sábado, 16 de junio de 2012

Rescate (S.O.S.)

Cien mil millones de euros (100.000.000.000 €) son tanta pasta que necesito escribirlo con letra y con número para seguir sin hacerme una idea de la pasta gansa que supone el rescate de la banca por parte, que no se engañe nadie, de nosotros, los españolitos de a pie. Para pagar un rescate (préstamo en condiciones muy favorables para otros), es preciso estar secuestrado y lo estamos. Me vienen al pelo las letras de Galeano que, en los hijos de los días -libro que recomiendo a quien quiera oírme-, cuentan que:

En 1944, en el paraíso turístico de Bretton Woods, se confirmó que estaban en gestación los hermanos gemelos que la humanidad necesitaba.
Uno iba a llamarse Fondo Monetario Internacional y el otro, Banco Mundial.
Como Rómulo y Remo, los gemelos fueron amamantados por la loba, y en la ciudad de Washington, cerquita de la Casa Blanca, encontraron residencia.
Desde entonces, los dos gobiernan a los gobiernos del mundo. En países donde han sido votados por nadie, los gemelos imponen el deber de obediencia como fatalidad del destino: vigilan, amenazan, castigan, toman examen:
—¿Te has portado bien? ¿Has hecho los deberes?


¿Y quién nos ha secuestrado? puede preguntarse algún despistado. A estas alturas de la crisis parece claro que el nos se refiere a la soberanía, a la nuestra, que no es sino la capacidad de gobernarnos por nosotros mismos. El quién es personal y entidades de variopinto pelaje a los que une un interés desmesurado por el dinero (el nuestro).
  • Nos han secuestrado los tecnócratas europeos a quienes la gente de a pie (la chusma, para entendernos) le importamos un carajo y solo se preocupan de la estabilidad (la de sus intereses). Son los mismos que impusieron un gobierno tecnócrata en Italia para sustituir al ínclito Berlusconi o los que dictan a los griegos a quién deben votar mañana en sus elecciones.
  • Nos han secuestrado los organismos internacionales que, como el FMI y el BM, se han cansado de sangrar a América Latina (como bien sabe y cuenta Galeano), y han hincado sus colmillos en la chusma europea.
  • Nos han secuestrado estos políticos que nos hemos ganado a pulso, tanto los extranjeros (Merkel, Sarkozy, Berlusconi...) como esa especie de presidente naïf e inutil que se llamó zetapé o esa alegoría de la nada que ahora nos desgobierna con el nombre de Mariano. También los otros, los que no nos desgobiernan porque vieven en el desgobierno propio, en estos tiempos que corren no podemos permitirnos el lujo de tener una oposición desahuciada por una minusvalía incapacitante y senil; una izquierda anodina, sectaria y tan rancia como su líder el y ventrílocuo que lo mueve; una especie partido magenta que se mira al espejo la raya del ojo siempre que se pronuncia, y unos nacionalistas que babean de gusto cada vez que se oponen a lo que ellos mismos harían y esconden la cara cada vez que apoyan lo que ellos mismos nunca aplicarían.
  • Nos han secuestrado los banqueros porque, si las cosas van bien pringarán a cada españolito (desde la niña de Rajoy al abuelo cebolleta) a pagar alrededor de 2.000 € del ala para sufragar sus derroches y si las cosas van mal venderán nuestra alma al Banco Mundial para que le paguemos en sangre. Si usted no tiene los 2.000 € no se preocupe, ya se ocupará el ministerio del ramo de deducírselos de la educación de sus hijos, nietos o vecinitos; de la operación de próstata para la que le llamarán cuando ya no haya más remedio que decir amén; de algún impuesto por pensar (o por no pensar que se sacaría más pasta)...
Pues sí, nuestro secuestro es tan terrible que tenemos que pagar para rescatar a nuestros propios secuestradores, el colmo de la privación de libertad -que diría el otro políticamente correcto y semánticamente abyecto-. Porque ese préstamo en condiciones favorables que es el rescate pendiente de pago nos va a costar, tarde o temprano (más temprano cuanto más lo niegue Rajoy y lo acaba de hacer a mediodía), la subida del IVA hasta el 21 %; el recorte de las prestaciones por desempleo; la jubilación a los 67 (o más) que ya tenemos, pero adelantando sus afectos para que no se libre nadie; una requetereforma laboral; una nueva bajada de los sueldos de los funcionarios; amén de otras cosas menores como el peaje en las autovías, el copago sanitario, la subida de impuestos indirectos, u otras ya sabidas como los recortes en la sanidad, la educación, los servicios públicos... Un horror, vamos, que exigen el FMI, Alemania y hasta el apuntador tras el entusiasmo marianista.

