domingo, 31 de julio de 2011

El botellón


No vayan a creer que el botellón es un fenómeno typical spanish o, en este caso, typisches spanisch; todo lo contrario, al personal alemán (y a más nacionalidades, me temo) le gusta beber por la calle y en la calle. Salvo en las fiestas del San Roque bilbilitano, jamás he visto a tanta gente caminando con una botella mediana de cerveza por cualquier calle y a cualquier hora y en cualquier día como en Berlín, sin necesidad de que sea fiesta ni de esperar al anochecer. Quien dice en la calle dice en el metro, en las estaciones de tren, a la puerta de los museos o en el parque, y eso con 19 grados y tiempo borrascoso, no quiero ni imaginarme lo que pasó en aquel verano de los 40 grados. Desconozco si en Berlín y otras ciudades alemanas está permitido beber por la calle, (en Zaragoza, por ejemplo, está prohibido) si no es así, al feo vicio alcohólico se suma la infracción flagrante de la que yo no creía tan capaces a los germanos.

Si queremos estar en la onda de estos europeos de pro y serlo más que nadie, deberían tomar nota de su permisividad ediles y gobernadores civiles.

La tarde de los viernes es un trasiego de grupos de jóvenes con bolsas y botellas, en Colonia hacia la orilla del Rhin, si sólo van a beber; en Berlín hacia todas partes. Los resultados, los mismos que aquí: algunas intoxicaciones y basura como la de este puente en pleno cruce de Unter der Linden con Alexanderplatz (o sea, como si fuera la plaza del Pilar) un sábado muy avanzada ya una mañana sin invasión callejera de las brigadas de limpieza (a lo mejor es una forma de ahorrar).

sábado, 30 de julio de 2011

Ampelmännchen


Muchas veces he visto turistas sonriéndose con los semáforos bilbilitanos, cuando el hombrecillo verde comienza a correr al percatarse de que falta poco tiempo para el rojo. A mí me llamaron mucho la atención los semáforos alemanes, hasta me compré un pin del Ampelmännchen, un tipo simpático con su sombrero y todo.

El individuo fue rescatado de los semáforos de la Alemania del este y se ha convertido en todo un símbolo berlinés y de otros lares que aparece en camisetas, tazas y todo tipo de adminículos turísticos como mi pin; todavía dudo si se trata de un airoso braceo que acompaña a la amplia zancada, si es (viniendo de donde viene) un puño vigorosamente alzado o muestra de que la parte oriental padecía de cierta megalomanía (también genital); en cualquier caso la equívoca extremidad supone toda una incitación a cruzar la calle en busca de experiencias tan satisfactorias como las vividas por e hombrecillo. Y nosotros renunciando al toro y a la muñeca vestida de faralaes sobre la tele, una pena desperdiciar semejante mina con los tiempos que corren.

viernes, 29 de julio de 2011

En Alemania también cuecen habas


Uno tiene cierta tendencia a creerse los tópicos, aunque ha ido descubriendo a lo largo de su vida que no siempre son ciertos. Mi reciente viaje por Alemania me ha demostrado que aquello de que somos muy diferentes, que tenemos mucho que aprender de ellos, que son organizados, estrictos, eficaces y eficientes... no es más que un cúmulo de tópicos que habrá que desmontar como tantos otros.

Desconozco la razón de ese empeño en remarcar las diferencias entre el personal cuando son mucho más abundantes las semejanzas, como he podido comprobar por ahí, a saber: griegos, noruegos, marroquíes, alemanes, franceses, portugueses, británicos, españoles, italianos, tunecinos, checos, húngaros, austriacos, belgas, holandeses (con sus correspondientes femeninos) y un largo etcétera de nacionalidades diversas somos más parecidos de lo que interesa reconocer.

Si titulo esta serie en Alemania también cuecen habas no es porque quiera criticar a los alemanes, todo lo contrario, quiero agradecerles que me hayan mostrado en este viaje que son gente normal, vamos, personas humanas, como todo hijo de vecino y que Alemania es un país tan normal como el nuestro, donde el personal se divierte y se toca las pelotas trabajando cuando puede, tal vez de manera más eficaz, pero se toca las pelotas trabajando como en todo el mundo.

Mañana más.

jueves, 28 de julio de 2011

Elecciones 2011


Las elecciones municipales de 2011 significaron la vuelta del PP a la mayoría absoluta y, por tanto, al gobierno de la ciudad. En este caso con cambio de candidato: José Manuel Aranda.

Aunque solo tres partidos consiguieron representación, nada más y nada menos que siete concurrieron a los comincios. Entre CHA, IU, el nuevo Unión, Progreso y Democracia y la Federación de Independientes de Aragón sumaron 953 votos que, a juicio de la Ley Electoral, no sirvieron para nada; de nuevo casi el 10 % de los votantes fueron marginados por la norma absurda e injusta.

