jueves, 12 de agosto de 2021

Enseñar a la voz de ¡ar!

Como si respondieran a la militar voz de ¡ar!, la brigada editorialista de la prensa amarilla ha empezado a cargar contra el currículo que pretende la LOMLOE. La unanimidad manifiesta de los libelistas que escriben la doctrina de Casado y Abascal, ataca la nueva Ley educativa porque, a su juicio, pretende adoctrinar a la ciudadanía futura.

Llevo en la escuela desde pequeñico, primero como alumno y, más tarde, como maestro y, si tomamos adoctrinar en su sentido peyorativo, solamente me he sentido adoctrinado en tres momentos: por el sistema educativo franquista, los tres años y unos meses que pasé en esa época en colegios religiosos, y durante mis prácticas de magisterio, ya en plena democracia el año del 23 F, donde un director procedente del régimen pretendía imponer rezos y sentencias poco presentables democráticamente hablando. Y en esos tres momentos me rebelé en cuanto pude (les confieso que si la educación española se sostiene, lo ha sido por el sentido común que han aplicado sus profesionales a las leyes que por las leyes en sí).



Los ataques de los ideólogos del no al futuro cargan contra la base de la democracia: la propia ciudadanía, el pueblo, y comprometen el futuro porque la educación es, precisamente el futuro y arremeten contra el porvenir sin razón, y me explico:

  1. La LOMLOE deroga a la ley Wert, la ley educativa más nefasta que he conocido desde el advenimiento de la democracia. Aunque solo sea por eso, es bienvenida.
  2. La crítica curricular articulada desde la posición política de los editorialistas no tiene en cuenta lo que la inmensa mayoría de los docentes sabemos: el currículo actual es un mastodonte infumable.
  3. Europa apuesta por la evaluación por competencias, mientras que los críticos apuestan por la evaluación por contenidos, una evaluación bulímica que obliga a tragar contenidos, examinarse de ellos, y vomitarlos para memorizar otros contenidos para volver a deglutirlos.
  4. Dicen que la escuela enseña, la familia educa. Vamos, que lo de la escuela es la raíz cuadrada, que cualquiera de ustedes habrá utilizado esta misma tarde, pero que lo del respeto al semejante o al diferente es cosa de casa. Expongo un caso: el sistema educativo español ha sido ejemplar, con toda la primaria y buena parte de la secundaria presencial en las aulas, en el control de la COVID19 dentro del entorno escolar. Ahí han construido comunidad protectora el alumnado, el profesorado, las familias, la administración... Se acabó el curso, se deshizo la comunidad protectora y no hará falta que recuerde lo que ocurrió.
  5. Considerando lo anterior, los valores son elemento indispensable de la escuela. Si están en casa, hay que desarrollarlos en la escuela como unidad de convivencia y si no están en casa (y lamentablemente no lo están en muchas casas) con más razón tienen que estar en la escuela (parafraseando a Myriam Nemirovsky).
  6. No nos pueden vender motos. La ONU, Europa, todos, estamos (o deberíamos estar), con los Objetivos de desarrollo sostenible, y la escuela juega un papel fundamental para que puedan conseguirse en ese objetivo 2030. Enumero:
    1. Erradicar la pobreza en todas sus formas en todo el mundo.
    2. Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y una mejor nutrición, y promover la agricultura sostenible.
    3. Garantizar una vida saludable y promover el bienestar para todos y todas en todas las edades.
    4. Garantizar una educación de calidad inclusiva y equitativa, y promover las oportunidades de aprendizaje permanente para todos.
    5. Alcanzar la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
    6. Garantizar la disponibilidad y la gestión sostenible del agua y el saneamiento para todos.
    7. Asegurar el acceso a energías asequibles, fiables, sostenibles y modernas para todos.
    8. Fomentar el crecimiento económico sostenido, inclusivo y sostenible, el empleo pleno y productivo, y el trabajo decente para todos.
    9. Desarrollar infraestructuras resilientes, promover la industrialización inclusiva y sostenible, y fomentar la innovación.
    10. Reducir las desigualdades entre países y dentro de ellos.
    11. Conseguir que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles.
    12. Garantizar las pautas de consumo y de producción sostenibles.
    13. Tomar medidas urgentes para combatir el cambio climático y sus efectos.
    14. Conservar y utilizar de forma sostenible los océanos, mares y recursos marinos para lograr el desarrollo sostenible.
    15. Proteger, restaurar y promover la utilización sostenible de los ecosistemas terrestres, gestionar de manera sostenible los bosques, combatir la desertificación y detener y revertir la degradación de la tierra, y frenar la pérdida de diversidad biológica.
    16. Promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles.
    17. Fortalecer los medios de ejecución y reavivar la alianza mundial para el desarrollo sostenible.
  7. Pues eso es la educación en valores, la educación para la ciudadanía o como quieran llamarle.
  8. Por otra parte, tildar de adoctrinamiento que la futura ciudadanía española sea democrática,  igualitaria, justa, solidaria y libre (en el sentido filosófico, no en el de la cañita de cerveza) es pretender volver al pasado, a su pasado: dictatorial, desigual, injusto, insolidario y esclavo. Un pasado que ya se encargan de blanquear en cuando tienen ocasión.
  9. A lo largo de mi vida he conocido a muchos docentes, la inmensa mayoría gente responsable, comprometida con su oficio y con una gran capacidad de preparar para la vida (también condicionados por el currículo, la opinión y las presiones externas), profesionales que no permitirían que aquel director de mis prácticas lanzara soflama alguna contraria al desarrollo personal en democracia.
Por favor, no me toquen el sistema educativo, que bastante complicado tendremos el inicio de curso con la continuidad de la pandemia.

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