martes, 7 de agosto de 2018

Los nuevos inquisidores

Leo asombrado que hay gente que se mete con esta mujer por la ropa que lleva, otra gente (o la misma o parecida) se mete con no sé qué cantante de OT (ni idea de quién es) por poner una foto en Instagram con bikini.



Soy de una generación en la que las chicas se quitaban el sostén como forma de rebeldía y, a base de recibir leches (de padres, parejas, hermanos y hasta policías y curas) e insultos, consiguieron generalizar el "visto como quiero", tomar el sol en la playa como les saliera de las tetas y hasta volver a ponerse, con el paso de los años, el sostén porque dicen que es mejor y porque les da la gana.

Y aquí estamos, cuarenta o cincuenta años después, insultando a quien viste como quiere, criticando a quien hace lo que le da la gana, dentro de la más estricta legalidad y menospreciando a quien hace con su cuerpo (esculpido en el gimnasio o trabajado a base de buena mesa, con o sin michelines, como quiera que sea que para eso es el suyo) lo que le da la gana.

Me da vergüenza esta gentuza que está dispuesta a crucificar a las mujeres por ir como quieren, son la cara popular de esos jueces que cuestionan la moralidad de una mujer agredida y condicionan su veredicto a la ropa que llevaba puesta. Ya sólo faltan los curas persiguiendo bañistas sin sostén en las playas y la vieja policía de la moral y la decencia.

Que se vayan al paleolítico de donde nunca tendrían que haber salido.

Estoy por ponerme transparencias.

Analfabetismo funcional

Dice la UNESCO que se denomina analfabetismo funcional a la incapacidad de un individuo para utilizar su capacidad de lectura, escritura y cálculo de forma eficiente en las situaciones habituales de la vida.

Estimado analfabeto funcional
Estimada analfabeta funcional

Leo en las redes sociales que compartes tu inquina hacia el migrante o la refugiada (pobre, eso sí), propagando infundios que otros personajes u organizaciones menos ignorantes y más interesadas que tú, pero igual de misántropos, crean para sembrar el odio y la xenofobia a partir de infundios, mentiras y calumnias.

Te he oído compartir muchos embustes que se ajustan a tus ideas pero no a la realidad y que difundes alegremente para intoxicar a otros incautos iletrados como tú envenenando la convivencia con el ratantu* de la aversión: desde una cabeza abierta que atribuías a un guardia civil en Ceuta agredido en el salto de la valla de concertinas (que resultó ser un policía australiano herido con una catana); hasta que unos refugiados sirios han rechazado un piso porque no tenía ascensor. Pasando por que cáritas rechaza ayudar a una mujer española por no ser inmigrante. Cualquier falacia mueve tu conciencia racista y te impulsa a compartirla.

Te he leído afirmaciones gratuitas con las monsergas de siempre diciendo que nos quitan el trabajo, que colapsan la sanidad, que reciben no sé qué prebendas, mientras que los españoles... A este respecto, te recomiendo leer este artículo y, sobre todo, sus informes vinculados para que constates, si te la pelan las razones humanitarias, que la presencia de migrantes es beneficiosa económicamente hablando.

Las sociedades y los individuos ignorantes son fácilmente manipulables y no hay peor ignorancia que la que desconoce su propia existencia y hace gala de su necedad.

Una sociedad informada es una sociedad libre; pero hay dos tipos de fuentes informativas: las fidelignas y las interesadas, amarillas o, directamente, embusteras. Beber de unas o de otras no garantiza ni la sabiduría o ni la estupidez, pero ayuda mucho.

Puedes seguir compartiendo falsedades, de forma consciente o inconsciente, pero siempre interesada, sólo quiero que sepas que te he calado. Con el testimonio de mi desprecio más distinguido, me despido de ti hasta nunca.

*Marca comercial de matarratas

Gramática inclusiva

Digan lo que digan Arturo Pérez Reverte, la RAE o el lucero del alba, a nadie, repito, a nadie se le ocurrió nunca contradecir al maestro de ceremonias del circo, al mago del conejo o los conferenciantes Unamuno o León Felipe, por citar tres ejemplos facilitos, para reprocharles el señoras y señores con el que iniciaban su sesión. 



Por eso diga lo que diga el francotirador Pérez Reverte (al que admiro), la RAE (a la que respeto) o el sursumcorda (a quien no tengo el gusto), si alguien que quiere recabar la atención del respetable puede hacerlo mediante un señoras y señores integrador sin incurrir en delito lingüístico (considero a Unamuno o León Felipe -de los que conservo testimonios documentales del flagrante hecho- poco proclives a atentar contra el idioma), yo seguiré diciendo alumnos y alumnas, maestros y maestras, compañeros y compañeras y hasta señoras y señores, cuando la ocasión lo requiera; utilizaré el femenino cuando la audiencia lo sea mayoritariamente y seguiré oponiéndome a cualquier intento de utilizar el lenguaje como instrumento de exclusión al amparo de un supuesto genérico que no existe. 

Ahora bien, mantendré que, pese a admitirlos por repetición (al fin y al cabo la lengua es obra del habla), no me gustan estupideces lingüísticas como jueza, concejala o albañila porque son sustantivos que admiten los dos artículos y una cosa es ponerse en plan talibán de la gramática y otra admitir pulpo como animal de compañía, aunque el lenguaje coloquial lo cobija todo y ahí nos encontraremos.