Por esas cosas subrrealistas de la ley D'ondt, el PP solo con 449 votos más que en las elecciones anteriores, pasaba de 9 a 12 concejales y obtenía la mayoría absoluta, mientras que el PAR, con 284 votos menos, perdió un concejal. Y es que esto de la proporcionalidad no está nada claro.

Por cierto, que me chocó mucho que UPyD puenteara a su candidato local para colocar a un paracaidista y que su megafonía pregonara: Unión, Progreso y Democracia, el partido de los ciudadanos, el partido de Rosa Díez. ¡Toma ya regeneración!

Elecciones 2007


El incremento de la población bilbilitana, que superó los 20.000 habitantes, incrementó el número de escaños municipales, que pasaron de 17 a 21. Esta vez, entre los partidos presentados, solo IU quedó fuera del concejo.

Fruto de los conflictos internos del Partido Popular en el periodo 2003-2007 el mapa municipal de Calatayud dio un vuelco tras las elecciones de 2007 con la pérdida de la mayoría absoluta popular tras tres periodos consecutivos. Algo tendrá que ver que, desde 2004 el gobierno central (del que el municipio de Calatayud recibía los principales apoyos) estaba en manos del PSOE, lo mismo que el regional. Pero el hecho más significativo fue la ruptura de miembros del PP con el partido y su paso al PAR, tanto en la localidad como en la comarca, entre ellos el que había sido durante muchos años el segundo en el partido y en el gobierno de la ciudad. Con el paso forzado de José Antonio San Miguel a los regionalistas, el PAR recuperó una presencia notable en Calatayud y dado que la suma de sus 4 concejales con los 6 del PSOE proporcionaban mayoría a la coalición, se formó, junto con CHA un tripartito que obtuvo la alcaldía de Calatayud para el PSOE, en la persona de Víctor Ruiz, dejando a la victoria insuficiente del PP sin el gobierno municipal.

El acuerdo entre las tres partes no fue gratuito y nada más decidirse (antes de la constitución del pleno), se produjo la primera baja en la figura del cabeza de lista de CHA, que no llegó a tomar posesión por su desacuerdo con la decisión de la mayoría de los nacionalistas. Casi un año duró tan variopinta unión, los acontecimientos acabaron de dar la razón al concejal dimisionario y CHA abandonó el gobierno municipal en mayo 2008 por actitud desleal de sus compañeros de viaje.

Durante el periodo dos concejalas, una del PP y otra del PSOE pasaron al grupo mixto por discrepancias con sus partidos (pese a que se vota a listas cerradas, los escaños son, si el Constitucional o la Ley Electoral no lo remedian, patrimonio de las personas que están en ellas y no de las siglas a las que representan).

Pese a todo, la suma de 10 concejales de PSOE y PAR aguantó su mayoría precaria hasta el final de una legislatura también precaria.

Hay que resaltar que, por primera vez, una mujer ganó las elecciones locales de Calatayud, aunque no gobernó la ciudad, se trataba de Mercedes Lavilla, cabecera de lista del PP en estas municipales.

Elecciones 2003


La situación tras las elecciones del 2003 es muy similar a la de 1999, pese a la inminente llegada del AVE en el mes de octubre, se aprecia un desgaste del PP en su tercera mayoría absoluta, un leve crecimiento del PSOE y otro mayor de CHA, que duplica sus votos.

El desgaste fue incrementándose a lo largo de la legislatura, cuando algunos concejales abandonaron su escaño y se fue produciendo una ruptura entre los integrantes del equipo de gobierno popular por desavenencias de todo tipo (sobre todo personales, por lo que no aludiremos a ellas) que daría origen, como veremos en 2007, a una escisión.

Elecciones 1999


La descomposición del PSOE y el auge del PP a la que nos hemos referido en las elecciones de 1995 logran la, hasta entonces, máxima representación municipal de la derecha en 1999, cuando la victoria del PP alcanza los 13 concejales, la presencia del PSOE se reduce a 3 y aparece la CHA (Chunta Aragonesista) en el panorama municipal. No obtuvieron escaño ni Izquierda Unida ni el Partido Aragonés, que también concurrieron a las elecciones.

La nueva victoria municipal del PP coincidió con la derrota del mismo partido en la Diputación General de Aragón, que pasó a manos de una coalición PSOE-PAR presidida por Marcelino Iglesias, con lo que el Ayuntamiento de Calatayud dejó de gozar de una situación privilegiada respecto a la comunidad, que se mantuvo con la concordancia política a nivel nacional.

A la vez que se iniciaba un incremento notable de la población, fundamentalmente inmigrante, se anunciaba la llegada del AVE a la ciudad, que sería una realidad al principio de la siguiente legislatura y comenzaba la batalla por tener un campus universitario en Calatayud.

