jueves, 29 de mayo de 2014

¿Podremos?

Después de tanto potaje interesado con los resultados de las elecciones europeas, habrá que proclamar de una vez al ganador, que no es el PP con el sólo el 11,73% de los potenciales votantes, sino la abstención (54,16 % del censo), que hubiera obtenido 29 de los 54 posibles diputados. Y aunque la abstención no computa y siempre beneficia a los más votados (el PP pasa del 11,73 % del censo al 26,06 % de los votantes y el PSOE del 10,35 % al 23 %), los jefes de la cosa (más bien el jefe del PP y la jaula de grillos del PSOE) harían bien en darse por enterados en vez de seguir mirándose el logotipo (ver gráfico de El Diario.es).



Y esto habrá que dejarlo muy claro, después de los dos años y pico de un gobierno del PP y de leyes que se han amparado en una mayoría absoluta que nadie, salvo el sistema electoral y no los ciudadanos, les dio. "Gobernar de espaldas al pueblo" llamaba a esto doña María, la de la radio.

Las elecciones, además de la crónica de una abstención anunciada, han deparado algunas sorpresas, entre ellas los ascensos de Podemos y de Ciudadanos pero, desde mi punto de vista, entre los resultados propiamente dichos y las posteriores reacciones, hay algunas más (que no son tan sorprendentes, a veces). A saber:

El PP gana 16 escaños (pierde 8) y el PSOE, 14 (pierde 9); sin embargo ante campeonato y subcampeonato tan pírricos, las reacciones son divergentes: los primeros intentan vender la especie de que han ganado (jamás una victoria ha sido tan parecida a una derrota) y los segundos andan sin saber qué hacer y sin darse cuenta de que el personal está harto de políticos que llevan toda la vida con la foto en el organigrama (llámense Rubalcaba, Chacón o López o bien Madina o Susana Díaz (a la que no se le conoce otra ocupación que la política), que hicieron la primera comunión vestidos de la pana felipista entonces tan de moda (en realidad Susana llevaba de pana el vestitido de cristianar). En resumen: ambos partidos parecen decir: si no quieres sistema, toma dos tazas.

En la cosa cachirulera, me llama la atención que estén más preocupado el portavoz del PP o el tipo del clavico del abanico (que ve peligrar la pose privilegiada del PAR con el multipartidismo) que el secretario general de los socialistas aragoneses (recién salido de unas primarias rastreras que nunca se celebraron por incomparecencia obligada de los restantes candidatos). Y es que Lambán dice que no pasa nada aunque se haya dejado más de 93.000 votos en el camino, y es que tendrá que hacérselo mirar este hombre.

Aunque estaba anunciado, IU ha subido y aunque reconozco que esperaba (y ellos también) un mejor resultado, cada día tengo más dudas acerca de si son una parte de la solución o del problema, sobre todo cuando veo a Cayo Lara perorar sobre esto y lo otro con un discurso rancio y tan anquilosado como él mismo, no sé por qué, pero siempre me recuerda a uno de esos muñecos que podrían ser manejados por una Maricarmen o un José Luis Moreno tan caducos como el propio aparato que ha asfixiado siempre a la organización. Lo que está claro es que hay una falta de empatía entre la sosera dialéctica de este invento enroñado por el PC y la ciudadanía.

Reconozco que Podemos era una opción para mi voto europeo, pero ver la estampilla de Pablo Iglesias en la papeleta electoral me recordó tanto a los sellos de Franco o delactual  monarca-jerarca, que me echó para atrás. La foto parecía decir: por si alguien no se ha leído las treinta y tantas páginas de nuestro programa, este tipo es al que veis en la tele, por si no os suena el nombre del invento (un poco así como las garrafas de don Limpio o los más antiguos frascos de Netol).


