jueves, 15 de enero de 2015

La política del miedo

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo no sé muchas cosas, es verdad,
pero me han dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos.
León Felipe

Marx (en cualquiera de sus versiones) me libre de hablar en nombre de los muertos, pero creo no equivocarme si digo los hechos políticos posteriores al atentado contra Charlie Hebdo  revolverían las tripas de Charb y los suyos igual que revuelven las mías.

La foto de la cabecera en la manifestación me repugna: los ¿líderes? aislados del pueblo, como siempre. Implacables censores de la libertad de expresión, persecutores de los derechos humanos, enemigos de la igualdad y de la democracia, defensores de los mercados... Todos estaban allí para hacerse una foto triste, no tanto por la muerte (casi anunciada, ver la entrevista que Gemma Nierga hizo en 2006 a Philippe Lançon, uno de los heridos en el atentado) de los periodistas sino por lo que representa. El hecho de que algún periódico borrara a las mujeres de la cabecera no deja de ser una penosa anécdota más en ese sinsentido.


La reacción de los gobernantes europeos y aspirantes a serlo, tras los atentados en Francia tampoco deja indiferentes a mis vísceras. Tras atentar contra la libertad que siempre defendieron gente como Riss, Cabu o Wolinski, la respuesta es menos libertad, más miedo, más restricciones a la libre circulación de ciudadanos (hasta el extremo de retirarles la documentación, en Alemania, por ejemplo), más control de internet y de las comunicaciones (que, si no recuerdo mal, son inviolables desde el siglo XIX en muchas constituciones), movilización del ejército a las estaciones y los aeropuertos, estados policiales, una especie de estado de excepción sin pasar por el Parlamento (en España)...


Incluso la aspirante, Maríe Le Pen, líder del Frente Nacional, de cuyo club de fans la plantilla de Charlie Hebdo nunca formó parte, propone la pena de muerte cuando acceda al gobierno.


Una vez más los terroristas han conseguido su objetivo: recortar la libertad atentando contra ella, cuando la respuesta debería ser reafirmarla. Me revuelven los que siembran el miedo y lo usan como excusa para engordar su poder y recortar la libertad; el miedo a los diferentes, a los extranjeros; el miedo a la democracia: cuidado a quién votas; el miedo a perder el trabajo, el estatus: mira cómo están los otros y traga; el miedo...

Revuelto como me tienen, acabo con una foto de la edición millonaria de Charlie Hebdo, amarrada, como la vieja Europa.



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