Por eso me hierve la sangre cuando resulta que nuestra ratio de políticos por habitante es 5,5 veces mayor que en Alemania (que también tiene sus instituciones territoriales), lo que supone multiplicar por lo mismo o más (que en eso no se recortan un pelo nuestros próceres) el número de chupópteros que les bailan el agua disfrazados de asesores.

Me hierve la sangre cuando leo las cifras millonarias que se embolsan los causantes de las bancarrotas por haberlo hecho a conciencia y que, naturalmente, no van a devolver de manera alguna mientras nosotros nos hacemos cargo de sus agujeros:
  • NOVA CAIXA GALICIA, con un boquete de 3.600 millones de euros, están los siguientes personajes: Jose Luís Pego, ex-director se jubiló con 18 millones de euros. José Luís Méndez, se llevó 16 millones de euros. Gregorio Gorriarán se metió en el bolsillo 15 millones de euros. Javier García Paredes le indemnizaron con 11 millones (éste, dice, que renunció a la mitad). 
  • La CAM, que tuvo que ser rescatada por el Estado español con un descosido de 17.000 millones de euros: Roberto López Abad, ex-director se jubiló con 5,8 millones de euros. María Dolores Amorós recibe 370.000 euros de pensión vitalicia, junto a otros varios personajes (hasta 5) con 1,5 millones.
  • CAJA SUR, con un agujero de 1.100 millones de euros, cuenta con: Ángel Castillejo, que se ha llevado 4,3 millones de euros y una paga (anual) de 250.000 euros.
  • CAJA SEGOVIA (ahora Bankia): Manuel Escribano, ex-director, se llevó 6 millones de euros y 10 pagas anuales de 275.000 euros.
  • CAIXA PENEDES, con un agujero de casi 1.000 millones de euros: Manuel Troyano, ex-director general se metió en el bolsillo 5 millones de euros y una indemnización de 3,7 millones de euros. Ricard Pages, ex-director, se jubiló por 11 millones de euros.
  • BANCO DE VALENCIA (Bankia): Domingo Parra, 7,5 millones; Aurelio Izquierdo 13,8 millones.

Y esto solo por poner un puñado de ejemplos (y de millones de euros) en blanco, que no quiero ni imaginarme los agujeros negros que hay en este espacio bancario. ¿Cuándo tendremos las pelotas, ovarios o lo que sea menester para llevar a Bruselas (que el panorama judicial hispánico no está para muchas alegrías) a esta panda de golfos.

Me hierve la sangre cuando leo que en el momento del rescate, chupaban en Bankia, además del propio Rato (ex-ministro del PP), su ex-cuñado Santiago Alarcó; Claudio Aguirre, primo (carnal, se entiende) de Esperanza Idem; Juan Chozas, ex-secretario general de empleo con Aznar y miembro de FAES; Jesús Pedroche, ex-consejero de Aguirre y ex-presidente de la asamblea de Madrid; Ricardo Romero de Tejada, ex-presidente del PP en la Comunidad de Madrid; la bachiller Mayte Jiménez, esposa del consejero de asuntos sociales de Aguirre; Nieves Alarcón, esposa del senador del PP Francisco Granados; Ángel Acebes, ex-ministro de interior con Aznar; Manuel Lamela, ex-consejero de sanidad de Aguirre... Esto solo por hablar de la parte correspondiente a CajaMadrid, que si no ponemos con los Olivas y Cía, procedentes de la contraparte Valenciana no acabamos. Personas todas ellas de indubitable sapiencia económico-financiera.