El fenómeno es interesante y voy a seguir con atención cómo evoluciona. No sé si Iglesias dimitirá como eurodiputado para presentarse como cabecera al Ayuntamiento de Madrid o a la Comunidad que sea (o a las dos) dentro de un año y dimitirá de eso para presentarse como candidato a la presidencia del gobierno dentro de dos o, simplemente, acabará exhibiendo florituras en mira quién baila, salta o cocina, aunque espero que no acabe en la isla de los perdidos. Ni siquiera sé si el nombre podemos lo entienden como un derivado de poder, como ejercicio del mismo o como posibilidad. Ojalá, sin más y como me gustaría por simpatía, siga siendo una opción posible para mi voto desencantado.

UPyD (el partido de los ciudadanos, el partido de Rosa Díez, que decían en las generales, pregonando a los cuatro vientos lo que sus electores parece que no quieren entender: que el chiringuito ya  tiene propietaria) tampoco ha crecido la barbaridad que se le suponía (aunque para mí ya es demasiado), y es que le ha salido un competidor en Ciudadanos pero, y sobre todo, tienen la competencia en si mismos, que no toda la gente que podría votarles está en el limbo magenta. 

Veamos un ejemplo: el martes postparto electoral llaman de la SER a Podemos y a UPyD para valorar los resultados. A los de Pablo Iglesias los representa el tercero de la lista: el ex-fiscal anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo*, vale, el tipo sabe de qué habla. Después les toca el turno a los magenta, no habló Sosa Wagner (el cabecera de lista), ni la segunda (Maite Pagazartundua), ni ninguno de los 57 integrantes de la lista (reservas incluidos), no, fue Rosa Díez (la propietaria del partido) quien tomó el micro (como casi siempre que ve uno, dicho sea de paso). Y todavía tiene la desvergüenza de tachar de populistas a los de podemos a los que, por cierto, han llamado desde frikis hasta radicales antisistema pasando por jóvenzanos (será que no conocen al jubilado Jiménez Villarejo).

Para acabar, diré que esperaba más de Escaños en Blanco, un partido cuyo único punto programático es no tomar posesión del cargo. Supongo que habrá que llevarlos a alguna tertulia política, dejar que el descontento siga cocinándose y explicar que la abstención, siendo una opción, beneficia a los que más votos cosechan, para que representen una opción, como ya ocurre en algunas localidades de Cataluña.

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* ¿Cómo puede decir el regenerador Lambán (que lleva desde el 83 sin bajarse del cargo y futuro candidato a la presidencia de Aragón) que no conoce a nadie de Podemos? Yo no le veo la ironía por ningún lado (si es que era esa la intención).

domingo, 25 de mayo de 2014

La cocina de las TIC

Aprovecho que mi colega Alfonso me ha enviado el último número de la revista Ágora para compartir este artículo:

Por mucho que se empeñen un, llamémosle, infundio repetido mil veces nunca dejará de ser un infundio y por mucho que la realidad se obstine en construirse (o dejarse construir) a base de ficciones más o menos interesadas, ha de ser esa misma realidad la que, por su propio peso, debe reasentarse sobre hechos consumados.

Desde hace un tiempo escucho y leo, entre asombrado e indignado, que el uso de las tecnologías en las aulas no mejora el aprendizaje. Allá por el 4 de abril de 2012, cuando se consumó la muerte anunciada del programa Escuela 2.0, la Secretaria de Estado de Educación, cronista del deceso, hablaba en rueda de prensa de la probada ineficacia del modelo (y también, cómo no, de su alto coste) y apostillaba que llenar de ordenadores las aulas no ha demostrado ser académicamente rentable, basándose en estudios que confirman mejores resultados entre los alumnos que no trabajan con ordenador en clase que los que sí lo hacen1.

Como toda trama ha de estar bien orquestada, un par de meses antes de la publicación oficial de la necrológica (Esquela 2.0, podríamos decir), la prensa (cierta prensa) se dedicó a alimentar el fuego del crematorio; así ABC, por poner un ejemplo, daba cuenta de dos opiniones ad hoc: la CECE (patronal de la enseñanza privada) presentaba su informe de tecnología educativa 2011 elaborado a mayor gloria de la tesis y resumido por su responsable en esta contundencia: No hay relación sustantiva entre utilización de ordenadores en las aulas y mejora, ni aquí, ni en Singapur ni en Rumanía2. 



