domingo, 1 de mayo de 2016

La campaña de la marmota

Cuando despertó, la campaña electoral todavía estaba allí. (Adaptado de Augusto Monterroso).


Desde hace muchos años, como si fuera desde siempre, pongo la tele y se me aparece María Teresa Campos en un déjà vu permanente y ya no sé si es María Teresa Campos o su hija Terelu Campos o si Terelu campos es ahora la madre y María Teresa Campos es ahora la hija o, quizás, si las dos son la misma persona o dos personas distintas en una sola persona verdadera o si ni siquiera son personas sino hologramas de si mismas o de Paco Martínes Soria, que también se me aparece en sus múltiples versiones de su misma mismidad cuando cambio de canal...

Lo mismo me pasa con la política española; a finales de junio nos llamarán al voto las mismas Mariateresacampos déjàvues que nos llamaron al voto en diciembre, como si los llamamientos al voto fueran cosa de solsticios. Como si de Tereluscampos se tratara, nos dirán lo mismo o peor: los mismos perros, los mismos collares, los mismos bagajes ideológicos estereotipados u oportunistas o, quizás, con la discutible novedad de algún Bigotearrocet que nos sacará momentáneamente del sopor democrático para caer en la cuenta de que forma parte del mismo día de la marmota. Como si de Pacomartinezsoria se tratara se pondrán otra vez la boina electoral de los discursos vacíos pero rimbombantes, se acometrán, culparán a los demás de los males pasados, presentes y futuros y seguiirán agostando este campo desolado de la España actual sin ocuparse de lo importante, que son las personas.

Unas elecciones repetidas, de candidatos perdedores que volverán a pedirnos el apoyo para un nuevo fracaso en el que saldrá lo que salga y formarán gobierno quienes no han querido formarlo ahora; un gobierno de los colores que sean, que nacerá de su incapacidad de ahora y de la vergüenza de reconocerse inútiles. Las mismas caras, los mismos gestos, las mismas miserias políticas, las mismas Mariateresacampos, y Terelusmartínezsoria y Bigotearrocetosborne haciendo de campechanos y babeando por un voto que salve su propio culo.

Y pese a todo, votaré... ¡Seré gilipollas!