martes, 25 de diciembre de 2012

Ya lo siento


A la Navidad le ocurre lo mismo que al desagüe de mi fregadera:
que lo vomita todo.
Nada más recoger
y poner el último lavavajillas
y tender los manteles
y las servilletas
donde nos hemos limpiado nuestros brindis...
Nada más recoger,
cuando todo está listo
limpio la fregadera con lejía
y me vomita:
que mi padre falta desde hace un montón de años
y que le hice poco caso,
que Benito se nos fue detrás de su sonrisa
cuando supo que se le acababa el corazón
para seguir regalándolo,
que Laura fue tras él
harta de melancolía
y de darle igual seguir viviendo,
que Irene dejó la vida hace tiempo
aunque vino unas navidades más
sólo por acompañarnos
A la Navidad le ocurre lo mismo que al desagüe de mi fregadera:
que lo vomita todo.
Que cada día que pasa
me cuesta más (sobre) vivir.
Que cada día que pasa
me cuesta más querer (te).
Que cada día que pasa
me cuesta menos (es cierto) querer.
No sé si dejar de fregar los platos para siempre
o fregarlos todos los días
para que el desagüe de mi fregadera
siga vomitándome realidades
o bajarme al chino
y derrochar el salfumán por esa boca deslenguada y feroz.

1 comentario:

  1. Tengo un lavavajillas (fregaplatos, o como se llame) que está como tu fregadera ... No le cabe una gota más de detergente, ni de agua, ni de restos de marisco congelado, ni de ná. Gracias por la sonrisa que me has regalado, y gracias a la amiga que ha compartido tu blog en facebook.

    El miércoles se lo vomitaré a mi Santa psicóloga.

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