martes, 30 de junio de 2015

Tiempo de abrazos y principio de añoranzas

Hoy se acaba este curso largo y raro y, como muchos finales de curso, es tiempo de abrazos y principio de añoranzas; tiempo de despedidas, alegrías vacacionales y algunas tristezas. Se está jubilando toda una generación de grandes maestros y maestras; ayer mismo estuve en la despedida de Julio, el jueves pasé a saludar a Ana Mari en su fiesta de despedida; también Gerardo y Rosa lo celebran estos días... Me alegro por ellos y porque sé que harán de su jubilación una vivencia jubilosa, y así se lo deseo.

Ellos y ellas han construido la transformación de la enseñanza en democracia, el paso de la enciclopedia Álvarez a la EGB y posteriores fracasos legislativos, del mes de las flores a la primavera educativa que convirtió a un país de pobres sometidos ya desde la escuela en un país de lectores, obreros cualificados, universitarios... también pobres (pero eso no es demérito suyo).

Una generación docente que llegó con la Ley Villar Palasí de 1970 y que han tenido que sobrevivir a otras cinco leyes más (hasta la LOMCE les ha tocado este último año) a base de practicar la pedagogía del sentido común que siempre se acaba imponiendo al sinsentido legal. Fueron los que pusieron patas arriba las aulas y las mentes de los alumnos. Los maestros y las maestras que me enseñaron a ser maestro después de acabar la carrera, porque en la carrera no se aprende a serlo, ni entonces ni ahora.

Esta mañana me he encontrado con un vídeo dedicado a otro ya jubilado, se lo han regalado sus compañeros de La Almunia a Amado Martínez Bel (tomo prestado a su amigo José María para decir que nunca un participio fue un nombre propio tan significativamente cierto). Gracias, maestro


Hoy, también será el último día de trabajo de mi querida Rosa Pérez Romero, una fuerza de la naturaleza a la definiré con una sola cualidad: Todas (espero que la familia Peguero no me tache de exagerado. Gracias, maestra.


Tiempo de abrazos y principio de añoranzas, sí: los finales de curso dejan en el haber el gusto de tiempo y esfuerzo, ilusiones y cabreos compartidos con personas que se han hecho un hueco en los afectos personales. Algunas se van voluntariamente a otras les acompañan hasta la puerta en aplicación de no sé qué estúpida norma que sólo se tiene en cuenta a si misma para regocijo de los incompetentes que la aplican, pero que ningunea a las personas y a su trayectoria.

Por eso hoy, treinta de junio de 2015, empiezo a echar de menos a mi compañera Pilar Bazán, probablemente la única asesora imprescindible. Seguirá trabajando en el aula, pero ya no trabajaremos juntos, por eso la añoro desde hoy mismo. Gracias, maestra.

5 comentarios:

  1. Me uno JR a esos abrazos y principio de añoranza de todas esas personas que han pasado por nuestras vidas y que seguirán pasando pero desde otros sitios, ahí seguiremos de una u otra forma.

    Difiero no obstante en lo que comentas sobre la "estúpida norma" (periodos máximos de permanencia en las Comisiones de Servicio de los CIFE, 10 años asesores y 15 Directores, sin mediar un periodo de 4 años en el ejercicio de la docencia directa con alumnos). Te puede parecer una mala, incompleta o incluso buena .... norma, seguro que hay muchas opiniones al respecto. Si se "aplica mal" una norma tenemos mecanismos legales para recurrir, pero si la clave está en la "redacción y la intención" eso es más complejo y poco podemos culpar a los "incompetentes que la aplican".

    Dicho ésto te aseguro que siento mucho en lo profesional y más aún si cabe en lo personal, el que nos permitamos "el lujo", tan costoso, de dejar escapar a excelentes profesionales de los CIFE a causa de esa norma.

    Descansa y disfruta José Ramón y muchas gracias por todo tu trabajo, tanto en el CIFE como en lo personal.

    Un abrazo,

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  3. Es lo que tienen las 'normas': intentan ofrecer un cierto componente de 'universalidad' a situaciones individuales ("intención" de la que, por supuesto, se van a derivar fallos y errores). Con esto lo que quiero decir es que partiendo de esta premisa, por supuesto que de esa aplicación de la norma van a derivar casos (tal vez como los que menciona) en los que la misma "perjudique" más que "beneficie" pero quiero creer que para muchísimos otros va a producir una mejora muy sustancial que supere a los posibles perjuicios.

    Sobre todo entienda que no quiero iniciar con este post una serie de réplicas y contra-replicas, pero (pese a q todas las comparaciones son 'odiosas') creo que la existencia de un periodo máximo de desempeño de una labor/tarea/actividad profesional se debería considerar para muchos casos y situaciones, pues si bien existen motivos para asegurar que en ciertos casos particulares perjudican más que benefician, en muchos otros sucede al contrario (vg: políticos , equipos directivos... personas que llevan tanto tiempo 'anclados' en esas funciones que ya han olvidado que antes de estar ahí, eran dentistas, mecánicos... o (en el caso de algún equipo directivo) maestros y el recordarlo es positivo no sólo para ellos sino sobre todo para los q están a su alrededor.

    Un saludo y Felices Vacaciones 😉 

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  4. El problema de las normas, además de la pertinencia de su dictado, reside en la intención con la que se aplican.

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  5. Muchísimas gracias José Ramón por esas caricias en forma de palabras.Las agradezco enormemente porque tengo una sensación agridulce que me impide explicarlo.

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