro de la formación del profesorado, me integré en un equipo totalmente nuevo, dirigido por María José, todo un ejemplo de cómo se desempeña la función directiva; un equipo, y enfatizo la palabra, eminentemente femenino y donde conviví, más que trabajé, con mis Pilares y Elena. De ellas aprendí tanto que no me imagino cómo habría sido mi vida profesional sin su intervención: conocí la educación infantil, la educación especial y, sobre todo, reforcé mi capacitación para trabajar en un equipo donde la complementariedad entre sus integrantes era seña de identidad. Los traslados en esta profesión deshacen equipos y ese primer CPR de Calatayud se dispersó en parte, como tantos, aunque se incorporó otra Pilar con la que volvimos a construir experiencias educativas muy enriquecedoras: aprendí tanto, trabajábamos tan bien mis dos Pilares y yo que la considero como mi época más fecunda profesionalmente y me siguió madurando personalmente, de hecho quienes me conozcan de ponencias y charlas, saben que muchas veces hablo de mis Pilares, refiriéndome a ellas. También llegó Piedad, que supo acompañarme en la tristeza de mi despedida.
Necesitado de reencontrarme con las aulas me fui al IES Zaurín, para un año y la posibilidad de continuar otro más, siempre dije, medio en broma medio en serio, que llegué por una mujer y que me reenganché por otra. Allí conocí a otras mujeres maestras (me gusta más que profesoras) que me siguieron enseñando: a Gema, mi primera jefa de departamento que me enseño su lucha por la equidad y todo lo que sé sobre orientación educativa; a María, mi jefa de departamento el segundo año, todo un ejemplo de cómo construirse a si misma desde la inseguridad al empoderamiento, y a Isabel, capaz de dar toda la ternura del mundo a los "peores" alumnos y alumnas del centro.
Ahora he vuelto a la formación del profesorado y hago repaso de toda mi trayectoria docente enriquecida por la cercanía profesional y personal de todas esas mujeres maestras y de otras muchas que, pese a que no he llegado a trabajar con ellas, sigo su desarrollo escolar tan de cerca como lo permiten las redes sociales y me enseñan cada día. Soy así en este oficio porque he aprendido de ellas y con ellas; soy así, porque además de aprender de esas maestras profesionales y grandes mujeres me dejé enseñar por otras muchas no profesionales y grandes mujeres: mi madre, mi abuela, tres o cuatro compañeras sindicalistas, otras tantas militantes feministas y una o dos políticas, amigas sin más (ni menos). Orgulloso de haberos conocido y siempre agradecido espero seguir aprendiendo de vosotras, mis queridas maestras.
Mi primer destino fue en Mallorca y no tenía ni idea de cómo desenvolverme en clase; fueron Diana y Teresa, dos estupendas maestras, las que me fueron enseñando a volar y a sobrevivir en un medio que, entonces, como lo ha sido otras muchas veces, era hostil. Con ellas aprendí, sobre todo, la solidaridad entre docentes y di mis primeros pasos en equipos de trabajo.
Mi segundo destino fue la educación de personas adultas (EPA) y, a medida que fue consolidándose el programa (y que la P de permanente fue reivindicándose como P de personas), fueron incorporándose al equipo de trabajo mujeres maestras que me aportaron mucho; la mayoría eran mujeres porque los contratos municipales eran parciales y mal remunerados, pero ellas eran creativas y comprometidas y supieron poner todo de su parte, y todo quiere decir mucho más de lo que estaban obligadas por su sueldo y por el reconocimiento institucional de sus contratantes. Primero fueron Rosa, que el primer año me enseñó a trabajar con adultos y, sobre todo, con adultas (mayoritarias ellas), y Merche, que se trasladó pronto, pero todavía conservamos un vínculo casi familiar. A la vez, Ana y su talento natural para enseñar sin ser maestra, y Lucía, la luchadora, que todavía sigue en el oficio y en la vida contra viento y marea; ellas me enseñaron a bregar con las instituciones locales. Llegamos a juntarnos un equipo de veintitantas mujeres maestras en la comarca de Calatayud, y nunca he trabajado tan a gusto. Quiero nombrar a algunas, a las que más me aportaron (algunas me aportan todavía) y a las que guardo un cariño muy especial porque me enseñaron dedicación, esfuerzo y compromiso: Reyes, que se fue con su alegría a la muerte; Lucrecia, que sigue haciendo grandes cosas en otros ámbitos educativos; Marisol, que trajo aires diferentes; Mercedes, que recibió incomprensión a cambio de entrega; una Jose, entonces y ahora lectora; otra Jose, implicada con el desarrollo rural y ahí sigue, lo mismo que Consuelo; Nati, entonces más radical que ahora; Conchita, todo para el pueblo pero con el pueblo y en eso continua, jubilada y entusiasta; Begoña, valiente entonces y siempre... Cuánto aprendí esos años en aquel equipo donde me consideraba una más (y espero que ellas también lo pensasen, pese a que me tocó coordinarlo) y en el que crecí como maestro y como persona, porque, no es que hubiera buen rollo, es que conseguimos construir un lazo afectivo muy fuerte a partir de una relación meramente laboral y nos seguimos queriendo aunque la precariedad de sus contratos hizo que todas, menos dos que siguen en el oficio de las personas adultas, se dispersaran buscando mejores oportunidades.
