El alarmismo es interesado porque aumenta los réditos de la deuda y quien la compra obtendrá al vencimiento más beneficios y porque manipula los argumentos de la alarma en su propio beneficio:
Puede ser cierto que la generación siguiente a la mía viva peor que yo y que sus condiciones laborares y sociales empeoren por el aumento del paro, la degradación del empleo y el deterioro de la sociedad del bienestar; de hecho ya han empeorado para mí tras mejorar desde hace veintipocos años (tampoco hace tanto). Pero no es menos cierto que son los mercados quienes han inventado esta nueva situación, tal vez de forma no del todo inconsciente. Decir que los privilegiados (los que trabajamos y cobramos más o menos regularmente) somos unos egoístas insolidarios porque nuestra oposición a las penitencias que nos imponen lastrará el futro de nuestros hijos, endeudados ellos por nuestra impiedad, es la mayor manipulación social que hemos sufrido desde el nacimiento de los fascismos y pretende sustituir la lucha de clases, tan desarmada por el miedo como necesaria, por la lucha de generaciones y, por tanto, confrontar ciudadanos con ciudadanos en vez de ciudadanos con mercaderes de dinero.
Me he entretenido en hacer un gráfico del estado actual de la cuestión y observo que España tiene un endeudamiento del 66 % del producto interior bruto (PIB), que está seis puntos por debajo de lo que marca el pacto de estabilidad, 19 puntos por debajo de la deuda media de la Unión Europea (UE), 13 puntos por debajo de Alemania y 18 por debajo de Francia a quienes nos ponen como modelo de contención cuando resulta que están mucho más endeudados que nosostros porcentualmente. Si miramos los valores absolutos, los números dan escalofríos, por ejemplo:
PAÍS | DEUDA PÚBLICA |
Alemania | 2.061.794.700.000 € |
Italia | 1.842.826.000.000 € |
Francia | 1.591.169.000.000 € |
Reino Unido | 1.353.278.000.000 € |
España | 641.802.000.000 € |
El futuro de nuestros hijos lo garantiza el incremento del PIB y, por tanto, la investigación, el desarrollo, la productividad, en suma: la inversión. Lamentablemente este no es el camino por el que nos conducen y así no hay manera.
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