A lo peor es que la solución que encontraron el 30 % de los electores españoles (la mayoría absoluta es, ne realidad, mayoría autoritaria) en las ultimas elecciones generales formaba y forma parte del problema.

viernes, 8 de junio de 2012

Movilizaciones y pedagogía


Soy de los que siguen la vieja máxima del si no luchas estás perdido, tan manida como cierta. Estos días andamos de movilizaciones en educación (y es que la educación tiene que movilizarse siempre, porque todos los esfuerzos -económicos, sociales, profesionales, personales- son pocos siempre) porque los recortes que se están produciendo y los que se anuncian van a acabar con este sistema educativo hijo, como dice mi querida Pilar, de la Revolución Francesa y que, desde entonces, el pueblo nos hemos venido ganando a golpe de lucha, como todo lo que hemos conseguido a lo largo de nuestra historia (la del populacho, la plebe, los siervos... Siempre ha gobernado la oligarquía -porque gobierno y oligarquía constituyen una igualdad- y aunque la oligarquía se vista de sedas democráticas, oligarquía se queda, como también se demuestra en la mayoría de los casos). Confieso que, hasta hace un par de años, en mi vida docente (que es toda porque comenzó con el parvulito y acabará cuando la jubilación, mi paciencia o lo inevitable digan basta (-cuando me dediqué a otros menesteres era universitario-camarero, opositor-obrero...) he visto una evolución que, con altibajos, me ha parecido, no sólo lógica, sino positiva e, incluso, satisfactoria en lo personal hasta que, hace poco menos de un año, hemos entrado en una involución en barrena que sólo puede parar la lucha.



Escribo esto pensando en mis alumnos de ESO o de PCPI (educación compensatoria). Cuando hablamos del tema (porque hablamos del tema, igual que hablamos del sexismo, del paro, de la puta crisis, de las desigualdades o del teorema de Pitágoras y de Fernando VII -con la carrera que llevamos alguno lo hará bueno-) compruebo que no entienden esto de las movilizaciones ¿qué se consigue pitando todos los miércoles, profe? ¿qué, haciendo una huelga general de enseñanza -que secundaron-? ¿qué , con paros parciales cada miércoles? Acabo de salir de un encierro (breve, eso sí, pero intenso, eso también); la semana que viene otro. Y esta mañana le han preguntado a mi cara de sueño si eso sirve para algo. He intentado explicarles: lo que somos lo hemos conseguido, no nos lo ha regalado nadie, a base de lucha; que en una sociedad como la actual, en la que es más importante lo que sale en los papeles y lo que cuentan en la tele que lo que pasa en la calle, es necesario buscar formas de organizarse para defenderse; que cuando  la opinión se impone a la verdad y papeles, opinión y oligarquía están empeñados en meternos el miedo en el cuerpo para que no digamos ni y asintamos con un amén a cualquier recorte, no sea que la cosa vaya a peor, es preciso recuperar la cohesión social, y que pitar juntos, protestar juntos, manifestarse juntos, encerrarse juntos cohesiona mazo. Que se trata de decir: aquí estamos y no nos gusta lo que queréis hacer y mantener esa postura firme hasta que se den por enterados e ir a más en el clamor.

Como no parecían muy convencidos, les he preguntado qué harían ellos (en otras ocasiones ya se habían manifestado rotundamente en contra de los recortes) y las respuestas han sido tan variadas como alarmantes: nada, harán lo que quieran de todas formas ha sido una, parece que el veneno del inmovilismo va cuajando en muchos sectores. Que un chico de segundo de ESO proponga las bombas como solución y tenga la aprobación de unos cuantos, con distintas variantes que incluyen rotura de cristales, fuegos intencionados y otras acciones violentas es otro indicativo inverso y preocupante. Las hay que están al cabo de la calle y comentan la que están montando los mineros: radicalizar la protesta es otra alternativa.