En mi primera época dentro de la formación del profesorado, me integré en un equipo totalmente nuevo, dirigido por María José, todo un ejemplo de cómo se desempeña la función directiva; un equipo, y enfatizo la palabra, eminentemente femenino y donde conviví, más que trabajé, con mis Pilares y Elena. De ellas aprendí tanto que no me imagino cómo habría sido mi vida profesional sin su intervención: conocí la educación infantil, la educación especial y, sobre todo, reforcé mi capacitación para trabajar en un equipo donde la complementariedad entre sus integrantes era seña de identidad. Los traslados en esta profesión deshacen equipos y ese primer CPR de Calatayud se dispersó en parte, como tantos, aunque se incorporó otra Pilar con la que volvimos a construir experiencias educativas muy enriquecedoras: aprendí tanto, trabajábamos tan bien mis dos Pilares y yo que la considero como mi época más fecunda profesionalmente y me siguió madurando personalmente, de hecho quienes me conozcan de ponencias y charlas, saben que muchas veces hablo de mis Pilares, refiriéndome a ellas. También llegó Piedad, que supo acompañarme en la tristeza de mi despedida.
Necesitado de reencontrarme con las aulas me fui al IES Zaurín, para un año y la posibilidad de continuar otro más, siempre dije, medio en broma medio en serio, que llegué por una mujer y que me reenganché por otra. Allí conocí a otras mujeres maestras (me gusta más que profesoras) que me siguieron enseñando: a Gema, mi primera jefa de departamento que me enseño su lucha por la equidad y todo lo que sé sobre orientación educativa; a María, mi jefa de departamento el segundo año, todo un ejemplo de cómo construirse a si misma desde la inseguridad al empoderamiento, y a Isabel, capaz de dar toda la ternura del mundo a los "peores" alumnos y alumnas del centro.
Ahora he vuelto a la formación del profesorado y hago repaso de toda mi trayectoria docente enriquecida por la cercanía profesional y personal de todas esas mujeres maestras y de otras muchas que, pese a que no he llegado a trabajar con ellas, sigo su desarrollo escolar tan de cerca como lo permiten las redes sociales y me enseñan cada día. Soy así en este oficio porque he aprendido de ellas y con ellas; soy así, porque además de aprender de esas maestras profesionales y grandes mujeres me dejé enseñar por otras muchas no profesionales y grandes mujeres: mi madre, mi abuela, tres o cuatro compañeras sindicalistas, otras tantas militantes feministas y una o dos políticas, amigas sin más (ni menos). Orgulloso de haberos conocido y siempre agradecido espero seguir aprendiendo de vosotras, mis queridas maestras.
viernes, 2 de marzo de 2018
8 M, HUELGA FEMINISTA
Compañeras:
Reconozco que me estáis liando. Una amiga de la comisión feminista 8 de marzo me dice que no haga huelga ese día porque se pierde el objetivo feminista si estamos los hombres. Una compañera de CGT y Gripias, obviamente también feminista, me dice que nuestro sindicato convoca huelga a jornada completa. Una amiga navarra de CCOO (que todavía me quedan amigas en mi ex) me comenta que el paro es de dos horas y que la intersindical ha convocado para el día completo (me aclara para no discutir). Leo en unas recomendaciones para la huelga del 8 de marzo (lo siento, pero he perdido el enlace) que piden a la administración que no descuente las horas no trabajadas (¡manda óvulos)...
Con mis dudas en plan Damocles acabo de llamar a otra amiga, de las que han estado siempre militando en esto del feminismo, que es militar en todo y que, además de sacarme tres años desde que nació (ahora está orgullosa de ello, entonces era otra cosa), siempre me ha sacado tres dedos (de frente, de dogmatismo cuando nos conocimos y de pragmatismo ahora -¡Cómo hemos cambiado¡ ¿Eh, P?) y me dice, con su característica mala baba: "Haz lo que te salga del haba" que traducido a nuestros (pocos los míos) años de militancia clandestina se traducirían (más o menos textual) en... "parece mentira que me vengas con esas a estas alturas (nuestra relación político-social comenzó con un "a estas alturas no me vengas con esa pipiolo" y no ha cambiado mucho), yo la voy a hacer porque es lo que me sale del coño (cosa muy suya siempre junto con los ovarios y el gineceo), pero estoy hasta el idem de que esta huelga tenga apoyos institucionales, se haya convertido en una cosa de propaganda hasta para algunas marcas comerciales y me vengan tocando las trompas con pasteladas políticas. Tu papel en esta huelga es lo que te salga de tu conciencia (lo de los troskos y la conciencia es para hacérselo mirar, aclaro)".
