Carlos I heredo de su abuelo Maximiliano Habsburgo, Borgoña, la aspiración al trono de emperador alemán y deudas, muchas deudas con Jacob Fugger, un banquero alemán que se quedó con la explotación de las minas españolas de cobre, sal y oro para compensar la deuda heredada y la contraída por el emperador para serlo.
Los Fugger obtuvieron concesiones comerciales en los territorios de ultramar (Chile, Perú o Venezuela) donde, junto con los Welser (otro clan de banqueros alemanes a los que el imperio en el que nunca se ponía el sol debía una pasta gansa) hicieron y deshicieron a su antojo.
Durante el año 2010, la banca alemana prestó a la banca española 109.000 millones de € que se sumaban a los prestados años anteriores. De este modo, los recortes presupuestarios que estamos padeciendo, cargarse la sanidad, la educación, la política social a parados o dependientes, la economía familiar del personal (funcionarios incluidos), la capacidad de producir, de comprar y vender tienen como objetivo final rescatar a la banca alemana, ni siquiera a la española. Así se comprende el interés de Merkel y su parlamento en meternos en cintura.
Elegir la paga extra de los funcionarios para aplicar el recorte (otro) tiene su aquel, da la impresión de que la extra es una dádiva graciable, cuando forma parte de la masa salarial, y así parece que lo que quitan no es un derecho adquirido, sino una prebenda.
Cuando un gobierno (este o el anterior) roba el sueldo y el dinero de sus trabajadores, parados o población en general, llama ajuste a lo que no es más que un acto de pillaje, un saqueo del patrimonio económico personal, un robo, para no andarnos con rodeos. Pero contrariamente a lo que pretenden hacernos creer, no se trata del estilo Robin Hood, para salvar a la pobre España, tan orgullosa ella de sus gestas deportivas, sino de expropiar a los pobres para mantener a los bancos alemanes.
A los ricos (a los de aquí), ni tocarlos que se llevan el capital a otros sitios si los cabreamos (y si no los cabreamos, también). Expropiar el dinero a los ricos se llama Revolución y esa nunca la hacen los gobiernos, que está mal visto, sino el pueblo, aunque a lo peor nos faltan todavía muchas hostias para llegar a ese extremo.
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