Para certificar la oficialidad del informe, allí estaba el director del Instituto de Investigación Educativa para asegurar, en feliz matrimonio con su acompañante, que los centros españoles en donde se había introducido el ordenador a los diez años estaban teniendo un rendimiento escolar más bajo como, según él, corroboran los resultados de la evaluación de diagnóstico de 20103.

Desde entonces, decir que el uso de las tecnologías de la educación no mejora (y hasta empeora) el aprendizaje ha pasado a formar parte del guión y la consigna se repite en medios de comunicación o inauguraciones y clausuras de jornadas y congresos del asunto cuando interviene alguien del escalafón educativo (desde directores generales hasta asesores de a caballo) para regocijo de un sector del profesorado (espero que cada día más escaso), de buena parte de la prensa (que se encarga de remarcarlo negro sobre blanco) y de una indeterminada porción de la ciudadanía al que cualquier noticia (mala o regular, nunca buena) que concierna a lo público le proporciona un perverso placer.

Decir que hay estudios que confirman mejores resultados entre los alumnos que no trabajan con ordenador en clase que los que sí lo hacen puede ser admisible por aquello de la libertad de expresión; ahora bien, creérselo linda lo esotérico porque una lectura atenta de ese (que no esos) estudio produciría risa si no fuese porque provoca indignación, por la muestra y su procedencia, el tipo de aprendizaje preconizado y que se infiere de lo valorado en el informe y el desconocimiento de algunos modelos integradores de las TIC que se deduce de sus conclusiones.

Hace ya unos cuantos años, al finalizar el primer curso en que los, entonces, novedosos táblets-pc se generalizaron en el medio rural, reuní a unos cuantos maestros y maestras del tercer ciclo de primaria cuyos alumnos habían trabajado con esas herramientas durante los meses precedentes. Les pregunté si, a la luz de su experiencia docente (en muchos casos superior a los veinticinco años), sus alumnos habían mejorado su aprendizaje y en qué aspectos. La conclusión fue unánime y rotundamente afirmativa y hablamos entonces de motivación, ritmos de aprendizaje, construcción de conocimiento, diversificación, inclusión, compensación, investigación, metodología... Repetimos el encuentro al finalizar varios cursos y hasta pasamos una encuesta y el resultado no varió salvo alguna voz disidente (siempre de nuevos incorporados al grupo) tan minoritaria como respetable por lo que sus argumentos podían aportarnos para mejorar.

Con el paso del tiempo se han sucedido distintos modelos para integrar las TIC en las aulas. Desde que llegué a la enseñanza con un ordenador Amstrad (el mío) bajo el brazo (como otros muchos maestros con sus máquinas de cinta), he conocido aulas de ordenadores, ordenadores en las aulas, un equipo para cada uno o dos alumnos, carros de uso compartido proyectores y pantallas y, ahora, pizarras digitales y las primeras tabletas. Pero, sobre todo, he conocido un cambio en la manera de construir la integración, desde la primitiva atracción o repulsión por la tecnología hasta su disolución en la pedagogía cotidiana, produciendo una emulsión con suculento sabor metodológico.

