Y esto habrá que dejarlo muy claro, después de los dos años y pico de un gobierno del PP y de leyes que se han amparado en una mayoría absoluta que nadie, salvo el sistema electoral y no los ciudadanos, les dio. "Gobernar de espaldas al pueblo" llamaba a esto doña María, la de la radio.
Las elecciones, además de la crónica de una abstención anunciada, han deparado algunas sorpresas, entre ellas los ascensos de Podemos y de Ciudadanos pero, desde mi punto de vista, entre los resultados propiamente dichos y las posteriores reacciones, hay algunas más (que no son tan sorprendentes, a veces). A saber:
El PP gana 16 escaños (pierde 8) y el PSOE, 14 (pierde 9); sin embargo ante campeonato y subcampeonato tan pírricos, las reacciones son divergentes: los primeros intentan vender la especie de que han ganado (jamás una victoria ha sido tan parecida a una derrota) y los segundos andan sin saber qué hacer y sin darse cuenta de que el personal está harto de políticos que llevan toda la vida con la foto en el organigrama (llámense Rubalcaba, Chacón o López o bien Madina o Susana Díaz (a la que no se le conoce otra ocupación que la política), que hicieron la primera comunión vestidos de la pana felipista entonces tan de moda (en realidad Susana llevaba de pana el vestitido de cristianar). En resumen: ambos partidos parecen decir: si no quieres sistema, toma dos tazas.
En la cosa cachirulera, me llama la atención que estén más preocupado el portavoz del PP o el tipo del clavico del abanico (que ve peligrar la pose privilegiada del PAR con el multipartidismo) que el secretario general de los socialistas aragoneses (recién salido de unas primarias rastreras que nunca se celebraron por incomparecencia obligada de los restantes candidatos). Y es que Lambán dice que no pasa nada aunque se haya dejado más de 93.000 votos en el camino, y es que tendrá que hacérselo mirar este hombre.
Aunque estaba anunciado, IU ha subido y aunque reconozco que esperaba (y ellos también) un mejor resultado, cada día tengo más dudas acerca de si son una parte de la solución o del problema, sobre todo cuando veo a Cayo Lara perorar sobre esto y lo otro con un discurso rancio y tan anquilosado como él mismo, no sé por qué, pero siempre me recuerda a uno de esos muñecos que podrían ser manejados por una Maricarmen o un José Luis Moreno tan caducos como el propio aparato que ha asfixiado siempre a la organización. Lo que está claro es que hay una falta de empatía entre la sosera dialéctica de este invento enroñado por el PC y la ciudadanía.
Reconozco que Podemos era una opción para mi voto europeo, pero ver la estampilla de Pablo Iglesias en la papeleta electoral me recordó tanto a los sellos de Franco o delactual monarca-jerarca, que me echó para atrás. La foto parecía decir: por si alguien no se ha leído las treinta y tantas páginas de nuestro programa, este tipo es al que veis en la tele, por si no os suena el nombre del invento (un poco así como las garrafas de don Limpio o los más antiguos frascos de Netol).
El fenómeno es interesante y voy a seguir con atención cómo evoluciona. No sé si Iglesias dimitirá como eurodiputado para presentarse como cabecera al Ayuntamiento de Madrid o a la Comunidad que sea (o a las dos) dentro de un año y dimitirá de eso para presentarse como candidato a la presidencia del gobierno dentro de dos o, simplemente, acabará exhibiendo florituras en mira quién baila, salta o cocina, aunque espero que no acabe en la isla de los perdidos. Ni siquiera sé si el nombre podemos lo entienden como un derivado de poder, como ejercicio del mismo o como posibilidad. Ojalá, sin más y como me gustaría por simpatía, siga siendo una opción posible para mi voto desencantado.
UPyD (el partido de los ciudadanos, el partido de Rosa Díez, que decían en las generales, pregonando a los cuatro vientos lo que sus electores parece que no quieren entender: que el chiringuito ya tiene propietaria) tampoco ha crecido la barbaridad que se le suponía (aunque para mí ya es demasiado), y es que le ha salido un competidor en Ciudadanos pero, y sobre todo, tienen la competencia en si mismos, que no toda la gente que podría votarles está en el limbo magenta.
Veamos un ejemplo: el martes postparto electoral llaman de la SER a Podemos y a UPyD para valorar los resultados. A los de Pablo Iglesias los representa el tercero de la lista: el ex-fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo*, vale, el tipo sabe de qué habla. Después les toca el turno a los magenta, no habló Sosa Wagner (el cabecera de lista), ni la segunda (Maite Pagazartundua), ni ninguno de los 57 integrantes de la lista (reservas incluidos), no, fue Rosa Díez (la propietaria del partido) quien tomó el micro (como casi siempre que ve uno, dicho sea de paso). Y todavía tiene la desvergüenza de tachar de populistas a los de podemos a los que, por cierto, han llamado desde frikis hasta radicales antisistema pasando por jóvenzanos (será que no conocen al jubilado Jiménez Villarejo).
Para acabar, diré que esperaba más de Escaños en Blanco, un partido cuyo único punto programático es no tomar posesión del cargo. Supongo que habrá que llevarlos a alguna tertulia política, dejar que el descontento siga cocinándose y explicar que la abstención, siendo una opción, beneficia a los que más votos cosechan, para que representen una opción, como ya ocurre en algunas localidades de Cataluña.
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* ¿Cómo puede decir el regenerador Lambán (que lleva desde el 83 sin bajarse del cargo y futuro candidato a la presidencia de Aragón) que no conoce a nadie de Podemos? Yo no le veo la ironía por ningún lado (si es que era esa la intención).