jueves, 21 de febrero de 2013

SindicaLISTOS

Estos días se está ¿celebrando? el X congreso del sindicato ¿de clase? CC.OO. y, si nadie lo remedia, Tocho, el actual secretario general, será reelegido.

Me resulta doloroso escribir este artículo después de acabar, a primeros de año, con más de un cuarto de siglo de militancia sindical activa en CC.OO. y lo escribo con mis respetos a la afiliación de base y a quienes se lo curran y se lo creen en el tajo. Me resulta doloroso que, con ciento y pico mil afiliados menos que hace cuatro años (a razón de treinta y tantos mil por año de mandato de Tocho); con el sindicato sobrepasado por los movimientos sociales y obreros (mareas ciudadanas y profesionales organizadas al margen del sindicalismo); con los ¿líderes? de las federaciones y territorios en fuera de juego intentando (que no consiguiendo) alcanzar a la ciudadanía movilizada (con lo cómodos que estaban alineados con los inmovilistas y los poderosos); con los EREs brutales a trabajadores y trabajadoras del sindicato ¿negociados? con el peor estilo patronal; con el rechazo de una parte de la masa social susceptible de estar afiliada; con acusaciones veladas o no y nunca desmentidas de pequeñas o grandes corruptelas... Me resulta doloroso, digo, que por primera vez desde hace 20 años, no haya nadie dentro del organigrama del sindicato que le diga a este hombre y a sus primos hermanos que se vayan a casa (o a otro sitio peor).
Y es que el aparato sindical profesionalizado (éste o el otro que completa el matrimonio de abueletes que describía Millás), en lo que a funcionamiento democrático se refiere es lo más parecido a un partido político y comulga de sus mismos vicios: Nadie se cantea, no sea cosa que con las reducciones de los órganos directivos, se quede fuera el canteado. Se eligen delegados democráticamente por favores debidos y a las asambleas complicadas llevan a votantes de pleno derecho con voto pactado o deudor, se capa la disidencia, se ocultan bajo la alfombra las inmundicias, se aplauden las zancadillas y se promociona la incompetencia.

No hay autocrítica en el X congreso de CC.OO.: los afiliados se pierden por la situación económica, dicen, aunque  conozco a más de cien, yo entre ellos, que se han dado de baja hartos de la tibieza sindical, de la profesionalización pasota del organigrama, de la inacción sindical, de la no conciencia de clase, del clientelismo económico... Porque tampoco nos representan, en suma. Que a estas alturas de la historia el objetivo del X congreso de CC.OO. sea acercarse a la ciudadanía dice mucho del alejamiento que se ha producido a lo largo de estos años. Pero los mismos perros con los mismos collares, por mucho que se vistan de seda, serán incapaces de recuperar lo que han sido incapaces de conservar.

Tocho y sus primos, lo mismo que el otro miembro del matrimonio sindical y familia, son parte (colaboradores necesarios), por acción, por inacción y por omisión, de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Vivir a la sopa boba del poder, deberle favores y tener alguna cosilla que ocultar o, al menos, que explicar, han provocado la pérdida de credibilidad que ahora, igual que los otros poderes padece el sindicalismo orgánico y oficial.

Ciertamente el presidente de la patronal, invitado a la apertura del congreso sindical, merece los abucheos con los que ha sido obsequiado en el evento. Lo que no sé es si los abucheadores tienen la autoridad moral para hacerlo.

Es cierto, me duele escribir este artículo después de acabar, a primeros de año, con más de un cuarto de militancia sindical activa en CC.OO. Es cierto, lo escribo con mis respetos a la afiliación de base y a quienes se lo curran y se lo creen en el tajo. Precisamente por eso lo escribo, porque me conozco el percal, porque los respeto y porque me duele.

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