En estas casi tres décadas he aprendido que no hay un modelo ideal, porque cada uno tenemos el nuestro: el mío es el de un ordenador para cada niño, pero a cualquier otro se le puede sacar todo el partido siempre y cuando seamos capaces -y lo somos- de adaptar nuestra metodología a las circunstancias que marca el equipamiento, que no es sino eso: una circunstancia. Pero, sobre todo, he comprendido que integrar los medios tecnológicos en el aula precisa de un caldo de cultivo que, como una rica receta de cocina, exige ingredientes naturales y del terreno, a saber:
  • Poner en un cuenco, para mezclar a partes iguales, las necesidades de cada alumno, sus conocimientos previos, el medio próximo, la comunidad educativa, la creatividad y autonomía del profesorado (solo y, sobre todo, en equipo) y otros ingredientes al gusto. Añadir unas cucharadas de aprendizaje enriquecido con estrategias grupales, probar y reservar. Mientras, en un puchero con abundante agua, añadir:
  • La cantidad de autonomía del alumnado que nuestro estilo de enseñanza pueda admitir (siempre mayor de la que permitimos ahora).
  • Un buen trozo de proceso de aprendizaje, procurando eliminar la grasa del individualismo que lo cubre, manteniendo las vetas personalizadas del interior con el fin de preservar la diversidad.
  • Un libro de texto, pequeñito, a ser posible, que previamente habremos limpiado de sus partes duras, de las hojas inservibles o pochas, de las que estén verdes, de lo encorsetado (puede prescindirse de él y sustituirlo por una parte de internet y otra de ideas).
  • Un bote de interacciones variadas envasadas al natural (de las multicolores con formas irregulares que apuntan en múltiples direcciones).
  • Todo el mundo real que tengamos a mano, y es que la vida y no la universidad es lo que preparamos.
  • El toque justo de formación del profesorado que permita innovar con metodologías no nuevas, sino diferentes (colaboración, investigación, descubrimiento, proyectos de trabajo...), es decir, una vuelta a los sabores tradicionales de la pedagogía del sentido común que aprendimos con Freinet, Freire, Dewey, Piaget... (probar y rectificar en el caso de que el sabor no sea el deseado).
  • Añadir, pausadamente y con una cuchara, el contenido del cuenco que hemos reservado al principio; remover tras cada cucharada procurando quitar los restos de libro de texto que vayan apareciendo en la superficie. Salpimentar, preferiblemente con un mézclum de pimientas y sales del mundo, cocinar a fuego lento y servir caliente, recién cocinado.
Las recetas de metodología suculenta alimentan las aulas, y los ordenadores u otros engendros tecnológicos (tabletas, PDIs, móviles y lo que venga) las condimentan, por eso tienen que estar en las aulas, por eso y porque están en los trabajos, en las bibliotecas, en el ocio, en los bancos, en las movilizaciones sociales, en las casas... en la vida. Y, si no están en casa, con más razón aún tienen que estar en clase4. La crisis que padecemos no hace sino agrandar todas las brechas, también la digital: la adquisición de información y el manejo crítico de la misma, la construcción de ideas, es indispensable en la educación de los nuevos ciudadanos y también lo es para la preservación de la democracia y de nuestra civilización, hija de la razón y de la libertad; de la utopía y de la lucha de clases; de los derechos humanos y la separación de poderes; del laicismo y la tolerancia, hija de revoluciones y de crisis5.


1 Rueda de prensa de Dª Montserrat Gomendio, secretaria de Estado de Educación, el 4 de abril de 2012.
2 Mariano del Castillo, director del Instituto de Técnicas Educativas de CECE, licenciado en Ciencias Físicas.
3 José Manuel Lacasa, director del Instituto de Investigación Educativa del Ministerio de Educación.
4 Myriam Nemirowsky

5 Pilar Baselga Domingo, José Ramón Olalla Celma, Pilar Polo Millán. Leer y escribir con las TIC. [Cederrón]. Departamento de Educación del Gobierno de Aragón. Zaragoza, 2004

¡Confieso que he votado!

Ahora que ya han cerrado los colegios electorales y se ha acabado la tontada del silencio, me confieso:

¡Confieso que he votado!

La verdad es que nunca me he abstenido de nada (bueno, alguna vez de comer carne en cuaresma, pero eran otros tiempos). Porque abstenerse es como grabar con la llave en lo alto de la Giralda: "Jr estuvo aquí", sin poner el nombre ni los apellidos.

Si me quedaba alguna duda, Calamaro (el último hígado vivo de su/mi generación) ha sido definitivo en la contraportada del diario (para mí ya semanal) "el País":

- ¿Un voto para Europa? - preguntaba el anodino entrevistador del anodino periódico del anodino "El País", casi tan anodino como el País.

- Suerte que no se presenta Adolfo Hitler. Igual ganaba algo. -Le ha contestado el (espero que circunstancialmente y por influencia del soso Mantilla) anodino Calamaro.