Como ella me ha dado permiso para citarla y acabo de decidir, gracias a su sabio consejo, qué haré el 8 de marzo, lo comparto:
- Respetaré el concepto de "sin nosotras se para el mundo".
- No voy a hacer huelga.
- Porque creo que tiene que ser una huelga feminista y no general.
- Porque hay que visibilizar que el mundo se para si no trabajan ellas.
- Pero tampoco trabajaré yo.
- Porque yo también soy ellas.
- Porque no puedo trabajar sin ellas.
- Porque formamos un equipo, ellas y nosotros.
- Y me voy a coger un día de fiesta, de los muchos que me deben, el tope de horas que pueda.
- Porque quiero emplear ese día de fiesta en apoyar a la huelga feminista.
- Y, por una vez, será un día de fiesta en el que no haré nada relacionado con mi trabajo.
- Y dedicaré el día a difundir la huelga feminista, la de día completo, la de 24 horas de CGT, la que querría seguir.
- Y participaré en las actividades que han organizado en Calatayud las Gripias.
- O me iré a una mani en Zaragoza.
- O las dos cosas
- Y, sobre todo, tomaré conciencia de las razones de la huelga feminista.
- Aunque sean contradictorias, porque todas son razones y están en razón.
- La razón de cada una de ellas, amigas y compañeras.
- La sinrazón de las y los que la niegan.
- Y me dedicaré a que los demás hombres, piensen lo que piensen, hagan lo que les salga del haba, pero poniéndole cabeza, por una vez.
lunes, 19 de febrero de 2018
viernes, 5 de enero de 2018
Melchora, Gaspara y Baltasara
En1979, Gloria Fuertes publicaba esta deliciosa obra (Las tres Reinas Magas). Por aquellos años, que se me antojan mucho más tolerantes que la actualidad, no recuerdo ninguna polémica recalcitrante por la aparición en escena de Melchora, Gaspara y Baltasara. Recuerdo que fue uno de los primeros libros que compramos para la biblioteca de mi pueblo y todavía se sigue representando no solo en colegios sino en teatros profesionales.
Qué penica de tiempos en los que, al amparo de la supuesta tradición, que no es otra cosa que evolución del mito (recordar que los magos, que no reyes, sólo aparecen en el evangelio de Mateo y en ningún otro de los cuatro evangelios canónicos y que la imagen que hemos construido ahora se ha ido perfilando a lo largo de la historia: sus edades -vejez, madurez, juventud-, sus procedencias -Asia, Europa y África- su ocupación realeza, magia, adivinación... para adaptar el simbolismo a las circunstancias religiosas, sociales o étnicas -es común ver representaciones americanas con un indígena sustituyendo a uno de los magos-) se monte una pirula de dimensiones inabarcables porque una mujer haga el papel de uno de los personajes, porque unas drag Queen saquen una carroza (también la sacan el corte inglés, Bob Esponja o Pocoyó y no pasa nada pese a no tener mucho de tradicionales) o porque estos magos o adivinos reconvertidos en majestades lleven ropa de no sé qué color o diseño (Eso sí, por disfrazar a un blanco de negro no pasa nada -yo mismo lo he sido-). Y es que sacarlo todo de quicio se ha convertido en deporte nacional.
Qué penica de tiempos en los que, al amparo de la supuesta tradición, que no es otra cosa que evolución del mito (recordar que los magos, que no reyes, sólo aparecen en el evangelio de Mateo y en ningún otro de los cuatro evangelios canónicos y que la imagen que hemos construido ahora se ha ido perfilando a lo largo de la historia: sus edades -vejez, madurez, juventud-, sus procedencias -Asia, Europa y África- su ocupación realeza, magia, adivinación... para adaptar el simbolismo a las circunstancias religiosas, sociales o étnicas -es común ver representaciones americanas con un indígena sustituyendo a uno de los magos-) se monte una pirula de dimensiones inabarcables porque una mujer haga el papel de uno de los personajes, porque unas drag Queen saquen una carroza (también la sacan el corte inglés, Bob Esponja o Pocoyó y no pasa nada pese a no tener mucho de tradicionales) o porque estos magos o adivinos reconvertidos en majestades lleven ropa de no sé qué color o diseño (Eso sí, por disfrazar a un blanco de negro no pasa nada -yo mismo lo he sido-). Y es que sacarlo todo de quicio se ha convertido en deporte nacional.
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