Decir que a la proclamación de Felipe como rey de España no fue ni su padre sería faltar a la verdad si no fuera cierto: no fue ni su padre.
Aunque la tele y demás medios se empeñaron en ocultarlo (entretenidos como estaban en comprobar si los dos representantes de empresarios y burgueses catalanes o vascos aplaudían o se rascaban las pelotas y en ocultar las cabezadas del presidente) además del padre, no asistieron a la rijosa ceremonia seis de los trece partidos o coaliciones representados en las cámaras.
Ni estaban ni aplaudieron (desconozco si se rascaron los órganos, aunque supongo que sí, si les picaba) los de Izquierda Plural, ni los de Amaiur, ni los de Esquerra Republicana de Catalunya, ni los del Bloque Nacionalista Gallego, ni los de Compromís-Equo, ni Geroa Bai.
Pese a lo que digan las teles y los diarios, tampoco es que hubiera masas enfervorizadas por las calles, en las fotos veo más claros que nubes. A saber:
Ah, tampoco estuvo una hermana, imputada por presunto delito fiscal y de blanqueo y es que todas las familias tienen algo que ocultar.
Lamentablemente la otra hermana no bailó el waka wuaka desde la tribuna, que no están los asuntos de la roja para alegrías; con el bailecito en pantalla, la libertad de expresión hubiera parecido de verdad.
En fin, que a la coronación de Felipe no fue ni su padre ¿Y a mí que coño me cuenta si he venido a patinar?
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