Vivimos en unos tiempos de mierda. Chupamos las riquezas de los países del Sur, de los sures y les vendemos democracia, cocacola y un sofá en el salón; pero cuando vienen a ver los productos en origen, les cerramos la entrada, los dejamos morir (iba a decir como animales, pero no lo digo porque seguro que habría un helicóptero al rescate de una balsa de chihuahuas) en el Mediterráneo o los metemos en güetos sea en Calais, en Ceuta o en el sur de Nuevo Méjico (aquélla tierra que tambien fue suya, o de nadie, o de quien la trabaja).
http://www.eldiario.es/catalunya/Disturbios-Salou-protesta-senegales-Mossos_0_418908378.html
Y si consiguen cruzar la valla por alguna de sus peligrosas rendijas, se les acogota con leyes de extranjería, sanitarias, empadronamiento o cualquier otro invento político contra la dignidad de las personas.
Cualquier cuerpo policial y los mossos lo han demostrado feacientemente, es represivo y reprime lo que les mandan los represores, (gente que entiende gobierno como represión, ley como represión, ejercicio de la justicia -que no Justicia- como represión). Y reprimen con saña a los de siempre, como los niños cobardes que se ceban con el débil; machacan (por orden de la autoridad, claro está) a los manifestantes por cualquier causa justa (alguna declarada ilegal), impiden impedir desahucios, desahucian, cortan el paso a ciudadanos que van a explicarse en un pleno (por orden gubernativa, claro), acosan a adolescentes inmigrados sin más permiso que el que les otorga la vida o despliegan redadas contra negros vendedores del top manta.
Sí, las fuerzas de orden público son, por definición, represivas. Así lo afirman las dos primeras palabras: fuerzas y orden, lo de público será porque lo hacen en la calle (aunque no se les pueda hacer fotos). Y reprimen, por orden de la autoridad, claro está, una concentración de la cocacola que luchaba por hacer cumplir una sentencia judicial o a unos mineros ejemplares que fueron a pedir cuentas a quien corresponda que es una empresa energética; igual que reprimen a unos negros que se ganan la vida en el top manta y obligan, en su celo represor, a que uno de ellos, intentando huir, quién sabe porqué, se mate al saltar desde un blacón.
Y es que hay que proteger a la cocacola frente a las decisiones judiciales, a las eléctricas frente a los mineros, y no dejar vender bolsos de bimba y lola falsos a los negros, porque esas represiones (y todas las demás), son la esencia de su existencia.
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