Tender banderas en los balcones es un acto de identificación con un símbolo que pretende representar a una nación, a un pueblo, a una patria, por utilizar términos muy manidos estos días. Reconozco que soy muy poco de banderas (salvo, tal vez, la blanca), pero mucho de respetos, por eso, diré que respeto a quien cuelga su bandera en el balcón, sea rojigualda, cuatribarrada, estelada, de Aragón o de cualquier otra comunidad, aunque sea un invento de hace unos años y aunque el invento sea (como por ejemplo la de Madrid) de un poeta ácrata y natural de Baracaldo que pretendió poner en una tela la Osa Mayor, lo que dice mucho de las banderas, de su simbología y de su origen, en ocasiones, mestizo.
Eso sí, mi respeto a las banderas, que no es más que el respeto a las personas que las utilizan, tiene dos límites:
- El primero es fruto de la proliferación de banderas españolas y catalanas o esteladas en los balcones de los territorios representados y nace también de mi espíritu observador y socarrón, que hay que sumar sentido del humor al sentimiento patrio. Lo resumo en un concepto simple: la patria también se plancha. Y es que he visto tendidas, al natural o en fotos, banderas cuadriculadas de pliegues o arrugadas de armario y he pensado en un sentimiento patriótico más de cara a la galería callejera que al amor verdadero, al cuidado familiar que impediría al hijo salir a la calle con la camisa sin planchar y que es el cariño que, de verdad, necesita la nación, que está por encima de los desfiles, manifestaciones, juras, idolatrías y grandes declaraciones. Es aquel viejo y profundo cariño que hizo que a Unamuno (que era español, español de nacimiento, de educación, de cuerpo, de espíritu, de lengua y hasta de profesión y oficio; español sobre todo y ante todo) le doliera, como a mí, España.
- El segundo límite a mi respeto está en lo que la bandera, la que sea (española o catalana, por simplificar en este caso), esconde detrás. Compruebo tristemente que hay banderas que esconden actitudes, conceptos, hechos, resquemores y hasta odios que ni comparto ni acepto, y a esos a quienes dirijo mi desconsideración:
- En general, las banderas que se utilizan en contra de los otros, que tienen bando contrario, que portan los que jalean "a por ellos" y creen representar los que se han creído ese "a por ellos" y han obrado en consecuencia. Esos no me representan.
- Los aprovechados del sentimiento colectivo para colar el propio, enseñando banderas con águilas, yugos y flechas al ritmo de caralsol.
- Los que utilizan las banderas para esconder la mentira y, en este caso, todos mienten y arrastran a los demás tras su mentira (recuerden que en las guerras no mueren los generales):
Miente el Gobierno y los gobiernos anteriores, que han pactado con los nacionalistas cuando les ha interesado y han alimentado, con su empeño codicioso en no reformar la ley electoral para hacerla más justa y equitativa y, también, con sus acuerdos bajo o sobre cuerda, al nacionalismo que hoy rechazan.
Miente el nacionalismo catalán cuando dice que España les roba, pese a que el ex-ministro Borrell ha demostrado lo contrario en un libro que nadie que no esté interesado en desmontar la mentira ha leído. Tristemente, las ratas a la sombra del estado nos han robado a todos, hasta a los que alardean de bandera.
Miente el partido en el gobierno español al convencer a miles de españoles firmantes (e iletrados, añado) contra un abortado estatuto catalán cuyo articulado poscrito por el Tribunal Constitucional está recogido en estatutos entonces aprobados por el PSOE andaluz o por el PP valenciano, sólo por poner dos ejemplos gobernantes en el mismo momento histórico.
Miente el Gobierno catalán y sus intelectuales cuando se inventan una historia con minúnsculas que no es una Historia con mayúsculas porque es manipulada para justificar sus postulados identitarios y una identidad inventada es una identidad falsa. (A José Luis Corral me remito por no irme mucho más lejos).