Merece la pena detenerse algo en este asunto, que fue motivo de batalla política durante años. Poco antes de finalizar la presencia del PP aragonés en la DGA (y cantada ya su derrota electoral) se presentaba una moción promovida por el PP bilbilitano una moción a las Cortes de Aragón pidiendo la Universidad para Calatayud.. Pasado el tiempo el argumento universitario fue motivo de concentraciones, reclamaciones y creación de opinión pública, así como de confrontación entre el PP bilbilitano y el Gobierno de Aragón de signo contrario. Loable la iniciativa universitaria a no ser por el momento, hubiera sido muy interesante que hubiera surgido a principios de la legislatura 1995-1999 y uno unos días antes de su final. Eso sí, los bilbilitanos recibimos en nuestro domincilio la correspondiente notificación en un claro acto de precampaña.

Supongo que ahora, cuando en 2011 los gobiernos municipal y regional son del mismo signo, será más sencilla la creación de un campus que siempre fue inviable (y hasta poco deseable) aunque ni siquiera figuraba en los programas electorales populares de Calatayud o Aragón, pese a las pasadas campañas de opinión.

Elecciones 1995



Ya avisamos de que el gran beneficiado de la moción de censura de la legislatura de 1987 sería el Partido Popular, una vez satisfecha la deuda que los bilbilitanos tenían con Jorge Sánchez, y que creyeron conveniente saldar en las elecciones de 1991. Por eso los populares, con Fernando Martín a la cabeza, consiguieron su primera mayoría absoluta, confirmando así la progresión que venían manifestando desde el comienzo de las elecciones municipales y aprovechando la tendencia marcada por el hundimiento del felipismo que daría, al año siguiente, la primera victoria popular en unas elecciones generales. 

Calatayud confirmaba, de nuevo, su simpatía mayoritaria por las formaciones de derecha, el PSOE perdió más de la mitad de sus escaños y recuperaron su representación exigua Izquierda Unida y el Partido Aragonés, ambas encabezadas por mujeres: desde el lejano 1983, cuando entraba la primera mujer al concejo, tuvieron que transcurrir doce años para que dos listas (de partidos minoritarios en nuestro caso) fueran encabezadas por mujeres y alcanzaran escaño municipal. A las elecciones se presentaban también la CHA (Chunta Aragonesista), PIE (Partido de los Independientes de España) y UA (Unidad Aragonesa) que no obtuvieron escaños, de nuevo la opción del 7% de los votantes se quedaba fuera del Ayuntamiento por capricho de la Ley Electoral.

Era la época de creación de las comarcas y el PP bilbilitano aspiraba a incorporar la actual Comarca del Aranda al territorio de lo que más tarde sería la Comarca Comunidad de Calatayud; lo que hubiera unido a los 67 municipios que la conforman actualmente (con una superficie superior a la provincia de Vizcaya), 13 municipios más. Teniendo en cuenta que la adscripción a las comarcas era voluntad de cada municipio en función de sus señas geográficas y culturales o sociales, no se entienden muy bien la intención de añadir más localidades a una comarca que ya es la que más tiene de todo Aragón, a no ser que el motor de la idea fuese recibir más recursos (que, al fin y al cabo no serían nunca la suma de los recibidos por las dos comarcas), acumular más poder político (cosa nada improbable considerando, por una parte que por entonces el Aranda era mayoritariamente del PAR o que en la pugna por el poder provincial y regional del PP estaba inmerso el alcalde bilbilinano) o resucitar la megalómana idea de Calatayud como cuarta provincia de Aragón, que ya lo fue en 1822, en el trienio liberal.

Aunque otros no tenían clara su inclinación por el Jalón Medio, el Aranda o la Comunidad de Calatayud y se decidieron por unos o por otros a última hora y no sin presiones por todas las partes, los actuales trece pueblos del Aranda tenían muy clara su adscripción comarcal y se produjeron no pocas tensiones entre ambos territorios, incluido un intento de movilización en pro de la unión decidido en una populista y multitudinaria asamblea celebrada en Calatayud y presidida por el alcalde, que fue abortada en el mismo acto por alguna voz que pedía el respeto por la opción de los arandinos y por la decidida intervención del alcalde de Illueca en el mismo sentido.

Todo esto viene a cuenta porque lo que se prometía una legislatura municipal tranquila volvió a tensarse por estos acontecimientos y las presiones que unos y otros padecieron, hasta el punto que el grupo municipal del PSOE se rompió en pedazos: dos concejales, los favorables a la unión, dejaron el partido (que no el escaño) y pasaron al grupo mixto; los otros tres, probablemente disconformes con la unión (aunque no podían manifestarlo por no enfrentarse con la opinión pública creada), dimitieron, siendo sustituidos por otros tres concejales una vez zanjada la polémica. Lo que no sirvió para crear una macrocomarca fue útil para debilitar a la ya escasa oposición.

Por lo demás, la legislatura transcurrió en sintonía entre los gobiernos local y regional (una coalición PP-PAR presidida por Santiago Lanzuela) y, tras el triunfo de José María Aznar (en el año 1996), con el nacional.