sábado, 20 de septiembre de 2014

Con faldas (escocesas) y a lo loco

Para ser un escocés votante, un buen escocés o escocesa, cumplidor de sus obligaciones democráticas, no hace falta tener las piernas bonitas, ni ponerse falda a cuadros (sin o con ropa interior) ni la faja a cuadros ni la boina a cuadros (y con modroño); no es necesario ser del Celtic (a rayas), beber scotch (a espuertas) o comer sausage with ratatouille (una especie de butifarra con xanfaina que aderezan con no sé qué hierbas); tampoco hace falta hablar gaélico ni saber quién era William Wallace o Sean Connery por poner dos ejemplos.

Cualquiera (blanco, negro, amarillo o verde; marciano -o murciano-, lumpiaquero, viellense, kualalumpureño o gaintzatarra) que lleve un tiempo viviendo en las Higlands, ni siquiera demasiado, ha podido solicitar su credencial de votante en el referéndum pasado y votar lo que le venga.

Y es que a los demócratas de toda la vida se les empieza a ver el plumero. Nacionalismo globalizado, me parece que se llama.



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