Anoche no lo tenía nada claro:

Me pone la historia de los escaños en blanco, pero he pasado.

No puedo con los personalismos, así que he pasado de Pablo Iglesias porque ha puesto la foto en la papeleta (joder, colega, que no eres Michel Pfeiffer)

Y ni siquiera he votado a Bildu (que era lo que me pedía el cuerpo por aquello del que se jodan) porque los nacionalismos me la ponen floja y me va más el rollo de la internacional y, también, porque Josu Juaristiren puede ser un buen tipo, pero "pa" la jaula, si cantara, que nos conocimos hace años y ni siquiera con aquello de "Euskadi tiene un color especial" empatizamos.

Ni hablar de L'Esquerra pel Dret a Decidir, que fue lo que me recomendaba la aplicación esa que te decía a quién votar. Desde que se fue Eribert Barrera me parecen unos capullos integrales. El seynó Eribert se hubiera opuesto de plano a todas las prebendas que dieron a la educación privada en Catalunya cuando le hacían la "pesseta" en la cama de CíU y gobernaban junts.

De la primavera de los pueblos, me privo. Los pueblos han tenido primaveras siempre, cada año, sin necesidad de que vinieran a decirlo unos ilustrados folklóricos que gustan de la música de gaitas sin saber tocarlas. Y la seguirán teniendo (la primavera) (y los pueblos). ¿Nacionalismo de izquierdas?: Coca-Cola sin ron.

De los otros, vosotros me diréis:

Por decir algo, el nacional-sindical-istmo de la Rosa Díez (que montó un partido magenta porque tiene un ego que no le cabe en el cuerpo y, dicho sea de paso, no la dejaron ser candidata a lendakari) me la repatea.

Y de los demás...

Total, que he votado al que me ha parecido menos gilipollas de todos los gilipollas que se presentaban.
Por aquello de cumplir con el precepto

Democrático

Y por aquello de, como dice Rosa (Pérez), Botar de una puta vez a estos y a los otros.

Ahora bien, de esta campaña he sacado 10 conclusiones, varias, a saber:

1. El postulante a comisario europeo de agricultura (y ganadería) no se ha enterado de que no es preciso ser un cerdo para ocupar tan alto cargo.
2. (Tampoco es necesario serlo para ejercer de algo parecido en el reyno de España, y todo indica que se ha ganado el título).
3. Que una no puede ser Valenciano, sino valenciana, ni Rubalcaba, sino rubalcabo.
4. Que 2 de cada tres políticos deberían ser detenidos por el "misterio" del interior, según normativa, (es el que OPUS da para mucha introspección) por fomentar el odio contra dos de cada tres políticos (o tres de cada dos).
5. Que puede pisotearse la libertad de expresión, pero no al obispo de Alcalá de Henares.
6. Que no me apetece tomarme una caña con Elpidio Silva, porque le luce el colmillo.
7. Que tampoco me la tomaría con Rosa Díez porque no me gusta el partido de Rosa Díez; y que la única explicación para que Francisco encabece la candidatura es que se apellide Sosa, aunque sea un tipo listo.
8. Que Elena, con 4 años, decía  Marrano Rajoy
9. Que no me extraña

10. Que Europa es una tipa vieja, revieja, que vive de las rentas por haberse echado un polvo con un toro (Zeus, que era griego y no alemán, manda...), pero que tendrá que cambiar de himno y dejar a un lado eso del tachántachán de la alegría del Ludwing como música de cama-para-polvo-con-un-toro y ponerse a follar como le gustaría a todo el mundo: con amor.

jueves, 1 de mayo de 2014

Gormedino, trolera

De nuevo se equivoca Gormedino, el verdadero gasto superfluo en educación es el destinado a mantener sinvergüenzas en altos cargos, por ejemplo en la secretaría de estado de educación.

Menos mal que con la ratio de 12 alumnos por profesor ha descubierto su incompetencia: no sabe contar (sólo mentiras, tralará).