Miente el Gobierno español cuando comparece enmascarando y justificando la violencia policial injustificable. Y miente doblemente porque ha conseguido un efecto multiplicador del independentismo con su actuación. Y miente triplemente porque, me temo, es el efecto que buscaba y es que, contra el independentismo se vive mejor.
Miente el Gobierno catalán cuando considera válido un esperpento de consulta, independientemente de las circunstancias en las que se ha producido. Y miente doblemente porque ha provocado la intervención violenta del estado en una consulta que se pretendía no violente. Y miente triplemente porque, me temo, es el efecto que buscaba y es que, contra el españolismo se vive mejor.
Mienten las televisiones públicas de España y Cataluña cuando informan de los acontecimientos.
Mienten los pertenecientes a uno y otro bando cuando publican imágenes ensangrentadas y violentas de otros momentos en una impostura innecesaria, que bastante violencia y sangre hubo el domingo (y la habrá) y mienten cuando unos y otros abrazan a sus respectivas policías porque algunas de esas imágenes las han provocado las represiones policiales respectivas en otras ocasiones (mineros, 15M, mareas o cualquier otra manifestación popular).
Mienten los partidos en el poder de las dos partes a las que el conflicto les sirve para tapar sus casos de corrupción y ganar rédito electoral a costa de los de siempre, los que se dejan llevar por la corriente engañados voluntaria o inocentemente.
Mienten, sí, y tras su bandera falaz arrastran a las masas, como siempre, hasta el precipicio.
Notas:
Para quien no tenga memoria, dejo esta foto de Mariano Rajoy Brey, entonces ministro de Administraciones públicas con Aznar y artífice del pacto con los nacionalistas que permitió el apoyo al presidente. Era 1996 y está tomada en Planolas (Girona).
Para quien se ampara en la Constitución vigente les recuerdo que ninguno de los españoles y españolas menores de 59/60 años pudimos votarla en su momento, porque no éramos mayores de edad (21 años se requerían) o no habíamos nacido y eso supone 35 millones y medio de personas a las que ampara, pero no representa una constitución extemporánea, anacrónica y acartonada.
Para quien no se haya dado cuenta (he visto banderas tapando algunas ventanas), acaba de subir el paro (también en Cataluña); no se han recuperado los recortes contra el estado del bienestar (tampoco en Cataluña) y la pobreza sigue patente en España (y Cataluña) lo mismo que la desigualdad; se va a dejar mermado, por ejemplo, el centro nacional de investigación contra el cáncer; el expresidente de Murcia ha tenido que dejar sus cargos públicos acosado por la corrupción, un proceso de suma y sigue y que afecta, fundamentalmente, al partido en el gobierno español y al partido en el gobern catalán; no devuelven los bienes de la francha...
La vida sigue y es esa vida la que tienen que defender las banderas, porque la patria no es un concepto abstracto sino cada una de las personas que la constituyen.
Para quien se ampara en la Constitución vigente les recuerdo que ninguno de los españoles y españolas menores de 59/60 años pudimos votarla en su momento, porque no éramos mayores de edad (21 años se requerían) o no habíamos nacido y eso supone 35 millones y medio de personas a las que ampara, pero no representa una constitución extemporánea, anacrónica y acartonada.
Para quien no se haya dado cuenta (he visto banderas tapando algunas ventanas), acaba de subir el paro (también en Cataluña); no se han recuperado los recortes contra el estado del bienestar (tampoco en Cataluña) y la pobreza sigue patente en España (y Cataluña) lo mismo que la desigualdad; se va a dejar mermado, por ejemplo, el centro nacional de investigación contra el cáncer; el expresidente de Murcia ha tenido que dejar sus cargos públicos acosado por la corrupción, un proceso de suma y sigue y que afecta, fundamentalmente, al partido en el gobierno español y al partido en el gobern catalán; no devuelven los bienes de la francha...
La vida sigue y es esa vida la que tienen que defender las banderas, porque la patria no es un concepto abstracto sino cada una de las personas que la constituyen.
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