Algunas familias (y algunos docentes) no están de acuerdo con las movilizaciones porque impiden cumplir con el programa escolar, son las que entienden la educación de sus hijos como la preparación para el concurso saber y ganar que da becas, plaza en la Universidad y un expediente académico excelente. Otras ven los centros educativos como el sitio donde saben a sus hijos a salvo durante la jornada escolar, porque más tarde deambularán por la calle sin nadie que se ocupe de ellos. Algunas, coinciden conmigo en que educar es preparar para la vida; que además de conocer a Fernando VII y a Pitágoras es necesario saber que ahí fuera hace frío sin que tenga que decirlo el telediario, y lo hace: meteorológico, económico, social, laboral..., y la gente pasa todos esos fríos hasta tiritar; que la crisis es culpa de otros pero la pagamos todos es materia de estudio de sociales, de lengua, de matemáticas, porque la crisis está ahí fuera y también en las aulas; que los mundos de Yupi solo suceden en el imaginario televisivo, que la vida es otra cosa y el tortazo puede ser de matrícula de honor cuando se pone a dar hostias.

domingo, 3 de junio de 2012

Que no tarde tanto

Me había propuesto volver a escribir sobre Bankia, pero no tengo fuerzas o, mejor, prefiero no amargarme la tarde del domingo y mañana será otro día. Por eso, me he ido a mis poetas de cabecera y me he inyectado a Oliverio Girondo en vena, siempre me reconoce y me escribe algo, hoy:




Tardará, tardará. 

Ya sé que todavía 
los émbolos, 
la usura, 
el sudor, 
las bobinas 
seguirán produciendo, 
al por mayor, 
en serie, 
iniquidad, 
ayuno, 
rencor, 
desesperanza; 
para que las lombrices con huecos portasenos, 
las vacas de embajada, 
los viejos paquidermos de esfínteres crinudos, 
se sacien de adulterios, 
de hastío, 
de diamantes, 
de caviar, 
de remedios. 

Ya sé que todavía pasarán muchos años 
para que estos crustáceos 
del asfalto 
y la mugre 
se limpien la cabeza, 
se alejen de la envidia, 
no idolatren la saña, 
no adoren la impostura, 
y abandonen su costra 
de opresión, 
de ceguera, 
de mezquindad. 
de bosta. 

Pero, quizás, un día, 
antes de que la tierra se canse de atraernos 
y brindarnos su seno, 
el cerebro les sirva para sentirse humanos, 
ser hombres, 
ser mujeres, 
-no cajas de caudales, 
ni perchas desoladas-, 
someter a las ruedas, 
impedir que nos maten, 
comprobar que la vida se arranca y despedaza 
los chalecos de fuerza de todos los sistemas; 
y descubrir, de nuevo, que todas las riquezas 
se encuentran en nosotros y no bajo la tierra. 

Y entonces... 
¡Ah!, ese día 
abriremos los brazos 
sin temer que el instinto nos muerda los garrones, 
ni recelar de todo, 
hasta de nuestra sombra; 
y seremos capaces de acercarnos al pasto, 
a la noche, 
a los ríos, 
sin rubor, 
mansamente, 
con las pupilas claras, 
con las manos tranquilas; 
y usaremos palabras sustanciosas, 
auténticas; 
no como esos vocablos erizados de inquina 
que babean las hienas al instarnos al odio, 
ni aquellos que se asfixian 
en estrofas de almíbar 
y fustigada clara de huevo corrompido; 
sino palabras simples, 
de arroyo, 
de raíces, 
que en vez de separarnos 
nos acerquen un poco; 
o mejor todavía 
guardaremos silencio 
para tomar el pulso a todo lo que existe 
y vivir el milagro de cuanto nos rodea, 
mientras alguien nos diga, 
con una voz de roble, 
lo que desde hace siglos 
esperamos en vano.